Epílogo

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Opal se apartó y le acarició el rostro –Quédate conmigo –le pidió en un susurro. 

Ella abrió la boca tomando aire, sin dejar de mirarlo asintió, tomados de la mano caminaron devuelta a la cafetería en un silencio reconfortante, Reily no dejaba de mirarlo embobada mientras mentalmente se decía que debía llevarlo con su familia. Al llegar al lugar Opal fue a la oficina por algunos papeles y su portatil, volvió a la barra y le pidió a Darla que le empacara algunos trozos de tarta y algunas galletas. Cuando todo estuvo empacado se acercó a ella para pedirle que se hiciera cargo de cerrar ese día mientras le pedía por ahí mismo que se hiciera cargo al día siguiente de igual manera. 

Aunque fue un trayecto corto Opal se empecinó en caminar con las manos unidas causándole gracia a Reily. De camino a su apartamento fueron por pizza y algunas cosas más que a él le hacían faltan. Al llegar dejaron las cosas en sus respectivos lugares y tras quitarse medio kilo de ropa, tomaron asiento en el sofá y mientras comían no dejaban de verse. 

–¿Qué hiciste en tu cumpleaños?–cuestionó él. 

–Trabajar –respondió en un suspiro antes de llevarse un trozo de pizza a la boca–, ¿tu?

–Trabjar igualmente–respondió luego de darle un trago a su coca cola–, deberíamos celebrarlos juntos.

–Dale, ¿cuándo? 

–Empezaremos hoy y terminaremos mañana –ella rió ante su ocurrencia y Opal se acercó a ella para besarla –, pasaremos todo el día juntos porque me lo debes –dijo en medio del beso, Reily asintió devolviéndole el beso con ímpetu, se movió hasta sentarse sobre él, le tiró del cabello solo para escucharlo gruñir y le mordió el labio cuando tuvo oportunidad. 

Salió del baño y se quedó mirándola fijo mientras dormía, se acercó más y terminó tumbándose nuevamente a su lado apenas si eran las diez de la mañana pero afuera parecía que se desmoronaba el cielo pues la nieve caía con furia hasta el suelo

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Salió del baño y se quedó mirándola fijo mientras dormía, se acercó más y terminó tumbándose nuevamente a su lado apenas si eran las diez de la mañana pero afuera parecía que se desmoronaba el cielo pues la nieve caía con furia hasta el suelo. Delineó su rostro que se encontraba ladeado y suspiró enamorado, se agachó un poco y dejó un beso en su cabeza. La sintió removerse y cuando volvió su vista a ella sus ojos se encontraron, nunca en su vida se había sentido tan agusto y tan agraciado, pues sentía que Reily era mucho más de lo que merecía, pero era egoísta y pensaba quedarse con ella todo el tiempo que pudiera, le acarició el rostro y sin dejar de mirarla habló.

–Casate conmigo –dijo serio. 

Con sus palabras Reily salió del letargo somnoliento en el que estaba y lo miró más despierta–¿Qué? 

–Casate conmigo, Rei –la empujó para colocarse encimada de ella y poder mirarla mejor. Echó su cabello lejos de su cara y apreció su belleza como si la viera por primera vez –. Quiero despertarme y tenerte a mi lado siempre. No quiero tenerte lejos porque ya sé como es vivir sin ti, así que ahora que te tengo aquí y así no puedo dejarte ir. No puedes dejar el cielo luego de conocerlo, Rei. Casate conmigo –le dijo por tecera vez.

Ella se tapó el rostro con las manos para que no la viera llorar, pero Opal no estaba dispuesto a dejar de mirarla así que le apartó las manos viendo como sus mejillas estaban algo coloradas, ella se mordió el labio y sonrió mientras las lágrimas salían de sus ojos. 

–¿Lo dices en serio? –susurró como niña pequeña.

Él sonrió antes de agacharse sin dejar todo su peso en ella, le acarició el cabello y le dio un beso antes de hablar –Muy en serio, Reily Anne –Opal volvió a besarla y Reily lo abrazó por el cuello diciéndole con ese beso que estaba de acuerdo a no estar más apartados porque ambos ya conocían la agonía de la distancia y no estaban dispuestos a alejarse, ni en ese momento ni nunca. 

Fin.

OPAL (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora