Capítulo 21

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Narra Goku

Dejé caer el móvil sobre el sofá de Black.

- Goku, ¿estás bien? - Black puso la mano en mi hombro y lo apretó - no deberías haberla llamado.

-Necesitaba escucharla.

Cerré los ojos con fuerza y me dejé caer hacia atrás en el sofá. Diablos.

-Pero Goku, tenías que haber esperado mañana. Estoy seguro de que te ha notado raro y ahora se estará preguntando qué te pasa - abrí los ojos y vi a Black de pie, delante de mí, mirándome - te acabas de enterar, tienes primero que digerirlo.

-¡¿El qué? - me levanté del sofá de golpe y tiré de mis cabellos - ¿qué la chica de la que estoy enamorado lleva jugando conmigo desde sabe Dios cuando?

-¿Sabes? No quiero analizarte, amigo, porque sinceramente creo que lo que más dañado tienes es el orgullo - Black me miró con firmeza - mejor voy a comprar unas cervezas. No hay suficientes en la nevera.

-Trae una botella de whisky también, por favor - me metí la mano en el bolsillo del pantalón buscando hasta que encontré lo que buscaba. Le tendí un billete de cincuenta dólares y me tiré otra vez en el sofá.

Escuché como Black cogía las llaves y cerraba la puerta.

Ya sabía lo que le dijo Milk, totalmente borracha, le había confesado a Black en la discoteca.

Ella lo sabía. Ella sabía que yo no era gay.

Lo sabía absolutamente todo, incluso que le dije a mi madre que ella era lesbiana.

Gruñí, impotente, y puse la cabeza entre las rodillas.

Pero, ¿desde cuándo lo sabía? Y si lo sabía, ¿por qué no me había echado? ¿qué sacaba con callárselo?

Me levanté y empecé a dar vueltas por el salón de Black. Apreté tantas veces el puente de mi nariz, que quedó colorado.

¿Y ahora que hacía? Porque tampoco sabía hasta que punto había estado ella jugando conmigo, que escenas habían sido verdad o cuales preparadas. Había algunas claras, como la de esta mañana haciendo el striptease. Eso no lo había premeditado, en cambio, ¿qué decir de la noche que se puso esa pijama transparente? ¿Y lo de la cera en medio del salón? ¿o cuando se quitó la bata delante de mí para bañarse?

Bufé.

Seguía sin llegar al punto clave de la cuestión, ¿qué ganaba ella con ponerme caliente? ¿El simple placer de excitar a un hombre?

No, Milk no era así.

Y una cosa estaba clara. Yo había tratado con la verdadera Milk, la sonrojada Milk alegre y divertida. Pero por otro lado, también estaba la Milk pícara, que no dudaba en preguntar sobre cualquier cosa o bailar sin vergüenza alguna. Porque la Milk desinhibida que había bailado conmigo en la discoteca era la Milk verdadera, la que no tiene miedo de lo que digan los demás y se deja llevar, que estaba bailando cómodamente con una persona a la que le tiene confianza.

-¡Joder! - agarré mis cabellos.

Me eché en el sofá otra vez. Me tumbé todo lo largo que era y con los brazos cruzados tras la cabeza, miré al techo.

¿Qué hacía? ¿Ir con Milk y decirle sé que tú sabes que yo no soy gay? ¡Diablos! ¡Si enfrentaba la situación y se lo decía, ella podría echarme libremente! ¡y yo no me quiero ir! Porque sí, había herido mi orgullo al estar jugando con mi hombría, pero ¡joder! ¡la quería!

Sentí la puerta abrirse y me incorporé del sofá. Black entró al salón y dejó una bolsa encima de la mesa.

-¿Más relajado? - Black se sentó a mi lado y sacó un par de cervezas.

Mi compañero gay. ✔️Historia ConcluidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora