Ambas lo empujaron de regreso al baño y se colocaron como barrote frente a la puerta.
–¿Qué diablos hacías con mi sobrina? –cuestionó Keid incapaz de quedarse callada por más tiempo.
–Nada que ella no me dejase –le respondió alzando las manos en zon de paz.
–Esa frase no me ayuda a dejar imaginarme cosas –dijo ella llevandose la mano a la cara para apretarse el puente de la nariz.
–No te pego porque ya estás bien mayorcito –dijo Darla mirandolo aún con los brazos cruzados sobre el pecho.
–¿Por qué ibas a pegarme? No estoy haciendo nada que ninguno no quiera. Que yo sepa Reily es mayor de edad, si ella no me quiere cerca que me lo diga y me alejo, pero ustedes no van hacer que deje de intentarlo con ella. Nadie de hecho.
–Hace unos meses declarabas a voces que amabas tu soltería y que para ti estaba bien ser soltero –dijo Darla entrecerrando los ojos en su dirección en plan trampa para ponderar su respuesta –¿Qué ha pasado entonces?
–Mentía.
–¿Por qué? –cuestionó la otra.
Él suspiro derrotado y tragó hondo dejando la mirada fija entre el medio de ambas justo en la puerta –Porque no puedo ir gritando por el mundo que no me gusta estar solo.
–¿Por qué? –cuestionó la rubia esta vez queriendo sacarle algo en específico.
–Porque el peso del pasado me atormentaba hasta hace unos meses, porque... Porque tenía miedo de volver a enamorarme y que ocurriera lo mismo. Pero ahora, aunque tema, quiero descubrir lo que pasará.
Darla miró a Keid y asintió levemente, quizás Keid no entendió su señal pero al verla apartarse para dejarlo salir supo que ella le explicaría luego.
No se molestó en preguntarle a Keid si estaba bien la elección que había hecho, solo tomó la ropa y se encerró en el baño, aún con la yascola no podía ponerse cualquier cosa, así que optó por un vestido de mangas largas y de tela que le diera abrigo, el vestido le llegaba por encima de las rodillas y el color salmón la hacía parecer aún mas infantil. Ella arregló su pelo dandole más forma a sus grandes rizos; se colocó un poco de base en el rostro, polvo, delineó sus ojos para luego colocarse mascara, rubor y un color rosa palido en sus labios. Salió del baño de vuelta a la habitación y tomó la bota que estaba en el suelo, tras colocarsela terminó de preparar su bolso y justo cuando terminó sonó el timbre. Con calma se encaminó hasta la entrada, viendo en la mesa junto a la puerta una nota de Keid que decía que estaba en casa de Darla.
La quinta en esta semana. Suspiró.
La puerta se abrió y él no pudo cotener la sonrisa, de verdad le gustaba esa chica –Hola –saludó ella en voz baja.
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OPAL (en edición)
RomancePara llegar a los caminos del amor a veces necesitamos empujes. Portada por @BPEDITORIAL No al plagio. Sean originales.