Capítulo XL: just stop your crying it's a sign of the times

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-¿Cómo que no lo va a ver?-Paula no daba crédito a sus oídos-. Pero es demasiado hermoso para que no lo vea, mamá. ¿Estás loca?

-Bueno, eh, no me hables así, Paula- la retó Florencia, levantando un dedo acusador y aniquilandola con una mirada severa-. No quiero que lo vea sin terminar.

Se dirigió hacia la baranda que separaba el entre piso del abismo y se apoyó allí, observando a los hombres trabajar ahí abajo y soltó un suspiro.

-¿Te imaginás viviendo acá?- le preguntó Brenda a Paula, mirando alrededor.

Paula lo pensó brevemente, pero no articuló una respuesta. Estaba más ocupada pensando en cómo convencer a Flor de que el gesto que había tenido era hermoso y que Jazmín lo que más necesitaba ahora era una caricia al alma que le demostrara que no había ni un segundo en el que Flor no necesitara de ella.

-Mamá- retomó la conversación Poli, uniéndose a Flor junto a la baranda de madera y mirando directo al sol que entraba de lleno por el otro lado-. Es re lindo todo esto que hiciste, no podés irte y no compartirlo con ella. Es el gesto que está esperando.

Flor seguía insegura. La idea de armarle una galería a Jazmín en Buenos Aires siempre le había llamado la atención, pero el miedo de que no le gustara o creyera que la estaba invadiendo siempre había persistido. Cuando vio esa casa alpina entre los árboles, secreta, con el grado justo de intimidad que le daba el marco perfecto a la relación que Jazmín tenía con su arte, no lo dudó ni un segundo. Los retratos que Jaz había pintado en esos momentos familiares y privados no podían estar colgados en una galería a kilómetros de su casa, pero tampoco pertenecían a un rincón oscuro de su atelier. Tenían que estar en un lugar especial. Flor sintió una corazonada en el pecho cuando vió esa cabaña en el bosque, desde la cual se podía ver todo el lago donde se habían reencontrado, la casa donde habían vuelto a encontrarse como esposas y donde también Inés y Paula habían dejado atrás los fantasmas de dramas familiares. Le parecía el lugar perfecto. Adonde siempre podrían volver.

-Creo que es mejor que volvamos- replicó Flor sin responderle a Paula.

Simplemente no quería confundirla a su hija. Mas allá de que Poli siempre había tenido la mala suerte de acabar en el medio de los conflictos por circunstancias indeseadas, Flor todavía fantaseaba con la idea de que todos los problemas en su matrimonio no hubieran dañado la inocencia de su hija. No le importaba que ya tuviera 23 años, sentía que debía preservarla de todo lo malo del mundo.

Paula no respondió, solo siguió con la mirada a su madre que bajó por las escaleras. Sintió que la mano de Brenda se colocaba en su hombro y la daba palmaditas.

-No puedo creer que sean tan cabeza duras las dos- dijo, con hartazgo.

-Debe haber una solución- respondió la otra, encogiéndose de hombros.

-Lo que no entiendo es-Paula suspiró-... como dos personas que se aman tanto no pueden estar juntas.

Brenda tampoco terminaba de comprender muy bien por qué era tan complicado, pero supuso que era porque no sabía toda la historia. No se molestó en preguntar. No creyó que le correspondiera meterse.

-Por ahí podemos ayudarlas- sugirió.

La mirada de Paula se iluminó, como si tuviera cinco años.

-¿Cómo?

-No sé, ¿traerla a Jazmín de incógnito? ¿Que las dos vengan para acá de sorpresa?

Poli lo evaluó, pero no le pareció del todo convincente.

-No creo que podamos- dijo, mientras observaba a Flor hablando con los albañiles en la planta baja-. Flor ya dijo que no. No va a acceder a venir con Jazmín para acá si no quiere mostrarle nada.

Nada nos va a separar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora