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Antony ha estado en casa de los gemelos por dos días y medio, ya le preocupa Raine, pues no lo ha visto y en la escuela parece evitarlo. Lo primero que pensó fue que lo regaló a Olivia porque se porta mal y siempre causa problemas.

Olivia había terminado de tender la ropa que lavó cuando vio a Antony sentado en los escalones del porche trasero. Pensaba que estaba leyendo pero no vio un libro. Se acercó a él y se sentó a su lado.

—Hola —lo saludó—, ¿piensas en tu hermano?

—Ya no me quiere, es eso —Antony respondió sin dejar de ver hacia abajo—. He hecho tantas cosas malas que se cansó de mí.

—Claro que no, no digas eso —Olivia rio un poco—. Algunas veces por como actúan los adultos, los menores malinterpretan. Créeme, Alexander es un ejemplo.

—Ellos me hablaron de Daryl —Antony miró a Olivia—. ¿Quién es? —Olivia no respondió—. Bueno, no importa.

—No es nada —suspiró—, ¿quieres cenar algo en especial? ¿Qué te parece si me ayudas? También vas a aprender algo de cocina.

—¿Raine va a venir a buscarme pronto? ¿Has hablado con él?

—Él vendrá —Olivia asintió—. Él optó por cuidar de ti siendo un joven cuando pudo dejarte atrás y vivir otra vida, ¿en serio crees que te dejaría así? ¿Qué pasa si está tratando de buscar a Lou y para no dejarte solo te mandó a estar aquí? No dudes de tu hermano, ¿sí?

Antony asintió y fue a hacer la cena con Olivia. Hicieron ensalada de pasta: verduras frescas revueltas con pasta y un poco de queso derretido. Aunque parezca extraño, a Antony le gustó al probarlo. Mientras cocinaban, Olivia bromeaba con él y se divertían.

—¿Eso se siente? —le preguntó entre risas.

—¿Qué cosa, cielo? —Olivia secó sus manos.

—Cocinar con mamá —Antony ladeó la cabeza—. Jamás conocí a la mía, ni sé cómo luce.

—Nathalie habría amado cocinar contigo, aunque no era buena —Olivia le sonrió al sujetarle los hombros—. En realidad eres parecido a ella.

—¿Nathalie? ¿Mi mamá se llama Nathalie? ¿La conociste? ¿Puedes decirme más de ella? ¿Puedes? —Antony explotó por las preguntas—. Raine jamás me habló de ella.

—Mamá —Alex entró a la cocina—, ese no es nuestro problema. Cada quien tiene su deber, y ese le corresponde a Raine.

—Disculpa, Antony —Olivia se apenó—, pensé que Raine había charlado contigo. Alex, llama a Sebas y pongan la mesa para cenar.

—No, yo no quiero —Antony retrocedió.

Corrió hasta el fondo del patio trasero y cruzó las vallas de madera para entrar al bosque. Simplemente corría y corría en dirección recta hasta que llegó a una zona circular en donde los árboles no crecieron en esa área de tierra. Justo ahí cae el brillo de la luna.

Antony, cansado, cayó sobre sus rodillas y miró la luna. Comenzó a llorar de pronto. Una ola de sentimientos lo inundó: frustración, enojo, tristeza, alegría. Como si hubiera tomado todos los colores para llegar al blanco.

—Joven Antony —escuchó la voz de Neoma—, tu preocupación y lágrimas te harán débil. ¿Desconfías de mis elegidos?

—Cállate. Déjame solo.

—Jamás estarás solo, joven Antony. Nunca lo estuviste, ¿quieres estarlo por primera vez?

—Quiero ver a mi mamá. Sólo por una vez, ¿puedes hacerlo? —alzó la mirada hacia Neoma, ella negó con la cabeza.

Tales of Gods and DemonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora