Capítulo 38 -•- El chico

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         Con un último jalón caigo al piso, hago el esfuerzo para levantarme, una mano se envuelve en mi brazo, intento y safarme hasta que veo a mi padre.

        —Vamos por aquí Caroline —dice mi padre, me levanto por completo ya es de día, el sol apenas da sus primeros rayos de luz, voy tras mi padre.

        Estamos en el castillo destruido, el de Agarathaí. Llegamos a una habitación donde están los demás, Dante, Michael, Ivan y Ashley, por fin saldré de aquí, no sé cómo me encontraron pero volveré a casa.

        —Entra —dice mi padre, le obedezco pero todos comienzan a salir, les sigo pero mi padre me detiene—. Tú te quedas aquí.

       Pone un brazo para impedirme salir, si esto es un mal chiste, prefiero no jugar ahora, no cuando ya iba a volver a casa.

        —¿Qué? ¡No, no me dejes aquí! —agarre su brazo pero me hizo soltarlo bruscamente.

        —Tú madre te necesita, hemos hecho un trato con ella, tienes que quedarte.

        —¡Me va a matar, no me dejes aquí! ¡Llévame contigo! —le suplique.

        —¡NO! El precio a pagar para que nos dejarán en libertad era tu vida.

        —¿Me vas a dejar aquí? ¿Así como así? —todos me miraron y bajaron la mirada— esperenme afuera —asintieron y se fueron—. Caroline ya nos haz provocado demasiados problemas, es tiempo de que pagues, con quedarte pagarás todo lo malo que haz hecho, ve esto como algo bueno, por fin harás algo bien.

        —¡Prometo no meterme en problemas! —prometer eso casi imposible...

        —¡No! Te he dado tiempo y todo y tú sigues igual...

        —¡Te lo prometo, pero no me dejes aquí, por favor! —grite desesperada.

        —¡ENTIENDE QUÉ YA NO PUEDO CONTIGO, YA NO SÉ QUÉ HACER! —eso fue una gran puñalada en el pecho, un nudo de formó en mi garganta, me empujó hacia adentro y agarró la perilla para cerrar la puerta de un portazo.

         Golpee la puerta hasta acabar con los puños molidos, y en un abrir y cerrar de ojos la puerta se encendió y una gran llamarada que abarcó toda la puerta, retrocedo sin saber que hacer y choco con alguien.

         —Deja de lloriquear —me giro y me aparto tan rápido como puedo de Bianca.

         —¿Cómo es qué estás aquí si no lo estabas? —ella sonríe, estaba yo sola en la habitación.

         —Tengo que tomar tu vida, tu vida por la de todos.

        Las llamas se extienden por toda la pared devorando los muebles que hay, una gran nube de humos nos invade, los ojos me pican y me es difícil tenerlos abiertos o no toser, las llamas se expanden por el piso aunque sea de mármol, me siguen como un león hambriento y me invaden en ellas, grito y trato de apagarlas sin lograr algo. Y en segundo, ya atravesé la ventana para caer al vacío, las llamas me consumen y siento como devoran mi piel...

       Caigo pero no siento nada, me levanto de inmediato y me agarran por los hombros y brazos, estoy gritando como loca, abro los ojos... Estoy en la cama con sujetos agarrándome, me sueltan cuando me ven tranquila, tengo la misma ropa que use para ir por la corona.

        —¿Qué demonios pasa contigo? —preguntó Ferreol llegando a mi lado, estoy empapada de sudor, aún siento las llamas devorando mi piel.

        —Sólo fue un estúpido sueño.

        —¿Por qué te altera tanto? —me recosté de nuevo en la cama, le mire juntando las cejas, él me miró con curiosidad.

El bosque ll •Transformación•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora