Capítulo #O14

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[Hace 12 años]

Jungkook enrollaba los deditos de sus pies, la vergüenza empezaba a florecer en su pequeño cuerpecito. Él nunca había sido muy sociable, de hecho, cuando su madre le avisó que se mudarían de su ciudad natal, no pudo estar más contento.

Porque una mudanza significaba nueva vida, nuevas oportunidades y posiblemente, nuevos amigos.

—Jungkookie, vamos—suspiró agarrando la mano de su progenitora. Caminaron unos metros y llegaron a la casa que se encontraba junto a la de ellos, donde una mujer de brillante cabellera castaña les abrió la puerta con una sonrisa.

Es muy hermosa. Ese fue el primer pensamiento que cruzó por la cabeza del pelinegro, aquella mujer hacía brillar el lugar.

—Muy buenas tardes, somos la familia Jeon, nos mudamos hace unas horas— Su madre le informó a la vecina, sonriendo añadió:—Quisimos venir a saludarlos, espero nos llevemos muy bien y... ah, él es mi hijito Jungkookie.

Los ojos de la vecina se posaron en el menor, sonrojándose de inmediato.

— ¡Es una monada! — La castaña se inclinó para depositar un beso en la cabellera del azabache, despeinándolo levemente—. Yo también tengo un hijo, creo que es mayor que el pequeño Jungkookie... ¡TaeHyung, bebé, baja un momento!

Jungkook mordió sus labios, ansioso por conocer al hijo de la vecina.

Tal vez podemos ser amigos...

Luego de unos minutos, un pequeño muchachito de piel acaramelada, cabellos castaños claros y orbes almendras se hizo presente; Jungkook abrió su boquita formando una 'O', aquel niño parecía un angelito, incluso era más hermoso que eso.

Era simplemente perfecto.

—Bebé, ella es la señora Jeon y su hijo Jungkookie, sé amable y sal con el muchachito, ¿si?

Rose le informó con una sonrisa, empujando levemente a su hijo hacia los recién llegados; ambas madres se miraron.

— ¡Claro! — TaeHyung agarró la mano del pequeñín, entrelazando sus deditos—. ¡Vamos, Kookie! Oh, cierto, no me he presentado... ¡Soy Kim TaeHyung pero puedes decirme Inuyasha! — Los ojos del menor se posaron en la señora Jeon, rió avergonzado y se inclinó un poco, recibiendo una palmadita en la cabeza.

—Eres muy lindo, TaeTae. ¿Vas a ir a jugar con mi hijito?

— ¡Sí! — Casi que gritó, disculpándose con la mirada a los segundos—. Es decir... ¿Puedo ir a jugar con Jungkookie, señora?

—Claro, nene— La pelinegra elevó las comisuras de sus labios, guiñándole un ojo a la madre de TaeHyung. Ambas serían muy buenas amigas—. Ve a jugar con Tae, Kookie; la señora Kim y yo conversaremos un rato.

El menor de todos asintió, siendo jalado con entusiasmo por aquel niño de sonrisa cuadrada.

— ¡Debemos buscar los fragmentos de la perla de Shikón!

Jungkook rió.

—¿Cómo el anime? —preguntó, tratando de seguir los pasos apresurados que daba su nuevo amigo.

—¡Sí! Oh, Kookie, eres hermoso como Kikyo, ¿quieres ser mi Kikyo?

—Yo...— Jungkook respiró profundo cuando se detuvieron en el patio de la casa de su nuevo ¿mejor amigo?—. A mí me gusta más Kagome...—susurró.

TaeHyung asintió pensativa, colocando la mano en su mentón para segundos después mostrar una de sus grandes sonrisas cuadradas que enamoraban a todas las profesoras de su guardería.

Jungkook sintió su corazón sobresaltarse, frente a él, la persona más hermosa del mundo le miraba.

—Puedes ser Kagome, quedamos mucho mejor juntos, Kookie.

Y los dos niños sonrieron, estableciendo una amistad que duraría años y esperaban jamás arruinarla.







— ¡Hey, Kookie!

TaeHyung trataba de alcanzar al menor, quien lo había estado evadiendo desde hace una semana luego de lo ocurrido en su casa.

— ¡Jungkookie, para!

Jungkook apretaba los puños, su mandíbula tensa cual ambiente entre Aizen y la Sociedad de Almas; en fin, a lo que íbamos, Jeon trataba de ignorarlo, quería borrar todos sus sentimientos de una vez y separándose de su vecino era lo más sensato que había encontrado como solución.

Porque mientras más cerca estuviera, más difícil se hacía todo.

Se detuvo abruptamente cuando las manos de TaeHyung se cerraron en su cintura, apresándolo en un abrazo que lograba explotar un sin fín de emociones en su interior; el castaño reposó su frente en el hombro del menor, sintiendo claramente cómo se tensaba por completo.

Y eso dolía.

Porque pensar que le era una molestia a su amor, dolía más que haber visto la muerte de Ace seguida de la despedida de Itachi en los últimos arcos de Naruto Shippuden.

— ¿Por qué me estás ignorando? —susurró, sus dientes castañeando por los nervios que lo carcomían a flor de piel.

Jungkook mordió su labio, mirando a la gente a su alrededor que empezaban a observarlos con mucha curiosidad e incluso burla; crujiendo su mandíbula, las manos del azabache separaron al pequeño castaño de su cuerpo, arrastrándolo a un lugar más cerrado.

Necesitaban privacidad.

TaeHyung debió de haberse sentido feliz, pero su vecino nunca le dirigió la mirada en todo el trayecto.

Y eso sólo significaba que algo andaba mal, muy mal.

Sin embargo, trató de no verse afectado por la actitud del pelinegro; Jungkook lo quería (de eso no tenía dudas), así que para ambos el estar separados debía ser igual de doloroso, dos mejores amigos nunca soportarían tanto tiempo peleados, ¿verdad?

Ya que no importaba que TaeHyung estuviese enamorado de él, mientras Jungkook lo considerara su amigo, el resto no debería de ser un problema.

¿Dolía? Claro.

¿Sufría mucho? Eso no se preguntaba.

¿Lo amaba? Tanto que las palabras no alcanzaban.

Entonces, ser amigos estaba bien.

Al menos así permaneceré a tu lado, incluso si me lastimo en el proceso, Jungkookie.

Oh.

Pobres idiotas enamorados.

Two idiots in love ✦ TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora