Martín miró a un lado y a otro de la galería, como buscando algo que lo salvara del derrotero de caminar entre las miradas curiosas y sentarse en la punta de la mesa para que todos pudieran verlo. Brenda tenía los ojos encendidos de bronca. Le había dicho explícitamente que no la fuera a buscar, que no quería verlo más. Que volver a encontrarse había sido un error. Pero el chico sabía que no podía dejar todo ahí y, envalentonado por la poco claridad de sus pensamientos, salió corriendo a buscar a Brenda para convencerla una vez más de que dejarlo no era una decisión inteligente. Obviamente, la situación que esperaba encontrarse era otra. Sin embargo, una vez más, estaba expuesto frente a toda la gente. Y esta vez era peor. No lo habían tratado como a un desconocido, sino que lo estaban invitando a comer en la misma mesa.
Flor acarició el respaldo de la silla para indicarle a Martín que se sentara allí.
-¿Qué te gusta comer?- le preguntó con un tono aterradoramente dulce.
Jazmín le hizo señas a los invitados que estaban sentados en el medio de la mesa para que pasaran la tabla con comida. La apoyó junto a su plato y mientras enumeraba los cortes de carne clavó la punta del cuchillo afilado en una pieza de asado.
-Hay vacío, tira de asado, costilla...- dijo, mientras examinaba los cortes de carne- y molleja. ¿Te gusta la molleja?
-No sé qué es- dijo el chico con tono lúgubre.
-Corazón.
Flor reprimió con todas sus fuerzas una arcada. La otra estaba sospechosamente tranquila.
-Pero no sé si a vos te va a gustar el corazón- replicó Jazmín, pensativa.
Virginia, que estaba sentada al lado de ella, disfrazó una risita con una tos de dudosa procedencia. Florencia la pateó por debajo de la mesa.
-Y, Martín... contame- le dijo Flor, mientras revolvía su ensalada-. ¿Qué hacés de tu vida? ¿Estudiás?
Martín negó con la cabeza.
-¿Trabajás?
-Si- replicó-. Con mi padre.
-¿El intendente?
El chico volvió a asentir, pero esta vez con cierto grado de autosuficiencia, sacando el pecho y levantando el mentón.
-Algo me hablaron de él- dijo Flor, fingiendo que estaba tratando de recordar algo-. Ah, si, cuando fuimos a la policía. Me hice muy amiga del comisario Gatti, ¿sabías?
-No sabía que lo conocían- replicó con sorpresa el chico.
-Si, lo conocemos- asintió Jazmín, mirando desinteresadamente su plato-. Y está muy agradecido con que el hotel esté funcionado bien, ¿no, mi amor?
Flor coincidió sonriente y al ver la mano de su esposa estirada sobre la mesa, la tomó entre las suyas y besó el dorso, antes de volver a dejarla en el mismo lugar donde estaba. Martín siguió el gesto con los ojos.
-¿Y cómo lo conocen?- preguntó.
-Vos sabés cómo lo conocemos- repuso Jaz.
El chico pestañeó rápido.
-No.
-¿Cómo que no?- Florencia lo miró con la misma sonrisa dulce que había tenido desde que el otro se sentó-. ¿No fuiste vos el que le pidió que mandaran a Brenda a tu casa?
Al otro lado de la mesa, las dos chicas no paraban de estirar el cuello y agudizar el oído para escuchar lo que ocurría en el otro extremo. Pero sus intentos eran en vano. Las voces de los comensales y el griterío de los más chicos que las rodeaba volvían imposible saber que estaba sucediendo.
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Nada nos va a separar.
Fanfiction"Si para recobrar lo recobrado, tuve que perder primero lo perdido. Si para conseguir lo conseguido, tuve que soportar lo soportado. Si para estar ahora enamorada, fue menester haber estado herida. Tengo por bien sufrido lo sufrido. Tengo por bien l...