Una visita inesperada

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Han pasado varios días y Haneul cada vez siente menos temor hacia Jungkook, incluso a veces olvida poner el cerrojo y duerme como una enana toda la noche sin pensar en lo que él podría hacer mientras ella se sume en un sueño profundo. Él le había demostrado que su único interés era llevar la fiesta en paz, sin discusiones ni tensiones. Lo que siempre planeó con ese trato que ambos cerraron desde hace un par de meses.

Hoy era una de esas tardes en las que Haneul disfrutaba de su soledad, mientras plasmaba algunas imágenes sobre sus preciados oleos. Jungkook no había llegado aún, y, no era difícil suponer que quizá se encontraba en brazos de Lee Hani.

Poco después de haber concluido su dibujo, pensó que lo mejor sería salir y tomar un poco de aire ¿Por qué ella siempre debía estar en casa? No es como si esperara a que su marido llegase para poder compartir más veladas con él, porque, eso ya no había sucedido desde hace varios días. Solo llegaba cansado, saludaba y entraba a su habitación. Tal vez por eso Haneul consiguió sentirse menos incomoda.

A ella le entraron endemoniadas ganas de beber otra de esas malteadas, y también, volver a ver a ese joven que la atendió desde aquel día. Así que buscó un lindo vestido con estampados de flores, unas sandalias blancas y soltó su cabello sujetándolo solo con una horquilla que llevaba incrustaciones de pedrería preciosa. Y como un toque final, su colonia hecha a base de una mezcolanza de fresas y kiwi que emanaban un fresco aroma dulzón muy peculiar en ella. Y entonces una vez reflejada en el espejo y luego de asentir en aprobación, salió hacia la fuente de sodas.

Entró al sitio y buscó al pelirrojo con la mirada, sin embargo no consiguió divisarlo. Gimió con desilusión y buscó un sillón apartado de todo y de todos.
Miró el menú y leyó todos los nombres de las malteadas, no obstante la única que le apetecía era la que había probado con anterioridad.

— ¿Estás indecisa en que pedir?

Haneul escuchó una agradable voz familiar, levantó la vista y ahí estaba aquel muchacho, mirándola con una media sonrisa.

— Ahora ya no — Sonrió y bajó la mirada para ocultar el tenue rubor que se marcó en sus pómulos.

— Vaya, pensé que no venías.

— ¿Te molesta mi presencia? — Preguntó rápidamente.

Él negó con la cabeza.

— No, quiero decir, ¿por qué me molestaría?

— No lo sé... — Haneul calló y enrosco sus dedos en un mechón de su castaña cabellera — Mmm ¿Y tus patines?

— Los jueves son días de patines. Hoy me toca este atuendo — Señaló su ropa con una mueca graciosa, llevaba puesto un atuendo muy retro.

— Oh, linda ropa. Aunque prefiero verte sobre ruedas.

Ambos rieron.

— ¿Puedo saber tu nombre? — Preguntó él, sentándose tímidamente frente a ella.

— Haneul. Me llamo Park Haneul — Dijo suavemente, omitiendo su apellido legal.

— Mucho gusto, Haneul. Yo soy Kim Taehyung . Pero puedes decirme oppa, no me molesta — Dijo de manera sarcástica.

Haneul frunció el ceño y después arrugó la nariz.

— Entonces te llamaré Taehyung...suena mejor.

Él sonrió.

— Bien... Y dime..., ¿Eres nueva por aquí, cierto?

— Llevo casi dos meses viviendo en Corea.

Esposos sin Derechos | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora