✤; Capítulo 5.

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― ¡Y luego le comenzó a salir leche por la nariz! ―NamJoon se estaba carcajeando junto a SooYeon.

― ¡¿En serio?! ¡Dios! ―Eran puras carcajadas las que se escuchaban dentro de todo el local. Sin embargo, como la gente no acudía mucho a ese café muy seguido, a las pocas personas que se encontraban ahí no les incomodaba en demasía las horribles risas de sus acompañantes.



Duraron como veinte minutos contándose chistes y bromeándose entre ellos. Como lo hacían mucho antes.

Hacía tiempo que ninguno reía de esa manera. Y qué decir, juntos eran tremenda bomba nuclear.

Por eso en su época escolar los llamaban "El dúo hurricane". A pesar de ser un bonito apodo para ambos, lo que más sobresalía es que aquello era cierto.

Durante esos tiempos ellos eran el desastre de su institución.



―Regresando al tema principal ―decidió parar SooYeon―. ¿Qué quieres regalarle a tu marido?

―Quisiera realizar una cena romántica, pero ya sabes... Yo no sé cocinar.

―Lo sabe medio mundo, NamJoon ―tomó de su jugo de naranja.

El moreno comenzó a ordenar las cosas en su mente, de verdad quería prepararle algo lindo a su esposo.

Algo digno de un décimo aniversario.

― ¿Y quieres que yo prepare todo? ―SooYeon enarcó su ceja derecha.

―Te pagaré, ¡lo prometo! ¡Por favor! ¡Es muy importante! ―estaba a nada de arrodillarse y llorar.

―No te preocupes por eso. Tu sufrimiento será la mejor paga que tendré en mi vida ―sonrió.



Y así se decidió todo.

NamJoon y SooYeon fueron al centro comercial a comprar vegetales, carne y demás cosas para la cena que sorprendería a SeokJin.



―Te lo suplico, YoonGi. Sólo sal con tu madre a no sé dónde y deja sola la casa. Por favor ―hablaba NamJoon con su hijo vía telefónica.

¿Y aguantar de nuevo a ese tipo? Ni loco. Ya ni sé cómo sobreviví hoy en la panadería ―se quejaba el menor.

―Pídele ayuda a Kookie, pero por favor salgan de la casa. De paso que Tae se libera del estrés de un recién nacido.

Estás diciendo incoherencias, papá ―sonó la voz de JungKook.

―Kookie, Suga, por favor ―el tono de voz de NamJoon era demasiado suplicante, quizá porque ya tenía experiencia.

Está bien ―se rindió YoonGi―. Pero luego espero veinticinco encendedores, diez cajas de fósforos, siete galones de gasolina, cuatro navajas y nueve máscaras de gas en mi cuarto mañana.

Y yo una rata de mascota ―interfirió JungKook.

―Claro, lo que pidan, hijos. Gracias a los dos.

De nada ―repitieron al unísono ambos menores.



NamJin ― Did you miss me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora