- 3 -

81 47 1
                                    



"He crecido acostumbrada a estar sola"


-Hola, tú debes ser Adela- me dijo un hombre de unos 40 y tantos, con mucho cabello y de cara amable.

-La misma- dije sin prestar mucha atención a todos los ojos que me estaban analizando.

-Acércate, toma asiento. Aún no llegábamos a lo importante. Mi nombre es Carlos, bienvenida- me dijo apuntando a un asiento que había al lado de una chica en silla de ruedas.

Al sentarme me doy cuenta que una chica rubia que estaba justo al frente mio me miraba de pies a cabeza.

-¿No habrá un castigo o algo porque llegó tarde?- le dijo a Carlos y al mismo tiempo me miró con una cara de superioridad. 

MÁTENME AHORA.

-Si quiere castigarme, hágalo. No tengo ningún problema- dije sin importancia. 

-Tranquila, es la primera sesión, no es importante, pero espero que a las próximas llegues a la hora indicada- La chica rubia estaba que explotaba y yo reía por dentro.

-Copiado- dije.

La verdad es que no me fijé en nadie de los que estaban en la habitación, me dijeron sus nombres pero no recuerdo ninguno. La sesión pasaba lenta, la chica rubia no se callaba en ningún momento, por lo que decidí apretar mi botón de mute y a los minutos que me senté ya no escuchaba nada. En un momento me di cuenta que me estaban mirando y tuve que salir de mi modo mágico y volver a la realidad.

-Adela, ¿escuchaste lo que dije?- me dijo el hombre que dirigía el grupo.

-No- dije bostezando.

-No importa. Te decía que si quieres compartir con nosotros algo sobre ti, o porque vienes aquí-

-Vine porque me obligaron- dije sin prestar mucha atención.

-¿No querías venir?-

-No- dije aburrida.

-Entonces, ¿qué haces aquí?-

-Ya dije, me obligaron, lo prometí- Estaba comenzando a sentirme extraña, ahogada, ansiosa.

-Pero a terapia se viene por alguna razón, si quieres puedes decirnos la tuya- dijo.

-La razón por la que vine solo me incumbe a mi. Me comprometí a venir, nunca dije que hablaría de mis problemas, menos con gente que no conozco y a la que le importa una mierda lo que me pase o lo que pienso- dije ya sin paciencia. 

Me olvidé comentarles que soy un poco problemática. No me quedo callada ante nada, tengo problemas para seguir órdenes. Siendo más clara, odio todo tipo de contacto con otro ser humano, por lo que lo evito, pero aquí estoy más que jodida.

-Tranquila, aquí nadie te obligará a nada. Mi trabajo como psicólogo líder de este grupo es no apresurarte y hacer que te sientas cómoda con todo esto, que sé que es nuevo para ti- dijo sonriéndome.

-Maravilloso- dije sarcásticamente. Sólo quería volver a mi santuario, sentía como mi cama me llamaba a lo lejos.

La chica rubia me miró y rodó sus ojos, una vez más. Lo había hecho más de 10 veces desde que empecé a hablar.

-¡Hey! Tú, rubia. Si sigues rodando los ojos se te van a quedar estancados- le dije sólo porque en ese momento me di cuenta que podía divertirme un poco estando aquí, y que mejor forma de hacerlo que molestando a la barbie del grupo. Son una presa tan fácil. 

Ice Cold Donde viven las historias. Descúbrelo ahora