Narra MilkNo podía decir como me encontraba. Ayer pasé primero por una fase de silencio y después por otra de estupefacción, y esta mañana por la fase de ira y gritos. Ahora no sé en que fase estaba, sólo miraba la pared celeste frente a mí.
Ayer, después de que Vegeta soltara la bomba y yo me quedara congelada, Ami me abrazo, me dio unas palmadas suaves en la cara y luego, me llevó a mi dormitorio. Me hizo empacar algo de ropa y obligó a Vegeta que nos llevara a su casa.
Vegeta condujo hacia su casa mirando de una a otra sin saber que pasaba, pero tampoco intentó preguntarlo y permaneció en silencio. No sabía si Ami sabría lo que me pasaba, quizás sólo pensaba que me había afectado mucho debido a la confianza que había forjado con Goku.
Cuando llegamos a la casa familiar de los Ouji, sus padres nos recibieron alegres y preguntaron si me quedaba a comer. Creo que les sonreí cordial y asentí. Su madre nos sirvió un sabroso pescado al horno acompañado de verduras al vapor.
No recuerdo mucho más del día de ayer. Después de almorzar fui como una zombi al dormitorio de Ami. En algún momento de la tarde, Ami intentó hablarme, pero la ignoré, estaba entrando en la etapa de estupefacción. Por la noche, Ami me volvió a llevar al comedor para cenar y después me dijo que me acostara en la cama supletoria que había abierto en su cuarto para mí.
Al despertar esta mañana, sólo pude gritar y patalear. Menos mal que estábamos solas en casa. Ami me dejó desahogarme, cuando histérica, empecé a llorar, a gritar y a pasear furiosa como una leona encerrada. Ami me dio periódicos antiguos que rasgué y una camiseta vieja de Vegeta que despedacé en trozos. Si no hubiera hecho eso, me hubiera cargado su trabajada colección de muñequitas de porcelana.
Una vez un poco más calmada, me dejé caer al suelo enmoquetado y contemplé la pared celeste de la habitación de Ami.
-Milk, tenemos que hablar.
Ami se sentó con las piernas cruzadas delante de mí.
-No sé como te sientes y porque estás así, y si no me los dices, no podré ayudarte - me tomó de las manos - sé que te sientes engañada, pero lo que no comprendo es porque te ha dolido tanto. Sólo ponlo de patitas en la calle, y ya.
Ami tenía razón. Me había engañado. Goku había traicionado mi confianza. Cuando Vegeta nos contó que el Goku que él conocía no era para nada gay, no me lo creí. Sin embargo, insistía que lo vio bailar bastante pegado con una mujer y que vio perfectamente como había repasado el conjunto de su novia, pero no la había repasado con el ojo crítico de alguien que aprecia simplemente la belleza, sino como un macho valorando el género femenino. Vegeta conocía muy bien ese tipo de mirada, lo había empleado mucho.
-¿Quieres que mande a Vegeta a echarlo de tu piso? - Ami apretó mis manos - ¿eh?
Miré nuestras manos unidas y tenía que haberle respondido que si a Ami, debía de poner a Goku de patitas en la calle por mentiroso. Pero...
No podía.
Una parte de mí se encontraba furiosa al sentirse engañada y utilizada, pero por otra parte, y era una bastante grande, se sentía feliz. Al fin y al cabo, no estaba enamorada de un gay. Alcé la cara y miré a Ami, no sabía que le diría.
-¡Oh, Dios! ¡no! - Ami soltó mis manos y me observó atónita - ¡estás enamorada de él!
-¿Qué?
-Milk Ox Satán, sé leerte como si fueras un libro abierto, ¿y qué te dije? ¡no te enamores de un gay!
-Pero Ami, no es gay - no sabía si reír o echarme a llorar. Lo último ganó.