Presión

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Para una parte de la familia el día abrió al momento de despertar e intentar tomar un buen lugar en la fila del baño; para otros fue al ir a la mesa y desayunar, siempre pretendiendo que era otro día cualquiera, pero no era así. No se trataba por el hecho que Bobby apareció después del desayuno para recoger a Lori y regresar a la Universidad, sino porque la noticia que todos habían recibido el día de ayer aún estaba fresca en sus mentes y por ello miraban constantemente a Leni con una mezcla de recelo, curiosidad y pena. No es que para Leni el día hubiese abierto cuando junto con sus padres, Lynn, Lincoln y Lucy habían llegado al asilo de ancianos en Sunsent Canyon causando un poco la sorpresa y molestia de la enfermera Sue, la robusta y malhumorada directora del lugar. Para Leni, el día había abierto cuando tras darle con mucho temor la noticia a su abuelo, este la había rodeado entre sus brazos mientras ella sollozaba silenciosamente en su pecho.

Cuando su familia llegó naturalmente el anciano se puso tan feliz como Myrtle por su visita, pero al ver sus semblantes de inmediato supo que no era para recibir gratas noticias. Después de escucharlas le costó trabajo decidirse entre sí estaba o no equivocado al respecto.

Su novia chilló de emoción, pero se contuvo de lanzarse contra Leni para felicitarla, comprendiendo que diecisiete años no era precisamente la edad correcta para esperar un hijo. Albert con duda la felicitó con sequedad sin ocultar su severa expresión, una que se intensificó después de recibir la respuesta al preguntar quién era el "afortunado padre".

Leni no permitió que sus padres ni su hermano o hermanas diesen la cara por ella. Le repitió lo mismo que había hecho con ellos. Lo ignoraba, pero el padre le traía sin cuidado. Esperaba un bebé y es lo único que le importaba, su bebé y el deseo que tenía de traerlo al mundo y hacerse cargo de él, siempre repitiéndolo con una seguridad que asombró a Albert, incluso en ese momento en que se disculpaba llorando por las consecuencias de sus acciones, se notaba decidida a enfrentar la enorme responsabilidad que esto sería.

—Perdón por decepcionarte de nuevo, abuelo.

Ambos sintieron el deja vu de una época más tranquila, una a la que con regocijo al anciano le gustaba rememorar. Le acarició su rubio cabello siendo capaz al hacerlo de sentir el miedo, la frustración y a la vez el coraje de su hermosa nieta.

—Hija. No negaré que me sorprendiste bastante, pero tranquila. Calma. No me gusta verte así. No es bueno para tu bebé.

Al escucharlo decir eso, Leni lo abrazó con más fuerza. Ya no parecía tan severo como al principio.

—Sigues siendo un ángel. Ya no me importa lo que hayas hecho, no se puede evitar por primera vez lo que ya sucedió, es algo con lo que uno tiene que aprender a lidiar. El verte tan consciente de lo que esto implica me es suficiente. ¿O es que no lo eres?

—Sé que será difícil. Para mis papás lo fue con Lily, Lisa y todas, pero no me importa pasar por todo eso. No lamento que vaya a tenerlo, sólo que sea de esta forma. Lo... lo siento. Al final rompí mi promesa y te decepcioné de nuevo.

Albert frotó su espalda ofreciéndole consuelo no muy seguro sobre a qué promesa se refería.

—Nunca estuve decepcionado de ti antes ni pienso estarlo ahora, hija. Tranquilízate.

Se dieron unos minutos para reponerse, cuando eso sucedió Albert la besó en las mejillas y la peinó con sus dedos como cuando era más pequeña. Al principio hizo un gesto con su mano, pero dudó al principio y pareció retractarse. De pronto Leni tomó su mano y la posó sobre su vientre. Aún se sentía algo liso, pero a la vez se notaba una diferencia.

—Sigue siendo muy pequeño por ahora —murmuró ella apenada—. Pero ya crecerá.

De pronto el anciano fue invadido por una emoción a la que gracias a su hija creyó haberse terminado por acostumbrar conforme fueron naciendo sus nietas y nieto, pero había algo diferente esta vez, muy distinto de ellas, o de la que sintió cuando su difunta Lori durante su embarazo esperaba a Rita. Agradecía cada día su salud y vigor, sin embargo sintió una alegría distinta esta vez por seguir con vida, quizá se trataba de la oportunidad que se le brindaba, a no ser que el destino dispusiera de algo distinto, del poder llegar a ver una cuarta generación de su descendencia. La hija de su hija sería madre. Él sería bisabuelo. Olvidó las circunstancias en cómo su nieta metió la pata y se sintió feliz por la idea.

Tan sólo sucedióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora