Enfado

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Las manos de Haneul temblaban. No. Toda Haneul temblaba. Podía sentir el escozor de las lágrimas en sus ojos. Suspiró, tratando de contenerlas, pero alguna lágrima fue más rápida y le escapó por el rabillo de su ojo, ella fue tan hábil que logró enjugarla sin que nadie se diera cuenta.

Lee Hani giró su rostro hacia la cantina, evadiendo su mirada y provocando que la cólera se formara en su estomago haciendo que el pecho de Haneul doliese.
Ella sonrió como excusándose y volvieron a enfocar sus miradas sobre Hani.

— ¡Muchas felicidades, Haniiii! Ya te lo había dicho antes, pero quiero hacerlo de nuevo. — Dijo Taehyung— Y recuerda que yo seré el padrino de bautizo.

«¿Padrino de Bautizo? Todos lo aplauden como si fuese gracioso. Está de puta madre que celebren. ¡Sí! Entonces yo me apuntaré como la madrina de confirmación. Deberían irse todos a la mierda» Pensó Haneul, sintiendo como si el aire faltara en sus pulmones.

Jungkook miró de soslayo a Haneul, sus acciones denotaban su inconformidad.

— Señorita Haneul, ¿Se siente bien? — Indagó el caballero más joven de la mesa.

— ¡Oh, sí! — Repuso—  ¡Oomph! Creo que hace calor aquí, iré un segundo al tocador. No tardo.

— Iré contigo — Se levantó Jungkook.

— No, iré sola. No tardo. — Repitió antes de dirigirse por el pasillo hacia los diminutos baños de señoras.

Haneul entró en el cuarto y cerró la puerta. Se dirigió al espejo.

— ¿Cómo puedes ser tan idiota? — Le preguntó a su reflejo. Las lágrimas se derramaban por su cara. Cogió una de esas toallas de papel terriblemente ásperas y se limpió el rostro.

— Haneul, ¿Estás ahí?

Jungkook golpeó levemente la puerta, ella no respondió.

— Al menos responde, ¿Estás bien?, por favor discúlpame, no sabía que ella estaría presente en la cena.

Haneul reprimió el llanto para que éste no la escuchase.

— ¡Maldita sea, Haneul! Abre la jodida puerta o la tiraré y me importará una mierda lo que otros digan.

Segundos después se giró el picaporte y ella salió de lo más normal.

— ¡Caramba! No tienes que ser tan escandaloso, estaba empolvándome la nariz.

— ¿De verdad?

— ¡Pues claro!

— Haneul... tú ni si quiera usas polvo.

— ¿Cómo sabes? No me conoces tan bien.

— En estos jodidos instantes llevas puesto labial, delineador y perfume. No eres tan femenina y no te importa que se corra tu maquillaje. Eres tan despreocupada que te paseas por los rincones de la casa usando crema medicinal y un camisón apestoso.

— ¡No! ¡Estás tan jodidamente ocupado que no has notado que ya dejé de usar ese camisón! ¡O que me compré ropa linda!

— ¿Y qué quieres que te diga? ¿Eh? — Gruñó. —  ¿Quieres que te diga que te vez linda? ¡Sí! ¡Luces preciosa!, — Soltó un bufido cínicamente —  ¿Quieres que me disculpe? ¡Cuando haga frío en el maldito infierno!

Los ojos de Haneul se oscurecieron y se redujeron a dos rendijas. Sus labios formaban una línea apretada, sin embargo, no dijo nada. Y luego, abruptamente, sacudió la cabeza y se dio la vuelta, sujetando su bolso y dirigiéndose hacia la mesa.

Esposos sin Derechos | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora