10 . Rubí, el lobo y la sacerdotisa

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hasta en el desierto más árido aún hay vida...

ésas palabras giraban en la cabeza del mercader mientras el realizaba su largo viaje a través de las áridas arenas del destino, ése desierto interminable entre el poblado de la noche eterna y el reino de la luna azul, aquél paraje del que el mercader había escuchado por una compañera de viejos y largos viajes, en sus cartas.

en ese reino debía volver a intentarlo, volver a iniciar su viaje... pero, con compañeros nuevos, ése sitio era donde en un pasado había podido sonreír gracias a muchas expediciones, viajes y festivales.

las cartas que su místico búho le entregaba eran de una mágica hada de las tierras floreadas, que tanto como el había viajado de oasis en oasis para evitar morir en medio de esa árida tierra, un hada llamada Rubí, de cabello negro, figura de niña y ojos del color del campo antes de florecer, un hada mestiza, con orejas blancas y cabello negro, sonrisa de gato y alas de cristal, esas que solo se podían ver si el mundo realmente lo necesitaba.

el festival era como muchos otros, pero, habían muy pocos en el campo, tal vez la tormenta, tal vez muchos otros factores, pero, el campo estaba con muy poca gente, eso no molesto al mercader en todo caso, él no deseaba estar tan rodeado de gente, solo deseaba ver a Rubí, porque ella podía curar sus heridas sin mayor esfuerzo...

en el campo y entre los pocos que pudieron entrar estaba su mejor amigo, compañero de viajes anteriores, quien había prometido levantarle el ánimo ante todo, ante eso y ante el hecho que su objetivo original era ver a la caperucita quien iba a "trabajar" junto a Rubí ése día, pero, quien renunció a aquella obligación semanas antes del festival, intentando crear algo paralelo dentro de ella... algo que nunca resultó...

el mercader viajero, conocido como un lobo solitario, como aquel a quien muchos odiaban, aquel a quien muchos necesitaban, necesitaban porque era el único sin miedo a arriesgarse, el único con deseos de intentar cosas, equivocarse, tener razón, vivir... el miedo lo empujaba a seguir intentando cosas a pesar de los riesgos inminentes.

el mercader tuvo un guiño con la muerte, solitaria y triste, ante una sirvienta que no deseaba servir, una que le sonrió levantando las alertas de uno de aquellos que durante siglos han intentado asesinar al mercader, amenazas, intercambios de palabras, sin real importancia, pero, que generan malestar, malestar para el mercader que ha viajado desde tan lejos para conocer a el Hada que le curará...

Rubí acompañaba a su ama, esa quien había conocido al mercader hace muchos viajes, que le había reglado una sonrisa, confianza y muchas otras cosas. el mercader no le reconoció, pero, igualmente interactuó con ella, sonrió e intentó que ella le sonriera de regreso, sin saber quién era ella, pero, no consiguió su objetivo, difícil, triste, porque el mercader hubiese sido curado de todos sus males tan solo con aquella sonrisa.

superado por la desfortuna se desplomó bajo el cuidado de aquel cocinero real, de el nuevo visir de esas tierras lejanas, aquel que tenia bajo su cargo a Rubí y las demás sirvientas del festival, él le devolvió la sonrisa y le envió fuera con una esperanza, una vez en el campo nuevamente bajo la mirada y fue chocado por una torpe sirvienta de cabello gris, una semi-elfa de alas negras, de tipo caído, mezcla de ángel caído con elfo puro, de esas que solo vez una vez cada milenio. vestida de sirvienta la semi-elfa le sonrió al mercader, al tiempo que el búho mágico de éste bajo y fue abrazado por ella, una señal, tal vez, el mercader simplemente sonrió de regreso, su día había comenzado a cambiar...

el festival ya no fue el mismo, ahora había un tono distinto en el cielo... y como no, la puesta de sol se acercaba, el mercader realizo su labor, sonrió y comenzó a buscar en el pueblo un alojamiento...

las posadas grandes estaban todas copadas, el desierto cálido se volvía una trampa helada de noche, el mercader no se quería arriesgar a enfrentarla por acampar fuera de la ciudad... luego de vagar un par de horas por la ciudad encontró una pequeña posada con piezas disponibles, pequeña y abandonada, algo descuidada y llena de gatos, pero, el mercader no dudo en tomar la habitación sin pensarlo 2 veces, un sentimiento le decía que esa habitación en esa posada era la que él estaba destinado a tomar y no otra.

una vieja habitación a la usanza árabe, con un fuerte tono crudo de pared a piso, estaba iluminada por botellas de luciérnagas de oasis, que se movían desde las napas subterráneas a través de una serie de cañerías de cristal dispuestas en toda la posada, el mercader se quedo contemplativo un momento y luego bajó de su habitación al comedor de la posada, sonrió al ver nuevamente a la sirvienta semi-elfa, esta vez en su forma real, su cabello era color chocolate, sus ojos castaños, grandes, llevaba anteojos, de marco algo gruesos, se veía mucho más pequeña que con su traje de sirvienta, en su lugar llevaba la indumentaria del templo, era una sacerdotisa de las ramas místicas de la diosa Gaia, al ver al mercader reaccionó de forma enérgica, con un saludo que captó la atención de muchas personas en la posada.

muchos a lo largo de nuestras vidas hemos tenido muchas razones para llorar... Rubí poseía el poder de curar al mercader porque sus heridas habían sido tan graves como las de él y había podido superarlas y aprender a curarlas. pero, la semi-elfa también había sufrido tanto más que Rubí, por lo que a pesar de no despertar aquel sentimiento que despertaba Rubí en el mercader, podía curar sus heridas, más aún compartiendo parte de la herencia que él llevaba en su sangre desde después de abandonar las tierras mágicas al iniciar su viaje nuevamente...

el festival continuó, las sirvientas felinas le hicieron un guiño feliz al mercader invitándole a pasar a su puesto, conversación, comida, sonrisas, sus heridas estaban casi curadas, Rubí había cumplido su misión...

la posada en su ultima noche en el pueblo del desierto recibió en la habitación del mercader un emisario de la corte, se trataba de la gata negra de cabellos rosados, la líder del grupo de las sirvientas, había cosas importantes que conversar, cosas que solo podían conversarse en persona, cosas que competían su vida privada, cosas que solo ellos 2 podían tratar, ellos 2 y el jefe de los cocineros reales, que también estaba presente en la velada...

el destino de las sirvientas felinas era incierto, pero, sustentable, no tenía que ver realmente con el mercader, pero, el mercader sabía algo que lo hacía saber las posibles opciones...

luego del festival Rubí abandonó a las sirvientas felinas y se perdió en las tierras floridas, donde las criaturas del bosque poblaban los bastos campos multicolores... la semi-elfa se acercó al mercader y comenzaron un viaje juntos, sonriendo juntos, cada uno con sus propios objetivos, pero, con uno común... vivir...

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