Capitulo 13

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Esa noche no volví; mama y papa necesitarían tiempo para hablar asique solo llame y les avise que pasaría la noche en casa de Lucas. De esa forma nosotros podríamos hablar hasta tarde ya que ese jueves era feriado.

Pero al llegar a casa de Lucas no encontramos con algo, ¿cómo hacer para que esto suene bien?, inesperado. Una tía de Lucas había llegado desde Córdoba, con su hija de diez años. Hacia fácil tres o cuatro años que no se veían y que cayeran de pronto no representaba nada bueno.

Lucas, por su parte, siempre había sido el que hacía que su familia no se derrumbase; siempre cuidaba de todos y la alegría que siempre estaba presente en su mirada hacia que todas las cosas se vieran de un lado más positivo.

Allí estaba Marisa; tía de Lucas, y también Carla; única prima de él, y estaban ahí porque Ramiro; papa de Carla, había fallecido y ambas necesitaban apoyo. Marisa estaba demasiado triste; lo veía en si caray no quería estar sola con su hija ya que podría hacerle mal. Asique se quedarían unas semanas en casa de Lucas; bien, estarían controlándonos todo el fin de semana largo.

Para que se entienda mejor; Marisa es la persona más anticuada de la faz de la tierra; según dicen está un poco loca. Recuerdo que la última vez que vino; cuando teníamos quince años, no quería que usemos internet; y no importaba la edad que tuvieras porque “internet solo sirve para que los chicos sean más tontos y sepan cosas que no deberían saber” como dijo ella. Claro que nosotros sabíamos esas cosas sin necesidad de entrar a internet; Lucas y yo ya lo habíamos vivido para cuando todo eso paso.

Ella no estaba de acuerdo con que los chicos tengan celular, porque cuando ella era chica “esos aparatos no se usaban y todos éramos más felices” según Marisa no estaba bien tener un novio si no se estaba seguro de que sería para siempre y que no había mujeres que fuesen capaces de ser amigas y solo amigas con el sexo opuesto, y viceversa; pero a mí me conocía desde pequeña y sabía que entre Lucas y yo “jamás podría pasar nada”. Lo repito por las dudas: JAMAS PODRIA PASAR NADA; de todas formas; tendríamos que cuidarnos de que hablar mientras ella este cerca.

Saludamos tanto a Marisa como a Marina ¿Cómo iba a hacer Lucas para decirle a su mama que yo me quedaba?

-ma- dijo algo dudoso- vení dos segundos que tengo que hablar con vos- la tomo por un brazo delicadamente y se la llevó al cuarto. Yo en cambio me dirigí al cuarto de invitados y así evitaba las preguntas de Marisa.

-¿Lucas que paso?- escuche que dijo Marina en la habitación de al lado- ¿sabes cómo es Marisa?

-que paso te pregunto a vos ¿Por qué no me avisaste que venía?- se quejó él.

-porque no pude; llego sin avisar y empezó a llorar; no podía decirle: para que llamo a mi hijo así no trae a lucia; además murió Ramiro y hay que estar con ella.

-u- respondió el estirando esa letra- y por Marisa no te preocupes; ella cree que aun somos amigos.

-¿y no son amigos?- pregunto su mama sin poder creerlo.

-no; hoy volvimos- le explico él.

-¿Cuándo me ibas a avisar?- dijo alegre.

-bueno ma para; ¿Cómo hacemos? Lu se iba a quedar en casa; además Marisa se puede dar cuenta; ya está de cuatro meses.

-no importa, vos vas a dormir en el piso y listo ¿Cómo le dieron los análisis? ¿Está todo bien?

-si ma, está bien, no te preocupes. Volvé allá- dijo él y yo entre rapidamente al cuarto y salude a Car. Escuche como se abría la puerta y salían cada uno por su lado. Entro en el cuarto de invitados y saludo a Car con una alegría un poco fingida pero tratando de hacer que la pequeña se sienta mejor.

-estoy agotada; lo peor es que no sé por qué.

-creo que yo si- dijo a mi oído mientras miraba mí, ahora, enorme panza. Apoye mi cabeza en su hombro y deje que pasara su brazo por detrás de mi espalda y que lo apoye en mi cintura. Por otro lado; odiaba estar gorda. Toda mi vida me había estado cuidando y ahora parecía un mamut; me veía horrible.

Ambos habíamos cenado más temprano asique fuimos directamente a la habitación de Lucas cuando Marisa y Car comenzaron a comer.

Mientras Lucas tiraba un colchón en el suelo con nada de ganas, yo me acomodaba en el medio de su cama riendo al verlo tan triste de tener que dormir en el piso.

-¿de verdad vas a dormir ahí?- pregunte entre risas burlándome de él.

-¿tenés otra idea?- dijo acercándose lentamente.

-más divertida para mí, no; mas cómoda para vos, si- le respondí dejando que tomara mi rostro en sus manos.

-¿Cuál?- dijo acercándose un poco más.

-obligame- lo burle.

-bien; muy bien lucia. Si vas a jugar sucio; voy a tener que obligarte- dijo el dándome un beso; muy dulce y tierno. Y yo no quería que ese momento acabara nunca, no quería que él se alejara de mí. Pero de todas formas termino. Si tenía que negarle la respuesta toda la noche para que siguiera besándome lo haría; no tenía problema.

-¿ahora me vas a decir?- pregunto suavemente.

-nop- dije haciendo estrellar la “p”.

-¿aún no piensas rendirte?- dijo haciendo que riera.

-nunca.

-entonces voy a tener que cambiar de técnica; y quizá esta vez sea un poco más… como decirlo ¿bruta?- dijo mientras se alejaba de mi provocando una angustia enorme en mi pecho.

-¿y que me vas a hacer? Mira como tiemblo- dije recuperándome y volviendo a hacerle burla.

Y en realidad no sé cómo lo hizo, todavía no le encuentro una manera lógica; porque en pocos segundos, el colchón él y yo estábamos en el piso, los dos muertos de risa, el seguramente por mi cara y yo por la sensación que me había producido el estar cayendo. Además su risa era de lo más contagiosa. Y entonces volvió a besarme, y en ese momento ninguno de los dos reacciono lo suficientemente rápido. Car había entrado en la habitación, y si se iba, le contaría todo a Marisa.

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Súper perdón chichis… siempre atrasada, lo sé. Pero espero que para la otra semana ya sea un poco más “puntual” por así decirlo. Si quieren puedo tratar de hacer maratón pero ustedes decidan; díganmelo por los comentarios… les quería agradecer a todos los que leen; ver cómo van subiendo los números te llena de alegría de una forma extraña.

Los súper quiero a todos

Al borde de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora