"Olvida rápido las ofensas. No valen un recuerdo". Diego Américo
En dos palabras se debate la vida humana: problema y solución. Buscamos la solución para hacer desaparecer el problema, si acaso la podemos encontrar. Todo es un problema que debe ser solucionado hasta donde sea posible dicha tarea en nuestra escuela de la vida.
El requisito fundamental para encontrar la solución, es desarrollar la capacidad de entender el problema. No entender el problema es ya otro problema mucho más grande.
La solución se encuentra en el problema. El médico no cura una pulmonía en el estómago o una gripe en los intestinos. Aprendamos a buscar la solución en el lugar correcto: en el problema mismo.
En la escuela de la vida existen tres clases de personas: los que buscan la solución en otros, los que ignoran la solución en ellos y los que buscan la solución en ellos mismos.
Los que buscan la solución en otros: son los que quieren que los demás sean los que hagan las cosas, pongan de su parte o mejoren en algún sentido; creen que todo lo están haciendo bien, no entienden que son dueños del problema que ven en otros.
Los que ignoran la solución en ellos: son los que acusan a los demás de lo malo que les acontece, exigen a otros lo que es su responsabilidad. Dicen: fue por tu culpa, tú lo causaste, mira lo que hiciste, tú solo lo resolverás.
Los que buscan la solución en ellos: estos se formulan una interesante preguntan: ¿en qué fallé? Con este interrogante intentan resolver el problema a partir de los posibles errores que pudieron haber cometido ellos mismos.
Es mejor una solución a tiempo que un problema eterno; pero, más vale una persona en la solución viviendo que en el problema muriendo.
Según esta lógica, cuando hacemos uso de la palabra ofensa, nos referimos a un problema sin solución todavía. Si desglosamos dicha palabra tenemos el siguiente acróstico:
Oscura
Forma de
Encauzar
Nuestro
Sentimiento
A los demás.
Una ofensa es el modo desafortunado en que dirigimos a otros nuestro sentir o parecer.
Una ofensa es un problema porque lleva la intención de herir a quien va dirigida. El ofensor no emite su ofensa para que el ofendido se goce en ella, por el contrario, es para generar su enfado y estimular una reacción malsana.
La ofensa es el problema y su solución está en el ofendido. El ofensor quiere una reacción malsana del ofendido, y mientras no lo permita el ofendido el problema está solucionado.
¿Por qué el problema está en la ofensa y no en el ofensor? El ofensor está en la oscuridad, cuando se tiene luz no se ofende. Además, no estamos para acusar o señalar. Recordemos a Jesús en la cruz: "Perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen". Al ofensor hay que perdonarlo porque no sabe lo que dice.
Dime: ¿podrá la ignorancia ofender al conocimiento?
La solución está en el problema. ¿Dónde está el problema? En la ofensa. ¿Dónde descansa la ofensa? En el ofendido. ¿Dónde está la solución? En el ofendido. ¿Por qué en el ofendido? Porque el ofendido debe discernir con la claridad del conocimiento el ataque proveniente de la oscuridad.
Así que, cuando alguien abra su boca para lanzarte un hiriente conjunto de palabras ofensivas, analiza si están a tu altura y si logran su objetivo de ofenderte y sacarte de tu alta posición de ser humano respetuoso de tus semejantes. No te iguales con quien no te quieres parecer.
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TU VIDA -RECORDANDO LO OLVIDADO-
SpiritüelEn este libro encontrarás reflexiones prácticas sobre aprender a vivir, escucharte a ti mismo, vivir en tu propia vida, instruirte para no destruirte, vivir en el amor, buscar tu felicidad en el lugar correcto, dejar de explicar tu vida a los demás...