Capítulo XLV: you were wrong and now the best is yet to come

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-Dame la mano, ¡dale!- le insistía Poli desde la orilla, pero Inés no quería saber nada con entrar al algua. Estaba negada-. No seas miedosa, china. Vos no sos miedosa, ¡dale!

La chiquita estaba parada sobre las piedritas incómodas que se le inmiscuían entre los dedos diminutos de los pies. Miraba a su hermana Paula a la distancia, que estaba agua adentro, con el lago llegándole casi hasta la cadera. Pero ella no quería meterse, no se animaba a nadar hasta allí. Su mamá Florencia le había puesto los bracitos para que pudiera flotar en el agua tranquila y cristalina, pero no había caso. La perspectiva de nadar tan lejos le daba miedo y le erizaba la piel suave de la nuca.

-Me acerco un poquito más- concedió su hermana mayor, dando dos pasos hacia adelante y extendiendo los brazos-. Pero ahora tirate y nadá para acá.

Inés metió el primer piecito dentro del agua, pero dió un salto para atrás y se rió con nervios.

-No, no, no Pipi- le dijo otra vez con susto.

-Bueno, china, pero no tenés opción- indicó la otra-. Te vas a tener que meter si o si.

La nena inclinó la cabeza hacia un costado, frunciendo el ceño con curiosidad. No entendía de lo que hablaba Paula.

-¿Por qué?

-Porque en dos días nos volvemos a casa- le recordó su hermana-. Y no podemos volver si vos no te animás a nadar sola. Un poquito aunque sea.

Los ojos de Inés se abrieron como platos, y dibujó con su boquita diminuta una gran "o", como si una verdad ilustrada se hubiera revelado ante ella. Sin anunciarlo mucho más, dio cuatro pasos hacia atrás para tomar carrera y salió corriendo hacia el agua, tirandose de lleno cuando ya no pudo avanzar más. Con la cabeza afuera y los rulitos empapados, empezó a nadar con dificultad, moviendo las piernas con acelerada velocidad.

-Dale, dale que ya estás- le dijo Poli, dando unos pasitos para atrás, alejándose para que Inés tomara confianza y nadara un poco más.

-Pero...no...te...vayas...¡Pipi!- jadeó la nena sacando la boca después de tragar una bocanada de agua.

Comenzó a toser en tanto Paula la atajó y la alzó en brazos, dandole palmaditas en la espalda. El gesto adusto por la confusión de ahogarse apenas le cambió cuando vio que Paula se reía y con una mano le pegó en el centro de la cabeza.

-Pipi, mala- le dijo enojada, pero al ver que la risa de su hermana se intensificaba no pudo evitar ella reír también.

-¿¡Pero viste cuánto nadaste!?- contestó contenta Paula, que sentía un orgullo tremendo porque su hermana menor se haya animado a nadar sola tan lejos-.¡Sos una genia! ¡Súper valiente! ¿Que no te das cuenta todo lo que nadaste? ¡Todo eso! ¡Mirá!

Con un dedo señaló la orilla que tampoco estaba tan lejos, pero era una distancia significativamente mayor a la que estaba acostumbrada a recorrer por sí sola.

El sol estaba particularmente fuerte esa mañana y apenas se escuchaba otra cosa que no fuera el viento agitando los árboles a lo lejos. Nadie se había levantado. Inés, habiéndose dormido sumamente temprano el día anterior, despertó a Paula en su habitación golpeándole el hombro y le insistió que la llevara a nadar. Flor y Jazmín seguían durmiendo, mientras que Poli había descansado poco en toda la noche. Le daba lástima despertar a sus madres que apenas dos noches antes habían vuelto a compartir la habitación. Recurrentes imágenes desordenadas se le aparecían entre sueños a Poli. Extrañaba mucho a sus amigos de Berlín, aunque cada vez que pasaba un día y estaba mas cerca de volver, la idea de no ver a Inés todos los días le rompía el corazón.

Nada nos va a separar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora