Las luces de colores adornaban las calles y las casas haciendo que el ambiente navideño fuera más cálido y armonioso, logrando que se sintiera paz en cada fibra de la piel; el aire frío soplaba golpeando la cara descubierta y alborotando el cabello de todos aquellos quienes corrían de un lado a otro arreglando los últimos detalles de la gran cena de esta noche.
Estaba atardeciendo y a pesar del frío ambiente, el sol lograba iluminar el cielo, logrando que uno que otro rayo hiciera brillar todo aquello que tocaba. Me detuve frente a ese lugar, y antes de entrar lo observe.
Recorde cada momento vivido ahí y una ola de nostalgia se apoderó de mi ser, nunca pensé en volver... Pero aquí estaba. El lugar lucia diferente, había luces y adornos navideños por doquier, pero sin dejar a un lado ese toque rústico que tanto le encantaba. Resoplo una última vez y con manos temblorosas empujó la puerta de poco a poco. Una melodía de Louis Armstrong inundaba el lugar, había poca gente aquí.
Gente solitaria que bebía chocolate caliente o ponche de frutas típico de la temporada. Era un poco triste imaginar que ellos estuvieran solos aquí, en noche buena, y no en una cálida cena familiar. La buscó con la mirada en cada mesa del interior de la cafetería pero no había ni un rastro suyo. "Tal vez Chanyeol me jugó una mala broma", pensó. Cuando estaba a punto de darse la vuelta para irse del lugar, una voz... Esa voz lo detuvo.
-Se te olvidó revisar la terraza Volteo para asegurarme de que no fuera una alucinación... Pero no lo era. Su cabello seguía igual de café que la última vez, solo que un poco más largo y con un peinado diferente.
Sus ojos, el brillo que emanaban era exacta mente el mismo que el que veía todos los lunes cuando estaba ahí, sentada frente a él, hablando de todo y de nada a la vez. Kim Jong In aún tenía ese gesto de incredulidad en su rostro, y es que nunca se habría imaginado que volvería a tener al frente suyo esos ojos brillantes que tanto amaba...
-Estas aquí -dijo en voz baja
-Kim Jong In ... No la dejó hablar más, corrió hacia ella y la abrazó. Las lágrimas comenzaron a caer de forma involuntaria por parte de ambos chicos, lágrimas de felicidad por haberse encontrado en el mismo lugar que un día los hizo tan felices.
Kim Jong tomó el rostro de Tiffany entre sus manos y junto su frente con la de él, limpió sus mejillas con su pulgar y aspiró su perfume.
-Kim Jong In , yo...
-No, Tiffany ... No ahora, por favor... Ya tendremos tiempo para hablar, hoy solo quiero convencerme de que esto no es un sueño, que en verdad estas aquí.
-Estoy aquí, Kim Jong In , mírame... -El muchacho abrió los ojos y con timidez alzó la mirada hacia esos orbes cafés que lo miraban con amor -Estoy aquí y no me iré nunca a menos que sea contigo, ¿entiendes?
-¿No estoy soñando?
-¡Claro que no tonto! -y entonces acortó la distancia que los separaba, uniendo sus labios en un apasionado beso. Movían sus labios de una manera un poco torpe, sin importar quien los estuviera mirando, eso era lo menos importante cuando lo único que querían era demostrar cuanto se extrañaron el uno al otro.
-Quiero que veas algo -menciono Tiffany cuando lograron separarse. Lo tomó de la mano y se dirigieron a su lugar, a su terraza... Donde se conocieron. De todas las mesas disponibles, había una en especial a la que adornaba un lindo mantel rojo, encima de esta había tan sólo dos copas de vino tinto.
Se acercaron y tomaron cada uno sus copas, pero algo llamó la atención de Kim Jong . En la orilla de la terraza se podía apreciar perfectamente como comenzaban a caer pequeños copos de nieve, un fenómeno extraño en esta zona del país. Sin embargo estaba ocurriendo, y era hermoso.
-Tiffany , mira esto -la llamó Cuando la castaño estuvo en el mismo sitio, observando maravillada el fenómeno natural que ocurría una vez cada siglo, sintió unas manos en su cintura que la rodearon por completo.
Kim Jong In recargó su cabeza en el hombro de Tiffany , abrazándola por detrás y mirando como todo se teñía de blanco, haciendo que este momento perdurara para siempre.
-Te amo, Tiffany -le susurró al oído
-Feliz navidad, Kim Jong In ... Yo también te amo.
Tiffany enredó sus manos al rededor del cuello de su amado y lentamente se acercó y rozó sus labios.
Bien dicen que cuando dos almas están destinadas a estar juntas, ni siquiera el mayor de los obstáculos podrá separarlos.
Nunca sabes en donde hallarás al amor de tu vida, puede ser en el lugar menos esperado... en la escuela, en la calle, en el autobús... O en un café.
-Tiffany , espero que no seas alérgica a los gatos -dijo sonriente.
-¿Qué?
-Porque de hoy en adelante viviremos en mi departamento.
Y si, estos dos estaban destinados a estar juntos para siempre.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
