Dos meses después.
Por un momento sintió que lo poco que había comido quería salir de su cuerpo. Con prisa se puso en pie y fue a paso rápido al baño ignorando otra vez el dolor. Dentro corrió al cubículo y vacío su estómago en el váter. Bajó la tapa y tomó asiento sobre ella justo cuando Opal y Darla entraban al baño.
–¿Te sientes bien?
Reily negó. Sintió las arcadas nuevamente y tuvo suerte de ser rápida porque sino hubiese hecho un desastre. Mientras vomitaba sintió que alguien le sostuvo el pelo mientras le acariciaba la espalda.
Reconoció que se había sentido mal desde el inicio de la semana pasada, pero ignoró el malestar yendo normal a clases y luego a la cafetería. Las tres ultimas noches se la había pasado quejándose pero luego de que conseguía dormirse el dolor aminoraba, pero ya luego al abrir los ojos el dolor seguía ahí, intensificandose por momentos impidiendole agacharse debidamente ya que se concentraba en el abdomen. Al terminar bajó la palanca y se dejó caer en el suelo recostando la espalda de la pared.
–Estás algo palida –dijo Opal preocupado, tocó su frente y la sintió caliente a la vez que sudoroza –. Darla traele un vaso con agua, por favor –ordenó y la rubía asintió yendo por lo que le habían ordenado –¿Puedes levantarte? –Reily asintió pero de igual forma él la ayudó a levantarse, la acompañó hasta el lavabo y esperó paciente a que se enjuagara la boca. Al tomarle la mano nuevamente la notó demasiado caliente. Salieron del baño y llegaron hasta la barra donde la dejó sentada en un banquillo y fue por su bolso hasta la mesa que estaba ocupando.
Reily, internamente se alegró cuando Keid se acercó a ella para preguntarle que pasaba, la preocupación brotaba de ella sin que pudiera hacer nada para ocultarlo. Darla justo llegaba con el agua así que procedió a decirle a Keid lo que había pasado mientras obligaba a Reily a tomarse el agua. Al terminarse todo el vaso ella apoyó los brazos en la barra y descanzó la cabeza en ellos empezando a tiritar por el frío que sentía y por el dolor que se hacía cada vez más agudo en su abdomen, los parpados le pesaban así que cerró los ojos mientras Keid le acariciaba el cabello notando, igual que Opal, lo caliente que estaba y eso la hizo preocuparse aún más.
–Ya tengo todas tus cosas –dijo Opal al volver por Reily.
–¿Qué piensas hacer? –cuestionó Keid.
–Haré que una de mis hermanas la vea, de algo tiene que servirme que dos de tres se hayan hecho medicos –dijo aliviado solo por eso. Miró a Reily quien respiraba lentamente y parecía haberse dormido –. Si quieres puedes acompañarme –le ofreció mirandola directo a los ojos pero Keid negó.
–Confío en ti más que en ella, apuesto que llevaba días sintiendose mal sin decir ni una sola palabra –dijo mirandola con un poco de reproche –Solo cuidala, por favor –murmuró volviendose a mirarlo.
Él asintió y le pasó el bolso cuando ella se lo pidió así que bajo la atenta mirada de algunos tomó a Reily en brazos y se dispuso a irse justo cuando una tormenta impactó su camino.
–¿A dónde vas? Quiero hablar contigo –dijo calmada.
Mal-di-ción pensó. –Jennet, si te das cuenta este no es el mejor momento –dijo comenzando a caminar pero ella se le interpuso.
–¿Quién es ella? –cuestionó frunciendo el ceño –¿Es una de tus empleadas? ¿Desde cuando el jefe tiene esta confianza con los empleados? ¿Por qué tomarse tantas molestias? –preguntó con segundas intenciones.
–No es mi empleada pero si familiar de uno de ellos, ahora quitate porque tengo que llevarla con un médico –insitió pero ella solo se quedó allí parada. Keid bufó molesta, dio una paso para salir de detrás de Opal y la empujó levemente.
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OPAL (en edición)
RomancePara llegar a los caminos del amor a veces necesitamos empujes. Portada por @BPEDITORIAL No al plagio. Sean originales.