C A T O R C E

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7 años atrás...

Ivy estaba más que furiosa, Pues sólo le habían otorgado el 50% de la fortuna de Carlos, mientras que La castaña se había quedado con el otro 50%, la presidencia de la empresa "Jewelry Kopelioff" y todas las propiedades que fueron compradas por su padre en vida.

Habían dos únicas formas plasmadas en el testamento de que Carolina no recibiera sus beneficios: Que se opusiera a estos y así llegaran a pasar a ser de Ivy o que llegara a Fallecer.

En este caso su edad no seria un problema, pues su padre había dejado bien específico que no era necesario que cumpliera la mayoría de edad para que recibiera lo que le correspondía.

Los tres salieron del despacho. Ivy no podía más con el enojo que traía, ella anhelaba el poder y por culpa de esa mocosa, la que tanto odiaba, no lo tendría.

Una idea cruzó por su mente. Carlos no estaba ¿ahora quien la defendería? Sonrió maliciosamente mientras seguía su camino hacia el auto, con la pareja caminando detrás de ella. Llegaron al auto  y en silencio subieron a este.

Al llegar a Casa, la mujer subió inmediatamente al segundo piso de ésta, dejando solos a Carolina y Agustin en el living, no podía perder tiempo.

Ambos se sentaron sobre el sillón, abrazándose el uno al otro.

—¿Estás feliz? — preguntó Agustín en un susurro, mientras acariciaba el cabello de su novia.

—¿Feliz por qué? —preguntó ella un tanto confundida.

—Ahora eres la dueña de todo linda, ¿Estas feliz por eso?—volvió a preguntar.

—Sabes perfectamente que el poder y el dinero le importan
poco— respondió. Agustín sonrió, su novia era tan diferente a las demás, a todas esas chicas con las que su madre alguna vez lo obligó a salir, superficiales e interesadas.

—Eso es lo que más me gusta de
ti— le dijo y tocó la punta de la nariz de la castaña con su dedo, haciéndola reír.

—¿El que? — alzó una ceja, ella quería escucharlo.

—Que seas así. Diferente, única — sus palabras lograron ruborizarla, ésta sonrió, al igual que él.

—No me gusta ser como todas, es eso— sonrió.

—Lo se, y eso me encanta — subió su mano a su rostro y con su pulgar comenzó a propinar suaves caricias en su mejilla.

—Tu me encantas a mí — dijo ella mientras rodeaba el cuello de Agustín con sus brazos.

—Y tu a mí, bonita — sonrió y dejó de acariciarle el rostro para bajar ambos brazos a su cintura y rodearla con éstos.

—A pesar de todo lo que me está pasando en estos momentos de mi vida me haces sonreír, me haces feliz. Te amo demasiado Agustín— susurró con una sonrisa mientras bajaba la mirada a los labios de Agustín, sus rostros estaban a escasos centímetros y sus respiraciones chocaban entre sí.

—Ese es mi objetivo princesa, hacerte feliz. También te amo, demasiado, más que eso.— susurró y lentamente acortó la distancia que los separaba, uniendo sus labios en un beso, tierno y dulce, repleto del amor que ambos sentían.

Tuvieron que separarse al momento de escuchar la garganta de una persona aclararse, era Ivy.

»¿Tenia que interrumpir justo en este momento?« pensó Agustín.

La mujer cargaba con dos maletas mientras sonreía. Malicia. Eso era lo que reflejaban sus oscuros ojos llenos de secretos. Agustín y Carolina intercambiaron miradas, ¿Que era lo que estaba pasando?

Ambos posaron sus miradas sobre ella notoriamente confundidos.

—¿A dónde vas, mamá? — preguntó Agustín arqueando una ceja.

—No, Cariño la que se va es
Carito— rió.

»Ahora si se que se volvió loca «
 pensó Agustín.

La castaña se levantó rápidamente del sillón, colocándose frente a esa mujer— ¿Que?
¿A que te refieres?— preguntó ella sin entender. ¿A donde debía irse? ¿Por qué?

—No pienso compartir contigo lo que me pertenece, por eso tienes que irte lejos, y no volver jamás—
Soltó ella sin escrúpulos, fría, y ambiciosa como siempre.

»No volver Jamás« retumbaba en la cabeza de Carolina una y otra vez. No podía, no quería y no pensaba alejarse. ¡NO! 

Mi nombre es Venganza | AguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora