El rastro de sangre solo dice una cosa, y si acaso la dice porque es vital que algo pasó la noche pasada o esta madrugada. Habían matado a alguien inocente que solo hacía su trabajo y sufrió de la mala suerte de morir de la peor manera posible. Los oficiales quedaron estupefactos ante el hallazgo, un líquido negro rebosaba de las heridas aún abiertas de James, una especie de sangre oscura que fluía desde adentro del cuerpo. Como era evidente, las grabaciones tuvieron que haber grabado algo ¿No?, para eso estan. El oficial al cargo de la escena se dirige hasta la sala de grabaciones, un pasillo largo en la parte de abajo del negocio. Lleno de tubos a los lados que goteaban, las esferas de agua caían en un piso mojado y humedamente incomodo, Ryan Hetfield, es el policia que se adentra en las tenebrosas y negras sombras dentro del pasillo que parece ser infinito. Paso tras paso, solamente escucha de sus propios latidos y algo le dice que se pondrá muchísimo peor mientras avanza. Las paredes no están pintadas, solamente tienen esa fachada rústica de alguien bastante tacaño que puede pero no quiere pagar a un albañil para mejorar ese cuchitril. Esporádicamente mientras avanza escucha un zumbido en el oído derecho, como cualquier otra persona mueve su cabeza de un lado a otro para quitar el efecto. Se detiene unos segundos inhala y sigue caminando, frunce el ceño como muestra de incognita y se lleva su mano izquierda al cinturón donde tiene una glock, pequeña pero pontente para detener a cualquier drogadicto en un callejón sin salida en una turbia noche. Pero nada más turbio que el camino al parecer infinito mientras en unos pocos metros a cada paso se acerca a la puerta para averiguar como y por qué mataron a James. Ryan traga saliva lentamente, asustado mira hacia atras a la puerta donde entró y sigue abierta, es de esas de metal con una palanquita que parece de gimnasio de escuela. Resistente a muchos golpes de un gordo istérico imbuido en sustancias estupefacientes. Nada pasa atras y sigue dando pasos cortos. Saca la glock y la apoya de la otra mano apuntando en dirección delantera.
- ¿Hay alguien ahí?
Nada ocurre cuando hace la pregunta. El zumbido se hace más fuerte cuando está a menos de tres metros de distancia de la puerta que dirige a la sala de cámaras, un pequeño cuarto que ni a un vagabundo le traería calor durante la noche. El zumbido es más y más fuerte a medias que abre la puerta, la puerta estaba entre abierta y salía del cuarto el mismo liquido que encontraron en el cadaver de James.
- Manos arriba
Dice Ryan mientras abre la puerta con la punta de su bota, la luz yace apagada, Ryan tiene una linterna en el cinturon y la toma, apoya su mano derecha qué es la dominante arriba de la linterna y hace una especie de cruz con estas dos, una alumbrando y la otra apuntando. Esta ya encendida pasa al cuarto y con el codo prende la luz, pero el bombillo no funciona, está titilando como luciernaga moribunda en un bosque marchito. Inhala y exhala lentamente, las tres pantallas que muestran las videograbaciones no muestran nada, solo interferencia de señal tal poltergeist se refiere, se acordó de la pelicula de hace ya unos años, igualmente a mitos japoneses con televisores descompuestos. El monitor tiene una parte abajo en donde al vigilante se le permite apoyar las piernas mientras come comida chatarra y vigila desde adentro. El líquido negro sale de allí, es un lugar pequeñamente profundo y oscuro en donde a ni una rata le gustaría hospedarse. Ryan apunta su linterna allí y no alumbra nada. Camina dos pasos hacia delante y la alarma del reloj suena marcando las 7:30 am, Ryan dá un diminuto salto de asombro y de sorpresa, la puerta se va abriendo lentamente por si sola, el mira de reojo por si alguien está detras de ella para matarle y posiblemente desmembrar su cuerpo ya fallecido. No hay nadie y da media vuelta para atras y salir de ese horrible lugar, cuando los televisores empiezan a sonar muy fuerte, el oficial gira su cabeza para observar que pasa y las cajas de luz hacen más y más ruido con crujidos fuertes y rápidos. La respiración de Ryan se acelera muy de pronto y su corazón late más y más raudo a lo que sale de allí apuntando con su linterna.
- ¿Hola..?
Un gruñido grave suena en la oscuridad, aún así con una pequeña fuente de luz el gruñido es agresivo. Ryan sale corriendo de allí cuando las luces tras él se apagan una por una reventando así los bombillos, los tubos de gas se drenan y cada uno sale disparado a una dirección distinta, Ryan corre más rapido pero la velocidad con la que lo persigue la oscuridad se torna más veloz que él. Dentro de gritos desesperados ya cerca de la puerta Ryan tropieza y cáe, detonando varias veces su arma y soltando la linterna, esta apagándose al instante.
- Ahhgg ¡AAAARRRGGGHHH!
El grito lleno de agonía es doloroso y agonizante cuando la negrura tenebrosa lo arropa. Afueras del restaurant los otros policias oyen los disparos y se dirigen a abajo del negocio. A Ryan se lo lleva alguna cosa desconocida, suelta el arma ya que lo hala por los zapatos, raspa el piso con sus uñas débiles y suelta otro chillído de auxilio cuando se aleja violentamente de la puerta de salida hacia la de el cuarto de las cámaras. La luces empiezan a prenderse en orden de posición. Primero las de la entrada y las va siguiendo hasta la última al final del pasillo. Los tubos de gas se reacomodan y parecen como si nada hubiese pasado. Solamente se es testigo el liquido negro en forma de pezuñas que había perseguido a Ryan cuando trataba de escapar en un intento desesperado de conservar su vida. Los bombillos rotos incluso se reacomodaron cuando las otras personas llegaban a el lugar. La criatura maligna había sido una pesadilla ya para varias personas. Agobiantemente maligna y despreciable cobró dos vidas en menos de un día.
¿La bestia se saciaba de la sangre que consumía? ¿La cosa sin forma se hacía feliz cuando mataba a alguien? O solamente lo hace para comer como digno depredador. Un depredador con pezuñas y largos dedos que reinaban un terror invasivo y negro. Ni un eclipse conocía la oscuridad que aquella criatura era capaz de hacer a cualquier cosa viviente. Por donde pasaba el camino que dejaba era marchito y sombreado. La vegetación desaparecía solamente para hacer presente un sadismo inmensamente infinito que acababa con más y más vida a su alrededor.
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Los oscuros
HororEn lo más rotundo de una eterna oscuridad, se escuchan los gritos sollozantes de lo que alguna vez fué una vida humana, la agonía mientras la bestia maldita come los restos putrefactos de un cadaver en una luz obscura que no se es posible imaginar. ...