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La calle principal cercana al Capitolio del Estado de Estrellas cobró vida por el Desfile de las Musas, en donde todas las bellas artes son celebradas con presentaciones, concursos, caza talentos y espectadores. Es un día festivo simbólico de la Región Unida.

Phoenix y su familia siempre asistían porque aparte, es el día de su cumpleaños y no había mejor regalo que ese: concursar en el recital de violín con su hermano mayor como complemento en el piano. Como su presentación se volvió anual, la nombraron "La Musa Pelirroja" y era la favorita de todos.

Hasta que los demonios atacaron justo ese día, el que solía ser especial para ella.

Phoenix no puede evitar recordar ese momento: presentaba su hermosa melodía cuando de pronto todos entraron en pánico al fondo de la calle y después vio gente corriendo lejos. Sin embargo, ella no se detuvo, fue su hermano mayor que la cargó y llevó lejos con su familia.

Las calles se volvieron un caos, no podían pasar en el camino más corto hacia su hogar, por lo que su padre ordenó que ellos escaparan hacia el bosque y tomaran la ruta que lleva a las afueras de la ciudad.

Durante el trayecto, antes de entrar al bosque Phoenix perdió a su hermano. De repente no estaba detrás. Lo llamó hasta que su garganta no podía más, hasta darse cuenta de que no llegaría a salvarla.

Permaneció allí, sentada en el pasto seco sollozando, cansada hasta que se quedó dormida a pesar del frío nocturno. La despertó el estallido de una bomba muy lejana y la asustó el lobo negro echado detrás de ella. Phoenix se alejó de él comenzando a llorar, evitó verlo cubriendo sus ojos y comenzó a contar.

El lobo se acercó y le dio un empujón con su hocico. Phoenix lo miró de reojo y él hizo una reverencia.

Al recordarlo, Phoenix extrañó un poco más al lobo que la cuidó y ayudó por esos meses. Miró la pantalla de su celular y se percató de que su cumpleaños está muy cerca. Se dejó caer sobre su cama y al mirar al techo adornado con estrellas que brillan en la oscuridad, comenzó a llorar, ya que está sola, puede hacerlo con tranquilidad.

Su llanto le trajo enojo. Se levantó y fue a la habitación que Kira asignó para Lowell justo al final del pasillo, alejado del cuarto de ambas. Entró apresurada por alguna razón a revisar entre sus cosas: cajones, closet, baño, hasta llegar debajo de la cama, en donde hay una caja con un álbum de fotos, un sobre que parece tener una caja adentro y un collar.

Phoenix tomó el álbum y seguidamente miró las fotos, en las primeras páginas hay unas de una familia de tres integrantes, parecen muy antiguas, están amarillas y en blanco y negro. El niño sentado en el regazo de la mujer parece ser Lowell. Phoenix siguió hasta que su corazón se detuvo al ver las demás, son fotos de ella, de cuando estaba en el orfanato y hasta los primeros años que estuvo con Kira.

Pasó a revisar el sobre en donde hay más fotos, son muchas, no era una caja sino el montón de hojas rectangulares. Esas parecen ser más recientes, de este año y la última es en el evento de Kira. La respiración de Phoenix se entrecortó del miedo.

Su mirada se posó sobre el collar plateado con un colgante circular, a simple vista parece un reloj, pero ella sabe que no lo es. Lo tomó y abrió, ambas caras tienen fotos: en la derecha una niña y en la izquierda un jovencito.

Guardó todo en la caja y la trató de acomodar como estaba. Se levantó sujetando su cabello para que no le estorbara y al alzar la mirada, vio un portarretrato sobre una repisa. Se acercó lentamente. Al divisar a la persona de la fotografía, llena de alteración cubrió su rostro. Se volvió para salir de este infierno pero Lowell está en la puerta, dejó caer su mochila de la sorpresa.

Tales of Gods and DemonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora