Capítulo Seis: DE TI MURMURARÁN

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"De ti se dijo, se dice y se dirá, con o sin razón, con la verdad o sin ella, no lo puedes evitar; entonces, no te mortifiques, déjalo pasar". Diego Américo

A nadie hace fuerte la fuerza sino el esfuerzo y la valentía con que asume la vida que le prestaron para el cumplimiento del propósito que lleva dentro. El esfuerzo y la valentía son las herramientas para enfrentar los desafíos de la siempre peligrosa vida.

Vence el desafío de la vida y no morirás, deja que ella te venza y nadie te recordará. Día a día la vida te desafía para ponerte de llanto en llanto. Pero, no es cuántos desafíos haya, es cuánta capacidad tienes para acabar con ellos.

Hay un asesino suelto: la lengua murmuradora; peligrosa cual espada de doble filo, mata por el veneno que escupe en un abrir y cerrar de labios.

Piensa en esto: una ola lleva consigo un sonido indicador de lo grande o pequeña que puede ser. Este sonido podrá ser molesto o agradable según la ola.

Una ola puede producir un sonido armónico o discordante, o los dos al tiempo. Comenzar con un melodioso sonar y cambiar a un fastidioso bramar, o lo contrario.

Tú y yo somos olas del duro mar de la vida, vivimos con el ruido que las personas nos ponen con su boca armada de su afilada y maldiciente lengua. Soportamos sin remedio el canto desafinado de quienes con su boca murmuran para lastimarnos.

Las personas suelen gastar su vida juzgando y condenando a otros por lo que piensan, hacen, dicen o sienten. Desenvainan (abren la boca) su afilada espada (murmuradora lengua) para lanzar su dosis de veneno murmurando contra sus semejantes.

El trabajo del murmurador es murmurar del familiar, del amigo, del conocido, del vecino, la casada, la soltera, la prometida, la viuda, la señorita, el joven, la meretriz, la amante, el pobre, el feo, el pordiosero, el vicioso, el que se le atraviese por delante lo va desollando sin compasión alguna.

Los murmuradores tienen una vida vacía y quieren llenarla murmurando de quienes persiguiendo sus sueños quieren superar a nadie más que a sí mismos. Sus intereses son dañarte y sus ganancias tu desgracia. Viven en la derrota permanente, y si ven a alguien levantarse de su desdicha, aparecen cual perro rabioso para devorar lo bueno que ahí se está superando.

La mente de los murmuradores funciona así: destruir a otros para construirse a sí mismos. Son felices cuando destrozan la honra y dignidad de los demás.

Los murmuradores son incapaces de mirar la belleza hecha persona, perciben una falsa realidad de sus semejantes, se quedan en lo superficial sin entender al otro y caminan por sus tristes vidas juzgando y condenando a los demás.

¡Oh murmurador!, fiscal y juez de vidas que condenas a la muerte, cierra tu boca, no infectes el ambiente con tus toxinas, porque darás cuenta por cada maliciosa palabra pronunciada. Murmurador de hediondeces, la hora de callar te ha llegado, aprovéchala mientras pueda ser tomada.

Por el agua se sabe que moja, por el fuego se sabe que quema; asimismo los murmuradores sin saberlo me hacen un favor, son el ejemplo vivo de lo que no quiero ser jamás.

Gracias a ustedes murmuradores por su trabajo, son como el viento en contra de la cometa: la resistencia que me permite volar. No podré ser detenido por sus rumores, pues me impulsan a seguir para pasar por encima de nadie más que de mi propio egoísmo.

Gracias a ustedes murmuradores porque no ven lo que veo, están muy ocupados en su tarea. Una vez alcance la meta, verán el buen trabajo que hicieron en mi contra, porque ignoran que todo este tiempo me apalanqué con sus murmuraciones.

Gracias a ustedes murmuradores por ser la piedra en mi camino, porque aprendí que las piedras deben ser quitadas y los obstáculos removidos como el estorbo que son, y no desviarme nunca del camino del que me han querido desviar.

Gracias a ustedes murmuradores por ser el problema, porque que solo yo seré la solución de mi queja. Si son la oscuridad, seré la luz; si son la duda, seré la fe; si son el odio seré el amor; y si son la arrogancia, seré la humildad.

Gracias a ustedes murmuradores por ser el ruido que abruma la vida, porque que será inevitable acallarlos. El ruido dejará de ser muy pronto, pero el silencio es eterno e invita a vivir en su seno de tonalidades y vibraciones inexistentes.

Gracias a ustedes murmuradores por ser espectadores de mi vida, solo eso serán, pues, hay un protagonista: yo. Serán testigos del esfuerzo y la valentía que me llevará al éxito para demostrar a nadie solo a mí mismo que podía con ayuda del que no falla: Dios.

Gracias a ustedes murmuradores por ser la moneda que nunca recibí. No fui comprado por sus falsos halagos, porque no vi la moneda en la mano sino una mano tendida, porque vi la vida de adentro hacia afuera.

¡Gracias porque me enseñaron a no ser como ustedes!                        

TU VIDA -RECORDANDO LO OLVIDADO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora