Una confidente para tu corazón

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En la sala de espera, un par de enfermeras no pudieron evitar fijarse en el joven que en esos momentos tomaba asiento con expresión preocupada, algo común en cualquier familiar que aguarda noticias sobre su paciente, sin embargo éste destacaba entre el resto por su cabellera blanca. Tendría alrededor de veintiún años, era alto y aunque la sudadera abultada no permitía distinguir su físico, parecía ser de complexión delgada y de espalda ancha, además poseía de cierto atractivo que le hacía resaltar de otras personas. Al espacio entró de pronto un doctor con una carpeta en mano alzando la voz.

—¿Alguien viene por Leni Loud? —el joven se levantó alzando la mano, un impulso que le había acompañado incluso tras terminar sus estudios—. ¿Su nombre?

—Lincoln Loud.

Las enfermeras regresaron a lo suyo sin tardar mucho en retirarse tras perder el interés y recordando que tenían otras labores. Después de todo el joven quizá era casado y su esposa la paciente.

—¿Parentesco? —preguntó el doctor.

El joven Loud por un momento titubeó antes de responderle.

—Su... su hermano. Soy el hermano menor de Leni Loud. Doctor, mi madre me dijo que entró a cirugía. ¿Ya terminó? ¿Todo está bien?

—Continúa en cirugía. Se atravesaron algunas complicaciones que no previmos, pero descuide. Se logró estabilizarla por el momento. En una o dos horas la pasarán al área de recuperación.

—¿Podremos verla?

—No puedo responderle todavía a eso. Monitorearemos su condición para tener más información sobre sus avances. Quería además de darle los detalles del estado de su hermana, advertirle que será necesario hacerle una transfusión adicional. Hubo mucha pérdida de sangre incluso durante la cirugía. ¿Sabe que tan compatible es su tipo de sangre con la de ella, o si conoce a alguien que pueda ser donador?

—Sí, yo. Soy compatible. Si se necesitan más estoy casi seguro que algunas de nuestras hermanas pueden serlo también.

—¿Mayores de edad?

—Sí, la mitad de ellas.

En su mente, Lincoln iba descartando a Luna por el asunto de los tatuajes. Sabía que las personas tatuadas no pueden ser donadoras. No estaba seguro si podría contar también con Lucy. Ella ya tenía dieciocho años, por lo que supuso dados sus gustos, tal vez tenía algún tatuaje del que nadie supiera nada; no es que le sorprendiera descubrir que así fuese. Lynn sencillamente estaba fuera de la cuestión por motivos muy distintos y más delicados; era un hecho que no contaría con ella. Lo mejor sería que le telefoneara a Lori y a Luan para pedirles su ayuda.

—Doctor, dígamelo. ¿Se recuperará? Sé que tiene que ponerse bien por mi... ah, por su hija.

El doctor parecía pensar con cuidado en qué decirle. Siempre la parte más dura de su trabajo había sido el tratar con los familiares de los pacientes. No se le daba del todo el lado emocional de su labor.

—Estamos haciendo todo lo posible señor Loud. No pierda la fe ni la esperanza. Su hermana es una luchadora.

Minutos después, Lincoln se dejaría caer preocupado sobre el asiento, lamentando haber logrado convencer a su madre que se marchara para que pudiese darse una ducha, comiera algo, durmiera y se atendiese un poco mientras la cubría. Se sintió tan desesperado que deseaba la compañía de alguien, quien fuese. Si tan sólo Lynn estuviese a su lado. Lamentablemente Lynn sencillamente no podía presentarse a ese lugar.

Tan sólo sucedióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora