El bosque casi eterno de Wilton subía hasta casi la frontera con otros estados, parecía infinito únicamente lo detenía el rotundo pueblo en medio de casi nada. Dos carreteras llegaban a el pueblito, he hecho los aserraderos también eran otra base económica, muchos camioneros con monta cargas de troncos iban y venían de Wilton a Solway, otro pueblo cercano con hasta menos habitantes de los que poseía Wilton.
Un pequeño convoy de troncos de pino eran llevados por la vía rápida a Solway para procesarse, tres camiones en donde tenían esa especie de extensión para trasladar productos, los tres estaban llenos de pinos, la carretera yacía sola como la una. Robert Bernstein un hombre mayor de unos treinta y tantos años de sobre peso y gorra roja con hoyuelos que dejaban salir sus pocos mechones de pelo. Aún comiendo un pedazo de pastel que en la mano derecha poseía mientras la izquierda tomaba el volante del gran vehículo venía tarareando canciones country mientras así el sol se ponía lentamente sobre la tarde. Los árboles a los lados del camino llevaban a un profundo bosque verde y casi interminable, el camión era de color rojo carmesí, los de atrás azul y verde oscuro. El logo de la puerta derecha mostraba un oso con sombrero de guardabosques que a los hombros cargaba unos arboles oriundos de Solway junto a su respectivo emblema que distinguía a este pueblo de Wilton.
El pedazo de pastel rebozaba de crema batida por su mano, casi al terminarlo recibe una llamada de radio de Juan, el de camión azul.
- Oye gordo, lleguemos rápido, mi esposa está preparando la cena y me está dando hambre
- Gorda tu madre, yo también estoy cansado imbecilVoces roncas y agitadas de tanto tomar café para mantenerse despierto, eran las seis y pico, conducían desde las tres y ninguno dormía desde la noche de ayer, dos cafés expresos estaban en las ranuras para vasos del camión rojo, Rob acabando su postre toma uno de estos y conduciendo, destapa el primer café y consigo lleva un sobre de azúcar, lo abre con los dedos obesos y echa la glucosa a el café, con un pitillo casi largo mueve circularmente la mano para darle dulzor a la bebida. Antes de acabar vuelve a tomar el control del auto con la mano derecha, la izquierda sostiene el café y lo bebe a sorbos grandes, estaba ya frío.
- ¿Sabes? ~ Dijo Juan a través del radio
- ¿Qué? ~ Preguntó Robert
- Se está haciendo tarde, y el pedido es para las nueve en punto
- Tomemos velocidad entonces
- La vía no permita más de 40 km/h
- No importa, ya son casi las siete y falta más de tres horas para llegar, no nos van a pagar
- Tienes razón; oye Barto vamos más rápido
- Está bien ~Respondió el de verde
Los camiones al unísono funcionaban bien, la vía estaba sola, casi de noche. Solamente el gran lago a la derecha del camino, la música a alto volumen para evitar mareos por el sueño y un café casi por la mitad.
- ¿En esta vía no hay mapaches? ~ Preguntó Robert
- Ninguno, no hay mapaches por la zona, y si hay: es una triste falacia. Puede que hayan osos por el bosque, pero los mapaches están casi extintos por aquí, el enemigo natural los acabó ~ Respondió Barto
- Sabes mucho del tema Barto ~ Dijo con sarcasmo Juan
- Pues si, gracias a las revistas aquellas amarillas- ¿Nat Geo?
- Esas mismas Juan
La mano de Robert temblaba poco, algo anormal. No padecía ninguna enfermedad neuronal como para que le temblara la mano así tan de repente, un pequeño malestar en los oídos, como si zumbara un zancudo cerca de él. Aparto con las manos una posibilidad de que hubiera un mosquito que entró por la ventana media abierta, movía con su mano en sima del hombro de forma circular. El zumbido no cesaba, casi intenso, Robert movió su cabeza lado a lado para quitarlo, y funcionó. La radio permanecía activa mientras Robert se quejaba.
