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Génesis y Haru miraban la lápida que habían construido para Hana. Génesis le habría querido dejar una docena de rosas blancas, pero no hay nada de naturaleza allí, lo que la desanima bastante, pues para ella un lugar sin jardines, es un lugar muerto.

—Ni siquiera la conocías, Haru —dijo.

—Lo sé —Haru asintió—, sólo pensé que era muy bonita para botar su cadaver como papel de envolver. Pude haberme casado con ella de haberla conocido antes —dijo—. ¡No malinterpretes, mi vida! ¡La única con la que me casaré es contigo! —exclamó sujetando su frente con dramatismo.

—Haru, ¿qué le pasa al cielo?

Génesis mira perdida las sombras que se notan por las nubes grises. No puede distinguir qué es, no pueden ser helicópteros, nadie sabe que este Archipiélago existe y Hope no piensa dejar el lado de Noah.

—¡Por todos los dragones! —Haru llevó dos dedos a sus labios y silbó—. ¡Grecia! —gritó firme.

Grecia acudió al llamado de prisa y corrió aleteando hacia Haru y Génesis. Haru la tomó de la cintura para subir a Grecia e ir al castillo en donde los demás aguardan. Entonces se escuchó un gruñido y segundos después, se hicieron varios.

—¿Haru? —Génesis mira por encima de su hombro—. ¡Vienen tus bebés! —avisó aguantando su miedo—. ¡Haru! —lo abrazó al sentir vértigo cuando Grecia descendió bruscamente.

Haru no soltó la mano de Génesis hasta que llegó a la amplia cocina en ruinas donde está Olivia, Nathanaël y el bebé.

—Tengo que deshacerme de mis hijos —dijo Haru—. No puedo dejar que sigan así. Es mejor dejarlos ir a que sigan siendo controlados. Los dragones... mis hijos, deben ser libres.

—¿Vas a matarlos? —Nathanaël preguntó—. ¡No lo hagas!

—No tengo op...

El techo fue azotado y algunos escombros cayeron. Un fragmento de concreto se logró romper por las garras de un dragón al parecer grande, más que Grecia.

—¡Salgan de aquí! —ordenó Haru—. ¡Grecia: Xian!

Grecia vomitó la espada de diamante con guante negro que parece pesada. Haru la tomó sin cuidado y montó a la dragona una vez más para salir a enfrentar a los atacantes.

—¡Haru, espera! —Génesis exclamó—. ¡No lo hagas, Haru! ¡Debe haber otra manera!

Haru quiso detenerse al ver los ojos de Génesis cubiertos de preocupación y miedo, ninguno quiere que esto pase, sin embargo Haru lo ha decidido.

My lady —Arthur entró hablando con un tono coqueto—, usa la puerta escondida bajo tierra, así podrás derrotarlos sin dañarse.

Génesis miró a Arthur, quien le guiñó el ojo: «haz lo que debas hacer, Ceres», escuchó la voz de Arthur en su mente, tal cual su conciencia.

—¡Ven conmigo, my lady! —Arthur fue donde Haru a persuadirle.

Mientras, Génesis se escabulló al exterior pero justo en el camino se encontró con Alex y Sebastian. Estaban entrando, parecía que habían estado corriendo de los dragones.

—¡Estúpidos dragones! —Alex golpeó la puerta—. ¡Pude haberlos matado!

—¡No! ¡No pudiste! —Sebastian negó con la cabeza exhausto.

—Voy a salir —Génesis dijo—. Voy a ayudar a Haru.

—¿Y cómo lo harás? —Sebastian miró a Génesis—. Vas a morir, no te dejaré salir.

Tales of Gods and DemonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora