Capítulo Nueve

35 8 0
                                    

Scott me deja en el camino de acceso a mi casa, aún refunfuña sobre Morfran y Riika y las galletas de jengibre. Me alegro de no tener que presenciar la confrontación. En mi opinión, comerse las galletas no tiene ninguna importancia en comparación con el asunto de que Morfran enviara a su nieto a visitar, inconscientemente, a un familiar muerto, pero oye, cada uno tiene sus fobias. Y al parecer a Scott le dan grima los aperitivos de los muertos.

Entre gruñidos y escupitajos a través de la ventanilla, Scott me dijo que necesitaría al menos una semana para investigar sobre el tambor lapón y el ritual adecuado para canalizar a Stiles. Yo le ofrecí mi expresión más compresiva y asentí con la cabeza, conteniendo el deseo de agarrar lo más parecido a un palillo y emp ezar a interpretar un solo de tambor en mi regazo. Vaya estupidez. Ser cuidadoso y hacer las cosas bien desde el principio son requisitos casi imprescindibles. No sé qué tengo en la cabeza. Cuando entro en casa, me doy cuenta de que soy incapaz de sentarme tranquilamente. No me apetece comer ni ver la televisión. No quiero hacer nada, excepto averiguar más.

Mi madre franquea la puerta diez minutos después con una gigantesca caja de pizza en el brazo, y se queda parada al verme caminar arriba y abajo.

—¿Qué ocurre?

—Nada —respondo—. Esta tarde he hecho una interesan te visita a la tía muerta de Scott. Nos ha mostrado una manera de comunicarnos con Stiles.

Aparte de abrir ligeramente los ojos, su reacción es absolutamente nula. Casi se encoge de hombros antes de atravesar lentamente el salón hacia la cocina. Una rápida chispa de ira hormiguea en mis muñecas. Esperaba más. Esperaba que se mostrara entusiasmada, que se alegrara de que pudiera hablar de nuevo con Stiles para asegurarme de que está bien.

—Tú has conversado con la tía muerta de Scott   —dice mientras abre con calma la caja de la pizza—. Y yo con Gideon, esta tarde.

—¿Qué pasa contigo? No acabo de contarte que hay un nuevo especial en el restaurante Gargoyles. Ni que me he dado un golpe en el dedo gordo del pie, aunque estoy seguro de que a eso le habrías dedicado más atención.

—Me dijo que deberías dejarlo.

—No sé qué os pasa a todos —exclamo—. Todo el mundo me dice que abandone. Que lo olvide. Como si fuera tan fácil. Como si pudiera seguir viéndola así. Quiero decir que, ¡maldita sea!, ¡Lydia piensa que soy un psicópata!

—Derek —dice mi madre—. Tranquilízate. Gideon tiene sus razones. Y creo que está en lo cierto. Puedo sentir que sucede algo.

—Pero no sabes el qué, ¿no es así? Quiero decir que es algo malo, pero no lo sabes exactamente. Y crees que debería dejar que lo que le esté sucediendo a Stiles siga sucediéndole, ¿por qué? ¿Por tu intuición femenina?

—Oye —exclama con voz grave.

—Lo siento —contesto bruscamente.

—No soy simplemente tu preocupada madre, Teseo Derek Hale. Soy una bruja. La intuición tiene gran importancia —su mandíbula adquiere esa peculiar expresión suya de cuando preferiría masticar cuero a decir lo que piensa—. Tú no solo quieres asegurarte de que está bien. Tú quieres traerlo de vuelta aquí.

Bajo los ojos.

—Y, por Dios, Derek, parte de mí desea que eso fuera posible. Él salvó tu vida y vengó la muerte de mi marido. Pero no puedes seguir por ese camino.

—¿Por qué no? —pregunto, y mi voz suena amarga.

—Porque hay reglas —contesta ella—. Y no deberían romperse. Alzo los ojos y la miro.

-PAUSADA- El Chico Desde el Infierno - Sterek (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora