Capítulo 15 -•- Atrapada

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        Me desperté de golpe escupiendo agua, me senté para acabar de sacar toda la agua. Estoy completamente empapada por lo de anoche.

         Lo único que soy capaz de recordar es que después de la luz cegadora es que aparecimos en el bosque y fui empujada a un lago, todos se metieron y la chica extraña se transformó en una sirena, era extraño como todos ellos podían respirar bajo el agua, yo casi me ahogo ahí, estando bajo el agua fue cuando perdí la consciencia y no sé donde demonios estoy o qué quieren de mí.

         Estoy en un pequeño cuarto lleno de polvo y el sol se cuela por dos cuadros sin cristal o algo que los cubra, hace frío pero supongo que eso se debe a la ropa mojada, las paredes están echas de piedras y la puerta son solos barrotes delgados, me levanto de inmediato y corro hacia ellos, envuelvo mis dedos en ellos y los sacudo fuertemente.

        El umbral saca polvo pero no parecen querer abrirse. Maldita sea, están todos oxidados y débiles, les doy una patada llena de enojo soltando un gruñido, paso mis ojos por la habitación nuevamente, lo único que me hace compañía son las arañas en cada rincón y un banco lleno de polvo. Camino hacia el banco de madera y lo tomo para ponerlo bajo las ventanas que están más altas que yo, me subo en el. Me falta poco para poder ver así que me paro de puntillas, aferro mis dedos al borde del recuadro...

         No sé donde mierda estoy, todo está lleno de árboles y un gran lago decorandolo, se ve algo a lo lejos, no logro ve que es con la claridad del sol, me acomodo para no caerme mientras cubro el sol que da en mis ojos con una mano, al fijarme de nuevo brinco del susto y el banco se tambalea haciéndome caer sentada.

       El animal mete su cabeza por el cuadro, su nariz hace ruido y suelta un sonoro estornudo, me hace sonreír y me levanto para ir con el.

        —Salud... —debe ser estúpido que le hable a un animal pero después de tantas cosas estúpidas dudo que sea esa la ganadora, me subí en el banco de nuevo y acercó lentamente mi manos a su cabeza, le acarició lentamente y el cierra los ojos disfrutando del momento— ¿Cómo te llamas eh? —su pelaje es tan suave y envidiable—. ¿Dónde estamos? —se quita de donde estoy, y saca su cabeza, mete las patas e intenta meterse, me rió ante tal cosa... no cabe por ahí apenas y si entra su cabeza... Al cansarse de tratar de meterse se da por vencido y vuelve a meter la cabeza—. Ayúdame a salir... —digo en un susurro. Algunos pasos se escuchan por el pasillo—. Vete pequeño, vete de aquí ahora.

        Saca su cabeza, me mira por última vez y se va... no tengo idea si aquel pegaso es de alguien de aquí pero es mejor que no esté aquí por si las dudas, me quedo observando como disfruta de su libertad mientras mueve sus alas.

       —Bonito ¿verdad?. —Giro mi cara para encontrarme con un sujeto, con el cabello bien peinado, trae un montón de anillos en sus dedos con piedras hermosas, sus ojos tienen destellos de malicia aún teniendo el color gris más hermoso que podrías haber visto antes, si trajera una corona puesta no dudaría en que es un rey— lástima que este invadiendo propiedad privada. —Chasquea los dedos y vuelvo a mirar al pegaso.

         Abrí los ojos de más cuando en pegaso se prendió fuego y fue cayendo envuelto en el, cerré los ojos por un instante para eliminar cualquier emoción de mi rostro, lo mire a él, sonríe como si eso hubiera sido un gran espectáculo, bajo del banco y doy unos pasos hacia él, no despega sus ojos de mí, me hace sentir incómoda y aún más cuando sus ojos no se despegan de mis pechos. No sé que tanto ve, no es como que tenga mucho para que se deleite... Maldito idiota, cruzo mis brazos sobre mi pecho, y es ahí cuando levanta la mirada a mi rostro sin dejar de sonreír.

       —Permiteme presentarme...

        —Me importa una mierda quién seas tú, así que evita gastar saliva.

El bosque ll •Transformación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora