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"¿Cómo el vacío puede ser tan pesado?"


Llegando comencé a pensar una vez más en todo lo que ha pasado. Honestamente, pensé que ya no estaría aquí. Ver como mi vida ha cambiado tanto en tan poco tiempo, como nada de lo que soy y lo que hago me hace sentir viva, aunque no creo que pueda sentir eso nunca más. Mi vida nunca volverá a ser la misma.

Tomando mi vaso, acompañante de todas mis noches, sigo pensando hasta que su brebaje se acaba y decido que es tiempo de descansar, de cerrar mis ojos y esperar que un nuevo día llegue en el que me seguiré sintiendo igual, otro día más en el que nada cambiará.

Era domingo, yo con resaca y Matilda junto a Cori instaladas en mi casa viendo películas y comiendo como si no existiera un mañana, aunque desearía que no existiera. 

-Adela, ¿cómo estás? ¿Algo que contar?- me decía Matilda y podía adivinar lo que quería saber. Bruno.

-¿A qué te refieres? Estoy bien y no tengo nada que contar-

-¡Vamos! Sé que tienes algo que nos encantaría saber-

-A qué viene todo esto- dije ya sin paciencia. Odio los rodeos.

-Pues no sé-

-¡Tú fuiste!- dije con falso asombro.

-Yo no- dijo Cori.

-Tú le diste mi teléfono a Bruno -dije enojada- Matilda ¿por qué lo hiciste?-

-Es que nunca sales, nunca te veo con nadie. Pensé que sería una buena idea- dijo nerviosa.

-Pues no lo fue. A la próxima pregúntame antes, aunque espero que no exista una segunda vez-

-Lo lamento, ¿estuvo muy mal?- dijo preocupada.

-¡El estúpido trato de besarme! además me hizo preguntas extrañas-

-¡Por Dios! ¿te preguntó si podían tener sexo?- dijo Cori espantada.

-¡No ese tipo de preguntas Cori!- dije ahora riendo- Otras personales-

-Pero que estúpido chico, ya no soy team Badela- dijo Matilda.

-¿Badela?-

-Bruno más Adela- dijo Cori riendo.

-Qué estúpidas son, dios mío. ¿Cómo me puedo juntar con ustedes?- dije ahora riendo a carcajadas.

Y así pasó el día. Estaba agradecida con ellas por hacerme olvidar todo aunque sea por un momento. Aunque no quisiera admitirlo estas chicas empezaban a importarme. Cualquier persona que sacara mi mente de todos esos pensamientos auto-destructivos era bienvenida.

Ya era martes, hoy tocaba mi terapia con Asa y no estaba para nada entusiasmada.

-Cuéntame algo sobre ti-

-Algo como que- dije aburrida.

-Lo primero que venga a tu cabeza-

-Que no quiero estar aquí-

-¿Por qué?-

-Porque no sirve-

-¿Por qué no sirve?-

-No lo sé-

-Si sabes. ¿Por qué no pones de tu parte?-

-Dime, para que voy a contarle a alguien mis problemas si a ese alguien no les importa. No quiero dar pena- dije riendo.

Ice Cold Donde viven las historias. Descúbrelo ahora