Salió de su habitación por cuarta vez, pero en esta ocasión llegando a la habitación de Keid, abrió la puerta y se adentró –¿Puedes plancharme el pelo?
Keid le sonrió tierna y le dijo que no había problema –¿Irás con Opal?
–Eso espero –dijo cuando Keid había terminado.
Reily volvió a su habitación por su ropa abrigada, el frío azotaba de manera increíble ya que se encontraban a mediados de enero. Salió de la casa despidiéndose a gritos de Keid. Caminó impaciente hasta la parada de autobuses y ya de camino sintió el estómago revuelto por los nervios.
Minutos después ya se encontraba frente a la cafetería pero no se atrevió a cruzar la calle. Tomó asiento en la banqueta de la parada del autobús y se quedó mirando hacia el lugar como hacía tiempo atrás indecisa. Quería ir y arreglar todo, pero, ¿y sí él no quería hablar con ella? ¿si no quería prestarle atención? ¿y si la echaba del lugar?
Sintió el corazón acongojado mientras le palpitaba acelerado. Miró la hora en su celular y se dijo que no tenía tanto tiempo ese día así que se puso en pie y caminó para poder llegar a tiempo a su clase de las once.
Cuatro días después se encontraba una vez más yéndose a la Universidad sin siquiera ser capaz de cruzar la calle. Mientras estuvo en clases no fue capaz de prestar la suficiente atención pues en su cabeza se libraba una guerra donde parte de su corazón había salido a luchar en contra de la consciencia. Su corazón le dictaba que tenía que ir y solucionar todo pero su mente era quién al final terminaba llevándola lejos por falta de tiempo, cuando realmente huía por culpa de su cobardía.
Al salir de clases Alex, su amigo más cercano en la carrera, la invitó a ir por chocolate caliente y tartas. Así que aceptó sin problema alguno. Realmente le caía bien, era como el hermano que nunca tuvo, Alex se preocupaba por ella de corazón, y mientras Keid estuvo en coma él fue de gran ayuda para Reily así que ella se sentía en deuda aunque él le había dejado claro que no era necesario pues para él era más un deber ya que le veía como su hermana pequeña.
–¿Qué tal las cosas con tu novio? –le preguntó tranquilo mientras caminaban. Cruzaron miradas y ella sólo apartó la vista –¿Aún siguen peleados? –ella asintió levemente. Alex no sabía quién era su novio, ni el motivo por el cuál estaban separados. Sólo se enteró de eso porque un día encontró a Reily llorando en un banco en la universidad. Preocupado se acercó a ella y esta sólo fue capaz de ser un poquito honesta con su amigo, así que desde ese día él estaba más al pendiente de ella.
La abrazó por los hombros mientras caminaban y decidido a verla sonreír cambió el tema de la conversación. Llegaron a la cafetería y Reily sintió que el universo le estaba jugando una broma. Alex le abrió la puerta y ella entró sin pensárselo demasiado porque si se detenía a buscar los pro y los contra nunca cruzaría la puerta.
Para su suerte el lugar estaba medio desierto. Si habían unas diez personas muchas eran. Reily miró al mostrador y sus ojos se encontraron con los verdes de Darla quién le sonrió cariñosa al verla allí. Para segundos después cuestionarla con la mirada por el chico rubio a su lado. Ella le restó importancia haciéndole un gesto con la mano y luego guió a Alex hasta su mesa favorita que se encontraba desocupada.
Diez minutos después estaban hablando y riendo mientras se tomaban el chocolate, su tema favorito era la imitación de Alex del falso acento británico de su profesor.
Opal salió de su oficina pues estaba harto de estar en esas cuatro paredes, la apertura de su nuevo negocio le estaba secando las neuronas así que decidió salir y ver que tal iba la cafetería. Mientras caminaba vislumbró una pareja en la mesa de la esquina que ella siempre ocupaba. Ambos reían y luego se detuvieron pues el chico parecía quitarle algo de la cabeza a su acompañante. Llegó al mostrador y tomando asiento en un banquillo empezó a llamar a Darla rubia sólo para molestarla. Ella se giró con expresión falsa de molestia y al ver a Opal se acordó de Reily y sin poder evitarlo sus ojos se movieron hasta esa esquina. Opal siguió su mirada y justo cuando volteó Reily alzaba la vista hacia su dirección.
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OPAL (en edición)
RomancePara llegar a los caminos del amor a veces necesitamos empujes. Portada por @BPEDITORIAL No al plagio. Sean originales.