Resignación y aceptación

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Lori había salido de la habitación permitiéndole a Lincoln entrar y hablar con Leni. Desde un inicio al chico le había extrañado que su hermana no hubiera contado las circunstancias reales en que terminó embarazada, creyendo imposible que por despistada que fuese, hubiera olvidado mencionar lo más importante y delicado del asunto. Pronto descubrió que no fue un descuido, fue deliberado.

—Es por eso que no les dije todo lo que sucedió, Lincoln.

El chico sopesó los miedos de su hermana tomándolos más en serio que cualquier otro temor tonto que hubiese tenido en el pasado. ¿Realmente sus padres serían capaces de obligarla a realizarse un aborto? Lo dudada, aun si la concepción del bebé se hubiera dado en semejantes circunstancias, veía ilógico que si Leni no quería practicárselo, ellos tomaran por ella la decisión, aunque... bueno, seguía siendo poco probable. Su hermana era menor de edad y aún si fuera mayor, no es que se le considerara con todas sus facultades aptas para tomar decisiones tan importantes.

Un bebé. Esa era la parte que más le sorprendía. Nunca le pidió detalles a Leni ni tuvo intenciones de hacerlo sobre la forma en que ocurrió "eso". La posibilidad de que quedara embarazada nunca cruzó su mente, o si por un momento lo pensó, fueron momentos rápidos que perdieron fuerza con el pasar de los días.

—Leni, entiendo que no culpes de nada al bebé, pero sigue siendo... el bebé de "él". Tú eres la víctima, no pediste que te hiciera eso, no lo querías, tampoco le pediste un hijo.

—Bueno, como que hay muchas cosas que a veces no pedimos, pero a veces nos la dan.

—Si hablas de regalos, pues los regalos son buenos; la ropa, la comida, esas cosas son buenas. Esto es distinto.

—¿Es que dices que los bebés no son algo bueno?

Lucía confundida al tratar de seguir la lógica de Lincoln, quien con dificultad trataba buscar las palabras para hacerse entender.

—Pues... lo son, pero... normalmente los bebés uno los tiene con la persona que ama. En esta situación, el bebé es de ese tipo.

—No. Ese... monstruo me hizo un bebé, pero no es de él. Nunca se lo daría, es mío.

Lincoln no creía que sea quien fuese el monstruo reclamara su paternidad, en todo caso mentiría si no admitiera le conmovía el sentido de posesión que Leni ya le estaba dando a la criatura.

—Pero... ¿qué pasará cuando nazca? ¿Lo darás en adopción?

—Yo... no lo sé, no lo creo. Los niños que la gente adopta no tienen papás. Como que el bebé me tendrá a mí, ya sabes, sería su... mamá —la voz de la joven se entrecortó. Se palpó su vientre nada abultado, pero que en pocos meses se volvería notorio—. Yo seré como mamá, seré una mamá.

—Leni, pero eres muy joven todavía. No estás obligada por la fuerza a ser madre.

—Él me obligó a eso... no pude hacer nada. Yo no quería hacerlo. El bebé viene en camino, pero no por eso quiero matar a mi bebé, no quiero regalarlo. Es mío, como Lily y todos los demás somos de mamá y papá. Sólo porque "él" me... el bebé no hizo nada, pero me da miedo que no lo quieran las demás si saben lo que me pasó, ¿tú odias a mi bebé, Lincoln?

Su hermano soltó aire compungido. Odiaba el modo en que aquél monstruo trastornó la vida de su hermana y siempre lo haría por el resto de su vida, pero le daba la razón. Aunque el bebé fuese responsable del cambio que habría en su vida, éste no era consciente de lo que ocurriría y por tanto no tenía la culpa de nada. A pesar de ser una responsabilidad que Leni tenía la oportunidad de rechazar, por el contrario, la aceptaba temiendo mayormente que los demás no la comprendieran y por ello rechazaran a su hijo.

Tan sólo sucedióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora