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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟐: 𝑑𝑜𝑛'𝑡 𝑑𝑟𝑒𝑎𝑚 𝑖𝑡'𝑠 𝑜𝑣𝑒𝑟
Ellos esperan que tu falles. Es algo que le pasa a la mayoría de los pacientes que están en la clínica, no lo soportan, siempre hay un quiebre y pasa, explotan dejando que la angustia y desesperación les gane, no cree que lo deseen, pero ellos saben que en algún momento pasará, ella solo cayó igual que muchos.
Despertó una mañana de Diciembre en una cama del ala médico, una máquina medía sus pulsaciones y otra le suministraba suero, se sentía pesada, cómo si hubiera tenido una fiesta muy grande el día anterior, se hubiera embriagado y abierto los ojos ahí, es rara la sensación, como la de la peor resaca de la vida. Tampoco es que ella bebiera mucho, todo lo contrario, Millie ahí dónde la veían era de aguante, salía muy poco, y como aún no cumplía los 21 mantenía el desorden por la paz, sin embargo a veces salía con sus compañeros y tomaba algo, un coctel o vodka, sabía que si combinaba, despertaría de cruda, así que lo evitaba, la noche anterior probablemente había tomado todo tipo de licores para lo que sentía.
Aunque sabía muy bien que eso no había sido, tenía vagos recuerdos, robar unas pastillas, tomarlas, vomitarlas y luego nada, la parte en la que se provocaba las ahorcadas le revolvían el estómago, eso no le había pasado antes, así que una parte de ella creía que estaba haciendo bien su tratamiento.
Hasta el día anterior, claro. Dónde había mandado todo al carajo y probablemente decepcionó a todos los que alguna vez estuvieron pendientes de la castaña, su consejera, el doc, Joe, hasta le daba vergüenza llegar a dónde la señorita Bouno que días antes la felicitaba por tan buen trabajo, Millie se sentía como una basura sin poder evitarlo, su pobre intento de... ¿qué había sido aquello? echó a la basura los meses que tenía de estar en tratamiento en la institución, al fin y al cabo era un trabajo en conjunto.
Igual, se sentía patética, ahora que estaba más serena se preguntaba ¿Por qué hacer algo como eso? estaba segura que no era un intento de suicidio, no había querido quitarse la vida, todo lo contrario, vivir y no sentir nada, luego la parte de las pastillas, no había medido bien cuantas ingirió, se asustó y se provocó las ahorcadas, ahí había recuperado un poco la cordura, al menos. Era confuso en su mente y los recuerdos seguían siendo muy vagos. Una parte de ella no lograba pensar en qué momento había decidido hacer semejante estupidez, no era masoquista, ni nada, aunque sabía que había cosas que no controlaba, sentimientos que se salían de sus manos, todo esto parecía un buen tema para conversar con la señorita Dyer, empezaba a tomar sentido su trabajo después de una experiencia tan horrorosa, Millie se sentía lista para hablar.
