"Lo bueno de la soledad es que no estás solo: estás contigo y los demás; pero desde el otro plano del encuentro personal: tu silencio". Diego Américo
La soledad ha sido mal entendida por quienes una vez en ella se sienten solitarios y olvidados, tirados hacia un rincón oscuro de las relaciones humanas. Pero no, la soledad no es para sentirse o estar solos, deprimirse o apocarse; la soledad es para estar en conexión plena contigo mismo y las demás personas que viven en ti.
La soledad es el encuentro entre tú y los demás, es entrar en ti junto con los demás, es descifrarte a ti en compañía de los demás, es saberte a ti en relación con los demás, es mirarte a ti viendo a los demás, es descubrirte a ti desde los demás, es que estés acompañado por ti y los demás.
Nadie en la soledad puede sentirse o creerse que está solo, porque niega estar consigo mismo y con quienes dentro de él comparten esa vida que viven. Cada ser humano es una vida única y dentro de esa vida hay muchas personas que existieron, existen y existirán hasta su muerte.
La soledad es para un dialogo desde la verdad fiel contigo mismo y las personas que viven en ti, en procura de hallar reposo en la agitación del mundo que no calla.
En la soledad evitas a los que dicen lo que no sienten, a los que hoy son y mañana no, a los que siempre quieren algo, a los que nunca dan nada, a los que llegan y nunca están, a los que recogen y se van, a los que esperan siempre recibir, y a los que no te dan nada pero te lo quitan todo.
La soledad es para ser oportuno contigo mismo y con quienes has dejado que vivan en tu vida. Tú y ellos deben sentarse en el lugar tranquilo: tu silencio. Una vez allí, comenzar el dialogo que se rige por las palabras del espíritu que entiende las cosas en su naturaleza y esencia verdadera.
No te sugestiones ni trates de escapar de la soledad, deja que ella misma decida que debe irse de forma natural, porque se agotaron los temas de conversación pendientes y que reclamaban con urgencia ser atendidos por la claridad del silencio.
Así que, si la soledad toca tu puerta, no te angusties; ábrele, acepta su grata compañía, atiéndela con esmero, ofrécele un espumoso café, la noche es joven y la conversa aún más. Sé con ella un buen anfitrión en la fiesta por ahora apagada de tu vida, dialoga con ella, no saldrás defraudado, por el contrario, la fortaleza será tu armadura.
Tu vida no puede ser siempre una fiesta, bulliciosos momentos, gentes por doquier, sonoras melodías, cuerpos danzantes, libaciones que crispen tu ánimo, intenso frenesí. Debe haber espacio para el silencio contemplativo de tu existencia desde adentro: el espíritu que eres.
De la fiesta, la soledad viene para que no quede nada, hasta que vuelvas en ti y en los demás. Quiere la soledad que el goce se vaya por un tiempo y camines por la senda que conduce a la calma de las emociones embriagadas de ganas y más ganas.
La soledad no habla y dice mucho, guarda su silencio escuchador de almas alejadas del ruidoso mundo que las anula, no interrumpe porque no es su modo, su forma de obrar, ella está ahí para únicamente escucharte, no para ser escuchada.
No existe soledad en la soledad, en ella estás acompañado de las personas que importan en tu vida y experiencias vividas. Solo que ahora están en el otro plano del encuentro personal: tu silencio. Y en ese silencio que conversa desde el interior, tú tienes la potestad de dejar entrar a quien desees, nadie puede irrumpir en tu soledad, a menos que le hayas dado la autorización.
Pero, ¿quiénes viven en tu vida? Todas aquellas personas con las que has compartido las experiencias que han dejado una huella imborrable en tu alma. Por ello, la soledad no significa estar solo, sácate esa idea de la inteligente mente que Dios te prestó. Solo puede estar solo quien no ha conocido a nadie ni tenido siquiera familia.
Piensa en esto: si consideramos la soledad como ausencia de personas que fueron partícipes activos en tu vida, se tiene como consecuencia necesaria que hubo personas en tu vida, pero ahora tú crees que no están. Y eso no es cierto, ellas siguen ahí, nadie te las ha quitado, ellos siguen viviendo y vivirán por siempre en tú vida.
Nadie quita a las personas que hicieron o hacen parte de tu vida, porque tatuados quedan en tu espíritu. Por eso, ten mucho cuidado con las personas que dejas entrar a tu vida, nunca se irán de ti, se quedarán para siempre.
La soledad es un desconectarse para conectarse, es un no estoy para estar, es una ausencia para la presencia, es un despedirse para llegar, es un irse para quedarse, es un salir para entrar, es un dejar de ver para ver, es un dejar de oír para oír, es un buscar a las personas adentro para encontrarlas afuera.
ESTÁS LEYENDO
TU VIDA -RECORDANDO LO OLVIDADO-
EspiritualEn este libro encontrarás reflexiones prácticas sobre aprender a vivir, escucharte a ti mismo, vivir en tu propia vida, instruirte para no destruirte, vivir en el amor, buscar tu felicidad en el lugar correcto, dejar de explicar tu vida a los demás...