Capítulo VIII: Been through mountains and seas tryna get you to come back to me

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Flor y Facundo se la pasaron contando historias de cuando los dos eran chicos. Jazmín escuchó cómo Flor había empezado a tomar whisky con él a escondidas, como alguna vez se habían rateado del colegio, como Flor le daba celos a las chicas que andaban atrás de Facundo para que después ellas le dieran la hora. Facundo también contó del viaje de egresados y de Flor intentando esquiar con resaca, del ránking de puteadas que tenían para los profesores, y que cada vez que Flor pasaba a dar lección oral al frente y no podía contener largar un maestra ciruela en el culo, el gritaba desde el fondo "¡Eso estaba en el libro, yo lo leí!". Jazmín no pudo evitar reírse en un par de anécdotas, aunque ese pinchazo en el estómago la molestaba un poco. Lo ignoraba, pero aparecía ahí. Estaba latente. Eran celos irreconocibles en ella. Pero lo que Facundo y Flor no contaron es que, unos días después de que hubieran terminado el secundario, a él le llegó una beca para irse a remar a Holanda. Flor, con el corazón roto por la partida de su amigo de toda la vida, se dió cuenta de que su amistad había mutado con el paso del tiempo. Temerosa, le confesó a Facundo lo que sentía antes de que se fuera. Actuaron como novios por un par de días. Flor le pidió que se quedé. El se fue igual. Flor todavía se acordaba con cuánto optimismo pensaba que el la iba a elegir a ella, convenicida. Le había contado a Virginia en ese entonces que Facundo la amaba y que seguramente la iba a llevar a Holanda, lejos de todos los compañeros del colegio que se burlaban. Pero eso no iba a pasar. Tuvo la suerte, sin embargo, de que ese amor que sentía se fue apagando. Ahora solo tenía recuerdos de su amigo y a ellos se aferraba.

Inés se estaba quedado dormida en la silla de comer, mientras Jazmín le hacía caricias en el brazo, aburrida. Ella también tenía sueño, pero cada vez que Flor la miraba, se reincorporaba rápidamente y abría los ojos bien rápido, metiendo bocado de vez en cuando para no perder el hilo de la conversación.

-...pero vos fuiste la que empezó a putear y nos encontraron, ¿no te acordás?- le recordó Facundo, divertido.

-No- lo corrigió Flor-. Vos hiciste ruido y se dieron cuenta que estábamos metidos adentro del auto empinando el Johnny Walker de tu viejo. Me re acuerdo que vos algo hiciste y nos vieron.

-Bueno, no sé-zanjó la cuestión el-. Solo me acuerdo que la puteada me la comí yo, porque mis viejos te amaban. Hasta el día de hoy me preguntan por qué no nos terminamos casando.

Flor se golpeó el pecho con la mano:- Ehhhm

-Perdón, perdón- dijo Facundo-. Me fui de mambo. No te pegues.

Y se incorporó de inmediato para detener la mano de Flor que iba por segunda vez directamente a su pecho. Jazmín también se incorporó de golpe, sorprendida por el gesto de Facundo. El no se percató, pero Flor pudo notar el sobresalto de Jaz al ver la reacción de su amigo.

-Estaba riquísimo todo, Jazmín- le dijo Facundo, satisfecho y cambiando de tema rotundamente para cortar el silencio momentáneo-. Hacía mucho que no comía un ratatouille tan rico.

-Gracias- respondió la otra-. Voy a llevar a Inés a la cama. Se está quedando dormida. Ya vengo. ¿Por qué no sacan el postre de la heladera? Hice tiramusú. Y creo que con un vasito de whisky va como piña, ¿no?

-Ese es pensamiento de chef-dijo Facundo, señalándose la sien con un dedo y guiñandole un ojo.

Jazmín le dió la espalda para llevar a su hija a dormir. Flor, que estaba juntando la mesa, la vió perderse en la penumbra del corredor con la nena entre brazos. Facundo salió a la galería y contempló la noche estrellada. Flor se le unió, ofreciéndole un vaso de whisky.

-Cómo extraño Buenos Aires- suspiró Facundo, mientras daba un sorbo profundo.

-A mi me encanta- repuso Flor-. Jaz se la pasa viajando pero nos gusta criar a Inés acá.

Nada nos va a separar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora