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Kira estaba preocupada por Phoenix, pues no la veía por ningún lado. Génesis y Lou también buscaban alrededor de las personas, pero no hay rastro de ella. Finalmente Phoenix llegó con Lowell y los demás. Kira fue directo a verla y darle una pequeña reprendida por irse sin decir nada y le ordenó a Lowell encargarse de las heridas de su pantorrilla.

Phoenix mantuvo silencio al ver cómo Lowell limpia las raspadas con el algodón, parece que evita ser rudo para no lastimarla, hasta parece concentrado en hacer un buen trabajo. A Phoenix le pareció exagerado, no entiende porque tal actitud hacia ella.

—¿No te dio miedo? —le preguntó—. ¿No te asusta decir que darías tu vida por alguien?

—Lo haría si fuera por usted, señorita Phoenix —respondió sin mirarla—. Ese es mi deber como guardián.

—Entiendo, pero ¿no tienes algo especial por el que vivir? ¿Un sueño?

Lowell no respondió a la pregunta, solo dijo:

—Perdóneme, no vale la pena hablar sobre mí —sonrió—. No soy más que un perro guardián.

Phoenix le reclamaría con que tuviera más respeto por él mismo, pero Lowell ya había finalizado con los vendajes, así que sólo suspiró.

Lowell miró hacia la puerta atento. Entonces se acercó a Phoenix, la levantó y puso detrás de él. Phoenix no entendió tal reacción hasta que la puerta se abrió. Es Antony, Sebastian y Génesis con Pi detrás flotando.

—Me disculpo por mi acción, señorita Phoenix —Lowell hizo una reverencia—. Me retiro a acomodar lo que he tomado.

—No pasa nada —Phoenix negó con las manos—. ¿Qué pasa chicos?

—Bueno, estaban tardando mucho, así que Kira nos mandó ya que ella está atendiendo a la prensa —Génesis explicó—. ¿Qué te pasó en realidad?

—Yo fui a ver la presentación cerca de la piscina desde el balcón —Phoenix bajó la cabeza—. Un joven se acercó a platicar conmigo de la pieza de los músicos y de pronto me tomó. Lowell logró alcanzarnos y me ayudó a escapar.

—¡Phoenix! ¡Sabes muy bien que no debes platicar con extraños! ¡Sean mujeres o niños! ¡Pero hombres peor! —Génesis la regañó—. ¿Qué hubiera sido de ti si Lowell no fuese tu guardaespaldas? ¡Bendito sea Lowell! —fue a tomarlo de las manos—. ¡Muchas gracias!

Lowell pareció sorprenderse del gesto y quizo apartarse, sin embargo no lo hizo. Génesis le sonrió muy amable.

—Perdón, pero no merezco su gratitud —Lowell dijo cabizbajo.

Sebastian se dio cuenta de lo incómodo que se volvió esto, por lo que decidió meterse.

—¡Lo que importa es que Phoenix está bien! —alzó el pulgar—. Ahora vayamos a disfrutar de la fiesta ya que estamos completos —miró a Antony—. Aunque Raine te va a matar.

—Raine me va a matar —asintió—. Pero disfrutaré hasta entonces —rio un poco.

A Génesis le pareció lindo aquel gesto de Antony. Phoenix le dio un empujón para que dejase de ser obvia provocando que se sonrojara.

—Pues vamos —dijo la pelirroja soltando su cabello.

Génesis y Phoenix fueron las primeras en salir. Antony, Sebastian y Lowell se quedaron impresionados por la belleza del cabello de Phoenix, y en sí, porque ella es linda. Sin embargo, al que menos se le nota la sorpresa es a Lowell.

—¿Ella va a ser nuestra amiga? —Antony preguntó.

—Ya lo es, tonto —respondió Sebastian.

Tales of Gods and DemonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora