Capitulo 4

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-no voy a dejarte tranquila hasta que no seas la de antes- en ese momento reconocí la voz de Ben. Me obligo a pararme agarrándome por las muñecas.

-¿Qué quisiste decir con eso?-dije deteniéndome al pie de las escaleras. Me jalo de las muñecas hacia arriba pero yo seguía luchando contra él; no me gustaba la idea de ir a los cuartos pero sentía que cada hueso, tendón y musculo se rompían debajo de mi piel.

-ese bebe no va a nacer; vas a tener un accidente y ninguno se va a tener que hacer cargo- dijo distrayéndome por completo haciendo que deje de luchar por un segundo. Él aprovecho el segundo y volvió a tirar de mi haciendo que me callera de cara a las escaleras. Otra ráfaga de escalofríos y dolor me recorrió. El labio me había empezado a sangrar en el lugar donde choco con la cerámica de la escalera.

  Llego a mi habitación tirando de una versión traumada de mi misma. Necesitaba ayuda; sin que Ben me vea le mande un mensaje a Lucas: “SOS”. Tire el celular debajo de mi cama y por mala suerte empezó a vibrar a la entrada de un nuevo mensaje de texto. Ben me miro con cara de odio y me empujo hasta una pared con mucha fuerza.

-¿Dónde está tu celular?- me grito. Cerré los ojos con fuerza y mire para el costado- ¿Dónde?- volvió a exigir.

-no lo sé; estaba ordenando cuando llamaste- crucé los dedos detrás de la espalda. Ben volvió a empujarme contra la pared más fuerte que antes. Lo hizo varias veces más hasta que le jure que no sabía; estaba al borde de las lágrimas cuando el teléfono volvió a sonar, esta vez era una llamada.

-mentirosa- me grito empujándome de nuevo contra la pared y yendo a buscar el celular debajo de la cama. Sentí como se habría la puerta de calle; el leve chillido me dijo que era Lucas. No había otra persona en el universo que pudiera hacer que esa puerta no chillara tanto.

  Ben pareció no escucharlo y le agradecí a dios por eso. Conté los escalones mientras él los subía; los dos sabíamos que el cuarto y el séptimo escalón crujían asique siempre que me escapaba o el venia por las noches salteábamos esos escalones.

  Uno, dos, tres, salto el cuarto, cinco, seis, salto el séptimo, ocho, nueve, diez. Faltaban solo doce escalones más; once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno y veintidós. En cinco pasos a lo Lucas estaría en la puerta de mi cuarto. Y en ese momento entro.

  Ben no podía creerlo; lo odiaba con todo su corazón y Lucas a Ben también; era un odio mutuo.  Ben se abalanzó contra Lucas pero él se lo saco de encima como a una mosca. No pensé en que Ben y Lucas se estaban peleando si no en lo tonta que fui dejando a Lucas y eligiendo a Ben. Todavía lo quería como algo más que un amigo ¿Por qué lo había dejado? A veces tomaba decisiones tan inútiles que ni yo las entendía; Lucas fue todo para mí todo este tiempo, no necesitaba a Ben; al único que quería era a Lucas y lo había dejado ir como una tonta.

  Un tirón en el brazo me despertó de mi ensoñación. Ben me abrazo y lo empuje lejos con todas mis fuerzas. Me deje agarrar por Lucas y me escondí detrás de él. Ben salió de la casa amenazado de muerte y mirándonos a ambos con odio.

Lucas de verdad podía ser un verdadero psicópata si se trataba de mí. Me dolía la muñeca y el brazo de tanto tirar para soltarme y de tanto que Ben me lo jalo; me dolía también todo el cuerpo en sí pero más que nada el corazón. Había sido una verdadera tonta dejando a Lucas, que me había perdonado a pesar de todo y me había ayudado siempre que tenía un problema; por pequeño que sea; y que me estaba secando las lágrimas y abrazándome en ese mismo momento.

Me sentía a salvo entre sus brazos, aun lo amaba tanto como antes, más en realidad. Nunca había amado a alguien así, y si eso no era amar no sé qué seria.

Estire mis brazos a su cuello y lo abrace fuerte, en me tomo por la cintura y no hizo ni el más mínimo esfuerzo por soltarse cuando me acerque más a él. Llore a gusto entre sus brazos y después de un momento, cuando logre calmarme, me anime a mirarlo a los ojos.

-¿estas mejor?- pregunto.

Le respondí asintiendo con la cabeza en un gesto para nada convincente, me volvió a secar las lágrimas como tantas otras veces lo había hecho. Ninguno de los dos aguantaba más guardar lo que sentíamos, no soportábamos la vida sin el otro; entonces volvió a hablarme.

-perdón- dijo.

-¿por qué?- yo era la que debía pedir perdón, no él. Yo lo había dejado, yo había cagado todo, NO EL.

-por esto- dijo dejándome como tonta sin entender, ¿a qué se refería?

Se acercó de apoco a  mí, lo conocía lo suficiente, era Lucas el que estaba con migo y entonces lo entendí.

Sus labios chocaron con los míos y se sintió perfecto, tan perfecto como siempre que nos besábamos, sus labios encajaban en los míos como si los hubiesen pensado para que se uniesen en un desesperado y a la vez tierno beso, mi cuerpo se amoldaba perfectamente al de él y todo se sentía bien, como si no tuviera problemas, como si tuviera todas las razones para ser extremadamente feliz.

Quise detener el tiempo, quedarme así por siempre; guardarlo en mi memoria como uno de mis mejores recuerdos. Pero entonces sonó el teléfono.

Lucas y yo miramos el teléfono como si quisiéramos destruirlo pero no dejo de sonar asique fui a atender.

-¿hola?- pregunte.

-hola hija ¿Dónde tenés el celu?-pregunto mi mama.

-no se ma, ¿por?- dije ya aburrida.

-porque te mande un mensaje y hasta te llame y no atendiste- explico.

-lo deje arriba, ni idea- respondí- ¿Qué querías?

-mira, la cosa es así, hoy tengo una cena de negocios en la empresa y no creo que llegue a casa hasta las doce- mi cara denoto desilusión.

-ufa- me queje- no tengo ganas de estar sola todo el sábado- menos después de lo que había pasado con Ben hacia un rato.

Lucas estaba escuchándolo todo al lado mío, siempre ponía el auricular para que escuchara, así siempre era más fácil decirle las cosas después; además, él podía abrazarme mientras hablaba por teléfono y si no me interesaba lo que decían era una gran distracción.

-mi amor- dijo mama- decirle a Lucas, preguntale si puede así no estás sola- me dijo.

¿Alguna vez mencione que amo las ideas de mi mama? Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

-está bien, le digo y te aviso- le prometí.

-bueno hijita, cuídate y hasta la noche.

-sí, sí, chau-dije y corte

-¿entonces?- le dije a Lucas- ¿te quedas?

Al borde de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora