Última vez

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Jungkook se congeló ante la muestra de cariño de Haneul, ella rodeó su cuello durante varios segundos y fue, como si en realidad el tiempo se hubiese detenido en aquel instante... pero la razón debía volver, porque para él era más importante lo que le decía su cerebro, aunque su corazón le gritase que la estrujara y besara sin pensar en un jodido mañana.

Él se apartó lentamente, su cuerpo estaba tenso, no obstante lo consiguió y agradeció al cielo por eso.

— ¡Tonto, tonto, tonto! — Chocó sus dedos en el hombro del muchacho, dando ligeros golpecitos que apenas podían desestabilizar su cuerpo —  ¿En dónde estuviste todo este tiempo, eh? ¿¿EH?? — Haneul arrugó sus labios en forma de un puchero, ante Jungkook, lucía endemoniadamente encantadora.

— Haneul..., ¡estás borracha!

— ¡Sí! ¡Estoy borracha! ¿Y qué? ¡Es genial estar borracha! — Enderezó su dorso y al instante volvió a encorvarse — Puedo decir lo que quiero sin temor, sin que nada me detenga. Puedo dejar de pensar, porque, es cansado hacerlo; la estúpida voz en mi mente me atormenta, no para de hablar y hablar y hablar — bostezó y sus piernas vacilantes traicionaron su simetría, cuando estuvo a punto de caer, Jungkook apretó sus hombros — y hablar... Puedo incluso ver espejismos porque estás tú frente a mí. Tu culo se movió desde no sé dónde y se trasladó aquí precisamente, en este parque, en donde me encuentro yo.

— No estás bien, te llevaré a tu casa.

Jungkook caminó hasta la acera y al girar su rostro notó que ella no le siguió.

— ¿No estoy bien? ¡Yo me siento perfectamente! El aire... es refrescante — Cerró sus ojos e inspiró ligeramente. — Hacía mucho tiempo que no me sentía tan genial.

— ¡Haneul! — vociferó, impaciente — Vamos a donde quiera que sea que vivas.

— ¡Omp! ¿Quieres tener tiempo a solas conmigo? — Rió entre dientes. — Podemos pasar tiempo aquí, en el parque... a la luz de la luna.

— Creo que tienes un severo problema — Dijo, ahogando una risita. — Vamos, nena, este no es un lugar apropiado ¿En dónde te estás quedando?

— ¡No te diré! No puedo darle mi dirección a extraños.

— ¡Demonios, Haneul! Hace unos minutos era tu "cariño" y ahora soy un ¿extraño?

— ¡Ciertoou! No eres un extraño, eres dos extraños... el de la de-re-cha — se tambaleó y apuntó hacia su derecha — y el de la iz-qui-er-da.

Jungkook enmarcó una sonrisa y bajó su mirada para reír silenciosamente. Haneul lo miraba dubitativa, preguntándose cuál sería el motivo de su gracia, sin darse cuenta que su actitud era lo que provocaba la mofa de aquel "extraño".

— Bien, basta de jueguitos. Te llevaré a mi hotel y mañana que estés consiente irás a tu casa.

Él joven de cabellera azabache erradicó toda la distancia que había entre los dos y la cargó cual costal de papas; la subió en la parte trasera de su automóvil y acto seguido arrancó a una velocidad considerable.

— ¡Whoaaa! ¡Es un secuestro! ¡Auxilio, auxilio, auxilio! — Haneul se revolvió en el asiento y soltaba patadas hacia el frente provocando que Jungkook frenara en contadas ocasiones. Las llantas gruñían escarpadamente sobre el asfalto, causando curioseo en los peatones que disfrutaban de un paseo por las calles de Seocho-gu.

— ¡Ya! Si continuas así de verdad van a pensar que te estoy secuestrando.

— ¿Si no es un secuestro entonces qué es? No sé tú pero cargar a una persona y subirla a un auto en contra de su voluntad se denomina como un secuestro, al menos en mi pueblo lo es.

Esposos sin Derechos | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora