19. fiestas en los dominios del rey emisario del desierto, recapitulaciones...

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nunca buscas algo en frente de tus narices...

esto es una pequeña actualización que te prometí pequeña hermana...

desde la vez anterior que escribí para ti han pasado muchas cosas, he conocido a muchas personas y muchas otras han interactuado conmigo, fingiendo conocerme, aunque no se si con los mismos resultados...

como bien sabes hay algo inconcluso, que nunca quise cerrar por respeto a alguien que estuvo en el pasado, una persona que inició este mi trabajo y fue el apoyo para escribir algo que simplemente se perdió en el tiempo porque llegado el momento se deshicieron de él...

este pequeño capitulo se remonta más al presente, a algo que aun no termina de ocurrir... pero, como ultima linea de mi larga introducción y antes de entrar en materia, no puedo creer que no haya notado que estuvo todo el tiempo ante mis ojos y que no noté su existencia hasta que creo un maldito personaje, que en una x ocasión le ignore y que posiblemente no lo recuerde, pero, que contigo y la koto, comparte ahora el record de ser la tercera en hacerme gastar dentro de un maid café de la nada en un evento y romper mi temple al lograrlo, aunque el puto dulce se me pego en los dientes y aun siento como el pinche palo plástico se me clava en la encía...

hace mucho tiempo en un reino muy lejano, en las tierras perdidas entre las arenas del desierto, un rey emisario del desierto disfrutaba sus días haciendo grandes fiestas para su corte, fiestas que eran de renombre para todos quienes visitaban el lugar...

el mercader visitó en variadas ocasiones las fiestas ofrecidas por el rey emisario del desierto, siendo atendido por quienes servían en estas, durante largo periodo de tiempo, siguiendo generaciones de viajes a través del mundo que se concretaban al llegar hasta sus interesantes tertulias.

¿qué las hacía únicas? le preguntó el rey emisario del desierto al mercader compartiendo una sombría mesa en las estancias reales, entonces el mercader miró a través del balcón de las estancias reales mirando el bullicioso conjunto de gente y sin mediar palabras abandonó la habitación...

¿qué las hacía únicas? pregunta que retumbó en la mente del mercader mientras celebración tras celebración este se unía al baile, a las ceremonias y a los cantos...

un buen día el mercader fue conquistado por una de las doncellas del reino robándole al mercader una parte de su tiempo en medio del cumplimiento de sus importantísimas misiones, todo el mundo se entero, pero, nadie quiso verlo... fue el inicio del viaje...

en su decaimiento rubí una de las doncellas del reino quien trabajaba directamente para el rey emisario del desierto subió el animo del mercader enseñándole su mundo, ese mundo que vivía junto con su esposo y su hijo, un mundo que era extraño, simple y feliz, ese mundo era un mundo que el mercader vio como un posible futuro, pero, Rubí se fue...

en su lugar una sacerdotisa intentó mostrarle su mundo al mercader, un mundo lleno de excesos y descontrol, pero, era su mundo feliz, donde fingía ser otra persona ante los demás, pero, simplemente era una niña mimada, una persona muy triste y algo vacía, pero, esa vida vacía se compartía con la eternamente fría del mercader, con días tristes, felices y nada que le hiciera recordar que estaba vivo... al final, el mercader vio como ella comenzaba a destruirse con su modo de vida y se alejó... dejó que la vida de ella siguiera...

en un puesto de información a cada viaje del mercader a las tierras del rey emisario del desierto una doncella a quien el nunca quiso ver a los ojos le daba instrucciones silentes de que hacer en cada recorrido, le alimentaba y sonreía... el mercader sin entenderlo le pidió a quien acompañaba a esa doncella que le ayudara a conocerle, porque su misión estaba pronta a finalizar y posiblemente jamás volvería a verle...

pero, su misión llegó a su fin...

solo 2 personas habían logrado que el mercader dejara todo lo que estaba haciendo para pagar por un servicio y romper con el momento para tomar un descanso forzado... siempre hay una tercera, una muchacha de sonrisa bonita y ojos alegres, acompañada por alguien a quien el nunca le había prestado atención... aunque debemos acotar, aquel caramelo dulce y pequeño a medio derretir solo ayudó a eliminar la fatiga y no a generar una gran satisfacción...

al siguiente viaje, esa chica ya no estaba... el mercader no lo notó...

una persona había comenzado a hablarle, pero, el mercader nunca le reconoció, escogió a la persona incorrecta, perdió la oportunidad que el mismo había pedido a aquella persona que siempre le había recibido en cada uno de sus viajes...

al final, su misión fracasó... la decisión estaba tomada...

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2017 ⏰

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