- Robert que te pasa...
- Ehh, nada Juan
- ¿Todo bien?
- S-si
El camión se movió un poco a la derecha, y después retomó el rumbo ante la carretera, los troncos se movieron por el giro tan brusco.
- ¡Hey Rob! ~ Gritó Barto
El camión se movía de un lado a otro, el zumbido cada vez más fuerte invadía la cabeza de Robert, en la vía un mapache muerto yacía casi descompuesto, todavía lloviendo y de noche, un caucho delantero pisó el mapache, junto a otro movimiento brusco y el asfalto mojado hicieron que se desviara y fuera a un lado del camino, un frenon violento disparó varios troncos hacia atrás, dos de ellos pasaron por debajo del camión Azul, este se levantó, y de nuevo tocó el piso, los mismos restos de troncos pasaron más debajo y soltaron la carga, el camión verde fue impactado por la carga del azul, el conductor salió disparado por la ventana y se dobló cuando golpeó su torso con el tronco que sobre salía de la carga de Juan, la cabeza se hundió hacia atrás, la médula espinal se torció y las piernas pasaron por los hombros de Barto, un crujido sonó como madera triturándose, Juan con el impacto al caer el camión al suelo, este se movió unos metros y giró, intentando tomar el rumbo con giros desesperados la carga se volteó, era más pesada que el camión que hizo que también este se volteara, no llevaba cinturón de seguridad, cayó diagonal en dirección a Robert, raspando el suelo un tronco entró por la ventana de Juan y le aplastó el pecho, la mirada blanca delataba dolor y frialdad, Robert aún con los zumbidos fuertes, que le nublaban la vista conducía por el camino verde, varios arboles fueron volcados, de pronto chocó con unos más resistentes, el impacto llevó a Robert a el volante golpeado su cuello con este y cayendo de lado con la traquea rota. Las manos aún temblaban, solamente quedó como testigo la catástrofe en la calle, la sangre derramaba por el cuerpo de Barto, un tronco entraba por la ventana de Juan y el camión rojo desapareció colina abajo.
Dos sombras al lado del camino esperaban con ansías tal hecho, alargadas y deformes, como las de la parca, desnudas e invisibles. La única luz era la lunar, el sol se apartaba poco a poco escondiéndose entre el horizonte. El mapache putrefacto aún estaba en la rueda de Rob, no tenía ni forma, la vía seguía tan sola como la encontraron, una llamada repicó en el teléfono de Barto que permanecía en su bolsillo, en los contactos "Amor", una melodía rítmica, molesta y rápida, acompañada de arpegios de piano en orden decreciente, todavía las manos de Rob movían sus dedos, con espasmos musculares y botando en sus ojos unas cortas lágrimas negras. Un viento sereno sopló la noche y las hojas cayeron marchitas, el sol se escondió para dar lugar a la solitaria luna. Como si de un perfecto plan se tratara para acabar con la vida de estos hombres, no había salido de Wilton cuando sucedió, ni estaban cerca de llegar a Solway, justamente a las siete en punto el destino tomó parte de sus vidas, guardando sus almas en el limbo. Ningún auto movil pasaba la carretera, ningún coyote, o ave estaba afuera, el lago también estaba inmovil. Una ilusión del tiempo y el espacio, hasta parecía eso. Todo se detuvo en el momento de la colisión, el auto de Rob empezó a echar humo negro que consigo prendió el pequeñas flamas, estas incendiaron un primer árbol que seguía hasta abajo con los restos quemados prendiendo los demás.
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Los oscuros
HorrorEn lo más rotundo de una eterna oscuridad, se escuchan los gritos sollozantes de lo que alguna vez fué una vida humana, la agonía mientras la bestia maldita come los restos putrefactos de un cadaver en una luz obscura que no se es posible imaginar. ...