"De nuestras vidas somos presuntos culpables, nunca presuntos inocentes". Diego Américo
Hay cosas que pasan y no es nuestra culpa. El sol, la luna, las estrellas, los luceros, el viento, la lluvia, los volcanes, las centellas, los rayos, las tempestades, los asteroides, los meteoritos, en fin, muchas cosas no tienen nada que ver con nuestro buen o mal proceder, pero sí que nos pueden llegar a afectar.
Buscamos la culpa en cualquier lugar menos en nosotros mismos, especialmente en aquel que de seguro la tiene para fortuna nuestra: el otro. Otro tiene que ser el dueño de esa tonta culpa, porque nosotros somos lo suficientemente inteligentes como cometer ese tipo de errores tan bobalicones y predecibles.
Pero, lamento mucho bajarte de ese equivocado pedestal en el que te has trepado o te subieron a punta de adulaciones baratas. Atiende con sumo cuidado las siguientes valederas razones:
Primero, no eres lo suficientemente inteligente, porque si lo fueras no le echarías la culpa a nadie, te dispondría a buscar una solución a la situación que requiere ser reparada y no agravada en lo que buscas un culpable que pague los platos rotos por un simple señalamiento que no conduce a nada.
Segundo, no eres lo suficientemente inteligente, porque si lo fueras sabrías muy bien que a todo presunto culpable le asiste la presunción de inocencia de la que goza una vez es señalado de haber cometido algún desafuero, por tanto, debes probar que tu señalado es el culpable más allá de cualquier duda razonable para que lo puedas condenar.
Tercero, no eres lo suficientemente inteligente, porque si lo fueras buscarías en ti mismo la culpa que le echas a otro, para descartar que no seas tú el dueño único de lo que le reprochas a alguien más.
Cuarto, no eres lo suficientemente inteligente, porque si lo fueras comprenderías que hay cosas que están condenadas a pasar por mucho cuidado que se tenga y que procuramos salgan de la mejor manera posible.
Quinto, no eres lo suficientemente inteligente, porque si lo fueras entenderías que no es el otro sino tú, el que debe cuidar de las cosas que son de tu sola responsabilidad, para evitar así los señalamientos y asumir las consecuencias que te corresponde.
Sexto, no eres lo suficientemente inteligente, porque si lo fueras a estas alturas de la vida tendrías como principio de vida que todo depende ti. Por eso, si hay un culpable búscalo primero en ti, antes de salir a señalar y condenar a otros.
Por estas razones te pasan las cosas que te pasan, esas cosas de las cuales siempre estás quejándote: que por qué a ti, qué fue lo que hiciste, que no te lo mereces, que ya no aguantas más; bueno, todas esas quejumbras que sueles lanzar por tu gran culpa, crees que el destino se ensañó contigo hasta tirarte por el suelo. Armas tu drama digno de un premio Oscar.
No es que te caigas, es que no quieras levantarte; no es quien te lastima, es que sigas con él hasta que te mate; no es que te digan mentiras, es que las creas; no es que te den malos consejos, es que los pongas en práctica; no es que te engañen, es que permitas que lo sigan haciendo; no es que pasen por encima de ti, es que dejes que lo hagan; no es que te vaya mal en la vida, es que no hagas nada para cambiarlo... De ti depende.
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TU VIDA -RECORDANDO LO OLVIDADO-
SpiritualEn este libro encontrarás reflexiones prácticas sobre aprender a vivir, escucharte a ti mismo, vivir en tu propia vida, instruirte para no destruirte, vivir en el amor, buscar tu felicidad en el lugar correcto, dejar de explicar tu vida a los demás...