✤; Capítulo 8.

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Kim SeokJin se encontraba corriendo por las afueras de la pequeña ciudad en la que vivía, chocando con varias personas pero enviando todo al infierno solo por continuar con su huida de aquel lugar que el consideraba un hogar. Ya veía que no... se había equivocado respecto a eso.

Tantos años como casados y él como tonto creyendo todo lo que le decía. Respondiendo que también lo amaba, que serían felices uno al lado del otro, que lo perdonara por haber dudado de él, que lo extrañaba, que le besara... que era el amor de su vida. Y ahora todo eso se fue al carajo por culpa del mayor. No, por culpa de él y su "mejor amiga".



Recibió una llamada y de tan solo ver el nombre le daban ganas de vomitar. Sin embargo, tuvo el coraje de responder de una forma aparentemente desesperada. ¡Esa maldita le iba a escuchar todo lo que tenía que decirle! ¡Obvio que lo haría!



¿Hola? ¿Jin? JungKook me llamó y me pidió que te llamara con demasiada urgencia, ¿está todo bien? ―la fémina sonaba preocupada. Para que le llame el menor y no NamJoon significaba algo serio.

― ¿Y todavía tienes el descaro de llamarme? Ah, claro. Como a ti ya no te importa nada, tienes esa jodida valentía de hacerlo. ¡Así como tuviste el cinismo de seducir a mi esposo a cometer atroz infidelidad! ¡DESPUÉS DE TANTOS AÑOS DE MATRIMONIO, MALDITA ZORRA! ―iba a desahogarse en plena calle pero eso ya no le interesaba.



SooYeon se quedó callada por unos segundos. Tenía que procesar todo lo que estaba ocurriendo y responder de una manera tranquila y no molestarle para así no empeorar las cosas. Era mejor dialogar antes de llegar a una pelea que podría terminar de muy mala manera para ambos, incluyendo a la familia de su mejor amigo.



Antes que nada, cálmate, ¿sí? Luego, te explicaré, o mas bien, te diré que eso es mentira. Yo no me metí con tu esposo, mucho menos soy una zorra. Está bien que me gustara NamJoon en mis épocas de primaria pero ahora mismo yo amo a otra persona y siempre le deseé su bien a NamJoon. ¡Es mi mejor amigo y está casado contigo! ¡Yo no sería capaz de... de hacer algo como eso! ―su tono de voz sonaba autoritario. Y es que tenía que hablar de esa manera, de lo contrario Jin no le iba a creer.

― ¡Mentirosa! ¡Maldita puerca asquerosa, me repugnas! NamJoon y tú se irán directo al infierno por esto... ¡ME LAS PAGARÁN MALDITOS HIJOS DE PUTA! ―está bien, se descontroló. La gente se alejó de él y poco a poco fueron desapareciendo de su vista, o es que era por las lágrimas que ya no podía ver a alguien.

¿Es por la foto? ¡Dios, Jin! ¡NamJoon estaba muy emocionado porque esa cena era para ti! ¡Tan solo hubieses visto lo muy nervioso y emocionado que estaba de tan solo pensar que te encantaría todo lo que preparó! ¡Hasta me pidió ayuda, Jin! Por favor... No hagas algo de lo que ―colgó, a plena respuesta que le hizo molestar de nuevo. Estaba ciego, y aparentemente sordo, por los celos.



Continuó su camino hasta llegar al Parque Nacional de Bukhansan, que se encontraba a casi miles de diablos de distancia de su supuesta casa. Se recostó sobre el césped y gritó. Gritó tan fuerte que hasta la policía podría haber pensado que alguna persona cayó desde un décimo piso. Y es que eso le hizo bien, a parte de llorar.

Pasó un buen rato de esa manera, cubriéndose el rostro y dejando que aún más lágrimas cayesen por sus mejillas terminando por morir en las pequeñas hojas del, ahora mojado, césped.

NamJin ― Did you miss me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora