POV Goku
No sé porqué había aceptado ayudar a Black y perder así el domingo tranquilo y apacible que llevaba esperando toda la semana.
Resultó que la prima de mi idiota amigo, Bulma Brief, no traía cuatro o cinco cajas, traía quince y no quería montar un par de estanterías, prácticamente le instalamos la cocina completa, incluido algunos muebles. Tuvimos que subirle un sofá por las escaleras, porque no cabía en el ascensor, y colgarle las cortinas, porque ella no llegaba a la barra.
Y si en un primer momento me pareció una belleza andante, de cabello azul, felinos ojos azules y cuerpo voluptuoso, quise echarme a llorar como una nena cuando empezó a impartir órdenes como una tirana. Menos mal que no era mi prima.
La semana siguiente pasó rápida. Apenas veía a Milk porque tenía clases toda la mañana y yo tenía clases por la mañana y prácticas de anatomía y de cirugía con muñecos por la tarde, así que sólo coincidíamos por la noche y eso si no nos acostamos temprano, porque si llegábamos muertos nos íbamos directos a la cama. Juntos no, claro, para mi desgracia.
La noche del martes de la siguiente semana, Milk me tenía preparada la cena para agradecerme la lasaña que hice hace dos semanas. Por lo cual, disfrutamos los dos de un jugoso pollo al horno con un acompañamiento de puré de patata mientras nos contábamos cómo nos habían ido las dos primeras semanas de clase. Cuando terminamos retiramos los platos y fregamos los dos entre risas. Milk dio un enorme bostezo antes de irse a su habitación:
-Bueno, buenas noches, mariquita (*) - y pellizcó mi mejilla antes de irse.
"Genial", pensé. Mi hombría volvió a disminuir una vez más y todo por ese estúpido apodo que me adjudicó Milk. No sólo tenía que comportarme como gay y evitar mirar su trasero cada vez que se volteaba, sino que ella también me recordaba mi condición homosexual cada vez que me decía ese estúpido apodo.
[...]
POV Milk
Estaba super cansada y eso que sólo era jueves. Aún quedaba el viernes para terminar mi semana estudiantil y laboral. Menos mal que Vegeta me había traído del trabajo en coche. Sólo de pensar la cantidad de manzanas que tenía que andar para llegar hasta el piso hacía que me cansara todavía más.
Cuando llegué a mi habitación, dejé mi mochila en la cama y busqué rápidamente unas pinzas en mi tocador. Llevaba todo el día viendo un vello en mi ceja que salía de su sitio y necesitaba arrancarlo ya. Definitivamente odiaba el maquillaje, las sombras o el gloss pringoso, pero si no tenía las cejas perfectamente depiladas no estaba tranquila.
Fui al salón porque en mi dormitorio no había suficiente claridad. Coloqué un pequeño espejo encima del mueble del televisor y abrí lo máximo las cortinas.
-¡Ahí estás traidor! - y con decisión, tiré de él.
Ya que estaba puesta, aproveché y me quité los pequeños pelitos del entrecejo. Y en eso estaba hasta que se abrió la puerta y entró Goku. Ya llevaba casi tres semanas viviendo conmigo, pero no podía acostumbrarme todavía a su imponente físico.
-¡Hola, mariquita!
-¡Hola, pequeña!
Goku me llamaba "pequeña" porque decía que era dos años menor que él, no obstante, estoy segura que era por pura competitividad, él tenía un apodo, así que yo tenía que tener otro. Pero me daba igual, me hacía sentir querida.
-¿No tienes prácticas? - le pregunté extrañada de que regresar tan pronto.
-Hoy no vino el profesor y me las cancelaron - Goku dejó los libros sobre el sofá - ¿y tú qué haces?