CAPÍTULO 21: DESCUBRIMIENTO

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CAPÍTULO 21: DESCUBRIMIENTO

Blaine notaba un peso sobre él. Abrió los ojos y vio como Kurt lo observaba sobre su pecho desnudo. Sus pieles estaban en contacto... ¡Se estaban tocando!

– ¡Ay! – Se quejó el castaño cuando notó una pequeña descarga y se apartó. El moreno se levantó de la cama. – Blaine... ¡Con lo bien que lo estabas haciendo!

– ¡Me estabas tocando...! ¡Pude haberte electrocutado! ¿Qué hora es? ¿Hace cuanto acabó el efecto de las pastillas? – Dijo el ojimiel mientras la bombilla de la habitación comenzó a parpadear.

– Si te digo la verdad, nunca hubo efecto de las pastillas... – Informó el más alto. El ojimiel lo miró extrañado. – El regalo de tu hermano fue mi idea. Tenía que cambiarte las pastillas por vitaminas y notarías que había tocado tus cosas, así que nos inventamos la excusa de la protección para darte el cambiazo...

– ¿Habéis cambiado las pastillas?

– ¿Por qué te centras en eso? Ayer me tocaste y me amaste sin haber tomado las pastillas y no me diste ni una descarga pequeñita... Blaine, controlas tu poder... Ahora ya lo sabes. – El castaño se levantó. – Puedo tocarte.

El castaño puso su mano en la mejilla del más bajo. No recibió ninguna descarga y el moreno le dedicó la sonrisa más sincera y bonita que el ojiazul había visto nunca. En ese momento supo que por fin su novio era totalmente feliz, ya no había barreras entre ellos... No aguantó más y le dio un casto beso. Cuando se separó, el moreno protestó, hizo un puchero y le dedicó una mirada suplicante ante la cual su pareja no cedió.

– Hay que desayunar, ayer nos saltamos la cena y me muero de hambre. Luego nos lavamos los dientes y, a partir de ahí puedes hacer lo que quieras... – Le explicó Hummel.

– ¿Lo que yo quiera...? – Preguntó el ojimiel agarrando la cadera de su novio y acercándolo más hacia él.

– Lo que tú quieras... Éste fin de semana es para que puedas disfrutar de que por fin controlas tu poder. Si quieres ir a abrazar a tu hermano o a alguien más sólo tienes que decírmelo y vamos donde quieras... – Comentó Kurt pero fue interrumpido por un beso del menor. Cuando se separaron, Blaine habló con un tono muy sensual.

– Lo más lejos que quiero estar de esta habitación es la cocina de tu casa y sólo porque no podemos estar todo el sábado y el domingo sin comer nada...

El ojiazul se rió del descaro de su novio, pero entendía perfectamente que estaba muy feliz por todo lo acontecido esos dos días.

La pareja pasó un gran fin de semana. El moreno no permitía que su piel estuviera lejos de la de su novio. Buscaba contacto siempre que podía y todo el que podía. Kurt por su parte se acostumbró a cocinar con el ojimiel pegado a su espalda mientras dejaba besos por su cuello y cabeza. Sin embargo, no se quejaba. Con todo el tiempo que había pasado deseando poder tocar al menor, no se podía imaginar la necesidad del otro, ya que Hummel al menos había recibido el cariño de sus amigos y padre, pero Anderson durante dos años no había sido tocado salvo por Elliot. Cuando no estaban en la cocina, estaban en la habitación. Allí las caricias y los besos eran más habituales y más pasionales. Volvieron a experimentar el placer que el otro podía darles, pero nunca nada más que lo que ya habían hecho la primera noche.

El domingo por la tarde, estaban en el salón besándose. Habían bajado allí porque pronto llegaría Finn o Burt y no querían estar en la habitación cuando llegasen. Kurt estaba casi encima de Blaine en el sillón sin separar los labios del menor cuando el hermanastro del castaño entró en casa.

– Lo siento chicos. No sabía que estaríais así... ¿Os queda mucho tiempo de efecto de las pastillas? No me gustaría que no aprovechéis los momentos que podéis tocaros... – Dijo Hudson.

– Tranquilo Finn, no creo que falte mucho... Será mejor que me vaya... – Dijo el moreno.

– Te llevo. – Se ofreció el castaño.

La pareja había acordado no decirle a nadie excepto a quienes saben que no son infiltrados y, por mucho que les duela y que sepan que realmente Finn no tiene nada que ver con la “organización”, no podían arriesgarse. Toda precaución era poca. Cuando estaban por salir, llegaron el padre del ojiazul y su mujer. Se despidieron del menor y la pareja salió de la casa.

Cuando Blaine llegó a su casa, sus padres y Cooper estaban en la cocina, preparando la cena. Su hermano lo miró, deseoso de saber lo ocurrido. Blaine se quitó el guante y le dio un golpe en la nuca al mayor mientras sus padres estaban de espaldas.

– No te puedes ni imaginar cuánto tiempo llevaba deseando hacer eso. – Dijo el más bajo riendo. El ojiazul lo rodeó con sus brazos y besó su cabeza.

– No te puedes ni imaginar lo feliz que me hace...

La señora Anderson gritó al ver la mejilla de Cooper apoyada en su hermano pero, al ver que el mayor no sufría ninguna descarga se abrazó a su hijo con lágrimas en los ojos.

– ¿Lo conseguiste? – Quiso saber la mujer.

– Gracias a Coop y a Kurt. – Informó el menor.

– Por fin... Esto hay que celebrarlo... Saca el champán... Y... Llama a Breadstix para que nos traigan una tarta de queso, dicen que son muy buenas... – Dijo el padre mientras sustituía a su mujer en el abrazo.

– No hace falta. – Comentó humildemente el ojimiel.

– De eso nada, ahora mismo lo preparamos todo... – Dijo la señora Anderson.

Mientras sus padres comenzaron a preparar la fiesta familiar, Cooper se acercó a su hermano.

– Eres un privilegiado, Squirrel. Yo no tuve ningún premio por controlar mi poder. – Susurró el mayor.

– Cooper, con tu poder no podías matar a nadie. – Suspiró el menor.

– Quien sabe, pude haber tirado un objeto pesado sobre la cabeza de alguien.

Los hermanos rieron mientras el mayor despeinaba al más bajo y corría lejos de allí. El ojimiel no tardó mucho en perseguir a Cooper por la casa... Por fin podían retomar la relación tal cual la tenían dos años atrás, sin miedos ni precauciones.

Niños Con Poderes (Klaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora