ACLARANDO DUDAS

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   — Leliel — comenzó la voz de Hasmed —, tú no puedes matar a Araquiel. Tan solo piénsalo unos segundos... hasta donde he entendido, él y tú han formado una estrecha relación de amistad durante los últimos meses. ¿De verdad lo asesinarías si se presentara la oportunidad?

Se hizo un largo silencio y por un segundo llegué a dudar si la charla aún seguiría, hasta que Leliel interrumpió el silencio.

  — No es que quiera, lo sabes muy bien, pero es lo que debe hacerse. Araquiel es muy peligroso con vida...

  — Aún no se ha desarrollado su potencial  — interrumpió su hermano —. Mientras aún esté atrapado en el cuerpo de un ángel, no representa peligro para nosotros. Nuestro trabajo es prepararlo para el día en que su juicio sea tomado.

"¿Juicio?" ¿¡De qué demonios estaban hablando!? 

  — Entrenarlo es difícil, Araquiel es demasiado terco. En la misión de hoy...

 —  Leliel — volvió a interrumpir Hasmed con tono cansado —. Si de verdad quisieras asesinarlo, nada te impide tomar una de tus espadas y cortar su cuello mientras duerme. ¿Lo has hecho? 

Un sepulcral silencio volvió a reinar y un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Ella en serio me mataría? Bueno, en algo tenía razón su hermano. De querer hacerlo, ya me habría asesinado. 

  — Debo irme. Te veré pronto, hermana. 

Silencio de nuevo.  Luego la cortina de la tienda se abrió y Leliel salió. Se había quitado su careta y sus azules ojos se veían cansados. Era extraño ver lo diferente que era de sus hermanos, los cuales no tenían muchas facciones en el rostro. No tenían ojos, boca o fosas nasales. Leliel por su parte, tenía el rostro más semejante al de algunos ángeles. Suponía que en sus hermanos predominaba un lado más demoníaco.

  — No lamento que escucharas eso  — dijo, haciendo una seña con el rostro para que entrara a su tienda.

Por dentro era  un caos total, con armas, libros y comida botados por todos lados. Su iluminación procedía de pequeñas bolas de energía que flotaban, alumbrando el lugar como pequeñas antorchas.

  — Escucha, cuando estábamos los siete hermanos juntos  — comenzó, mientras recogía sus libros tirados por el suelo de su camastro  — , "La Energía Creadora" nos había brindado de ciertos dones que ningún otro nihilium poseía. Se nos dieron siete brechas dimensionales para cargar nuestra energía a limites increíbles. Nuestra misión era encontrar a un hijo de la oscuridad bendecido por la misma energía que nos brindaba nuestros poderes y decidir entrenarlo o asesinarlo para la supervivencia de nuestra especie. Si te perdonábamos la vida, el oráculo dijo que nos guiarías a una nueva existencia y prosperaríamos bajo tu manto... pero las probabilidades del éxito eran mínimas, pues las raíces de tu naturaleza podrían destruirnos si la oscuridad se apoderaba de tu ser. Lo pusimos a votación. Yo, Estibus y Zachariel votamos por asesinarte, mientras que mis otros cuatro hermanos optaron por salvar tu vida. Tras perder la disputa, Estibus y Zachariel se convencieron de  que mantenerte con vida era un suicidio y se fueron con sus respectivas legiones.

 — Me dijiste que habían perdido la fe en la profecía y que por eso se fueron.

Leliel asintió.

  — La perdieron en cuanto te dejamos vivir.

 — ¿Y Simikiel? — pregunté.

  — Él, a pesar de su decisión, se separó de nuestro lado dos siglos después, tras arrepentirse por salvarte.

  — ¿Por qué tú te quedaste?

La nihilium suspiró.

  —  A veces me hago la misma pregunta  — contestó.

  —  ¿Nunca más los volvieron a ver?

Leliel negó con la cabeza.

 — Nadie sabe dónde están, Araquiel, pero se llevaron a sus respectivas legiones y sus brechas dimensionales. Son muy poderosos y si supieran que estas con nosotros, no dudarían en venir y matarte. 

No quise hacer más preguntas, me despedí de Leliel y salí de su tienda. A la mañana siguiente, me levanté y salí en busca de Armen para preguntarle por el progreso en la localización de Asderel y sus fuerzas, pero no pude encontrar a mi hermano. De hecho, no pude encontrar a ningún ángel.

Me acerqué a un soldado nihilium que estaba afilando la punta de su lanza para preguntar si había visto a Armen o a algún ángel.

  — Ah  — respondió un poco atónito —, sus hermanos y los celestiales descubrieron el paradero de Asderel y se movilizaron para asesinarlo.

  — ¿¡Qué!? Nunca se me fue informado.

 — No dijeron mucho, uno de nuestros soldados fue quien los escuchó. Partieron a primera hora y al parecer, no tenían deseos de incluirlo en su misión, señor Araquiel.


Mártir Hereje #2-Justicia DivinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora