Entró al apartamento sintiendo el corazón derretido. Un sin fin de emociones la golpearon en menos de un día y le era difícil de sobrellevar toda esa carga. Caminó hasta su habitación y se dejó caer en la cama, se obligó a no llorar, se instó a dejar de preocupar a Keid, a tener una vida... A olvidar. A vivir sin su pasado
Día tras día, durante dos semanas, aún con la carga de las muletas, se quedaba todo el turno de Keid luego de salir de la Universidad. Evadió más de una vez las preguntas de Carlos acerca de lo que le había provocado la yascola en el pie y el hematoma que empezaba a difuminarse; al tiempo que siempre saludaba algo sonrojada a Opal.
Luego de varias horas sentada, se puso en pie como pudo tomando su mochila, tomó las muletas y salió del local antes de que Opal cerrara la puerta delantera. Afuera se recosto de una columna del edificio esperando a que Keid saliera junto a Darla. Minutos después todos los chicos salieron conversando animadamente, trató de encontrar a Keid pero para cuando vino a darse cuenta ella ya estaba del otro lado de la calle, se apresuró a caminar para llegar a ella pero el ligero flujo de autos le impidió su cometido. Y sin mas que hacer la vio subir al autobús acompañada de Darla sin siquiera mirarla mientras que la rubia la miró con pena y le pidió disculpas antes de subir.
La piel se le puso de gallina, sintió el vuelco que le dio el corazón junto a unos latidos que le hicieron doler el pecho. Allí de pie vio a todos marcharse sin darse cuenta de que ella aún estaba ahí. Sus ojos se llenaron de lágrimas pero se obligó a no dejarlas salir, respiró profundo llenando sus pulmones del aire frío de la noche, y sabiendo que ese era el último autobús de la ruta se dispuso a caminar.
Salió de la oficina tras dejar acomodado todos los papeles, colocó el código de seguridad en el panel y cerró con llave la puerta al estar afuera, para la zona en la que estaba su cafetería el corrió con suerte pues ese edificio tenía un buen espacio en la parte de atrás, aunque no lo suficientemente amplio para estacionar su auto. Caminó con las manos en los bolsillos de su abrigo hasta llegar a su auto. Condujo tranquilo por la calle y luego de varios minutos vio algo que no esperaba ver, con el ceño fruncido se estacionó en la orilla y dejando el auto encendido bajó de el.
–Reily –la llamó antes de llegar a ella, ella detuvo sus pasos y giró a mirarlo algo asustada.
–Ah, solo eres tú –murmuró aliviada cuando lo tuvo en frente, había pensando que era Carlos y no estaba de humor para tratar con él.
–¿Por qué... Qué haces sola a está hora? –preguntó él curioso.
–El autobús me dejó –se limitó a decir encogiendose de hombros.
–Pues ven, yo te llevo –dijo mirando la calle para asegurarse de que nadie venía.
–No quiero molestar –dijo sincera con intención de seguir caminando, él la miró fijo y ella se sintió pequeña ante su mirada.
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OPAL (en edición)
RomancePara llegar a los caminos del amor a veces necesitamos empujes. Portada por @BPEDITORIAL No al plagio. Sean originales.