Fiesta de bienvenida

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El sábado Haneul se arregló con cuidado para la cena que organizaba la empresa de Jungkook en su honor. Se había decidido por un vestido negro que la hacía parecer mayor de lo que era, para que la diferencia de edad entre ellos no fuera tan evidente.

El vestido era escotado. pero sin exageración, elegante y discreto a la vez. Calzó unos zapatos con el tacón más alto que pudo soportar, debido a su falta de costumbre, para compensar también la diferencia de estatura, y se maquilló un poco.

Cuando se vio en el espejo se sintió satisfecha. Esperaba hacer buen papel y representar a la perfección la comedia para la que la habían contratado. Hasta ahora, él había cumplido en todo su parte del trato y ella todavía no había podido corresponder.

El balance de esa primera semana de casados había sido positivo para Haneul. Sus expectativas se habían logrado y el único inconveniente era que no conseguía sentirse del todo tranquila cuando Jungkook estaba en casa. Algo le decía que a pesar de las apariencias no debía fiarse de él.

Pero había que reconocer que no había intentado en ningún momento entrar en su habitación. Se había limitado a colocar el cerrojo que él mismo había comprado y a burlarse de ella de vez en cuando, eso sí. Al parecer le divertía enormemente su comportamiento y la trataba como a una chiquilla inmadura y caprichosa.

Pero esta noche, ella le demostraría que estaba a la altura del papel que le había asignado y que su parte en el trato la cumpliría a la perfección con la madurez de una persona adulta, cosa que en realidad era; aunque él pensara lo contrario.

— Nena, es la hora. - llamó Jungkook ante la puerta de su habitación.

— Ya salgo.

Él estaba esperándola en el salón. También se había quitado la ropa de diario y los vaqueros que usaba para trabajar habitualmente y se había puesto un traje y camisa negra en "V" que hacia relucir un poco de su pecho y clavículas.

Haneul tuvo que reconocer que estaba sumamente bueno con aquella ropa, y perdía bastante de su aspecto salvaje.

También el pelo habitualmente alborotado, se lo había peinado con fijador.

— Vaya, que cambio... Se nota que quieres causar buena impresión en tu empresa.

— En mi empresa ya me conocen de sobra, no van a cambiar su opinión sobre mí por un traje y una corbata. Pero el homenajeado no puede ir de cualquier forma. Y hay que reconocer que tú también presentas un cambio muy favorecedor.

— Gracias.

— Vista así no te pareces en nada al fantasma que se pasea todas las noches por el pasillo. Incluso pareces una mujer en lugar de una chiquilla.

Haneul se sintió molesta por la alusión de él, pero luego pensó que era mejor que la viera como una niña, así la dejaría en paz.

— Vámonos o se nos hará tarde.

— ¿Tendré que montarme en el Bugatti con esta ropa y sin techo?

— Hoy encapotaré el auto.

Cuando llegaron al restaurante, en la puerta se encontraban ya varias personas, Hoseok entre ellas.

Esposos sin Derechos | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora