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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐒𝐄́𝐈𝐒: 𝘩𝑒𝑎𝑣𝑒𝑛 𝑖𝑠 𝑎 𝑝𝑙𝑎𝑐𝑒 𝑜𝑛 𝑒𝑎𝑟𝑡𝘩
Afuera está nevando, ya ha pasado el 31 de Diciembre, así que durará un poco más hasta que la primavera haga florecer las más hermosas sensaciones preparando el terreno para el verano, en su vida normal Millie pasaría esta época leyendo libros en en jardín con gafas de sol y un traje de baño para broncear un poco su piel, probablemente saldría de compras con su madre, ayudaría en algunas actividades de la iglesia, practicaría ballet los sábados e iría todos los miércoles al cine para ver una película independiente, el caluroso ambiente junto con el sol la animarían a salir más de su casa, sin embargo esta vez sus planes de verano parecen ser seguir trabajando en su tratamiento. Así que no se siente tan deseosa por la llegada de esa estación.
De hecho prefiere que la nieve dure un poco más, pero duda que el clima le haga caso a sus peticiones. Así que bufa, cierra la ventana y vuelve a empacar sus cosas, hoy le dan la salida del ala médico, el doctor Heathon la revisó en la mañana y le dijo que estaba en perfectas condiciones, aunque lo mejor sería aplazar el ballet por unos días, lo comprende, una parte de Millie se asqueó un poco, sí, de lo que más ama ¿Qué tan triste es su vida ahora? Probablemente mucho.
No es un buen día, no quiere volver, salir de su burbuja anti realidad y enfrentar de nuevo las decisiones que tomó no le provocan tanto regocijo, además, las últimas dos semanas algo ha surgido en su vida, algo a lo que le ha tomado cariño y está apunto de dejar ir.
Ese algo aparece en su puerta con un ramo gigante de girasoles y un papel en su mano.
— La tengo. — dice él sin ganas y Millie se pregunta si le causa el mismo desdén lo que esa hoja significa tanto como a ella — Ya está firmada.
— Vete. — sentencia en un tono amargo mientras cierra el bolso con las pocas cosas que trajo, ya no está usando una bata, ese día ya puede volver a su ropa habitual por lo que ha optado por un viejo suéter vino que le queda algo grande, unos leggins negros y zapatillas del mismo color, nada especial — Es en serio Grazer, no me hace gracia, no la quiero. — suena tan infantil que hasta cierto punto le da vergüenza. Jack le muestra la sonrisa más triste del mundo, se acerca, deja las flores sobre la cama y la abraza sumergiéndola entre su pecho y brazos.
La bailarina deja caer todos sus muros en ese preciso instante y le da rienda suelta a todos esos sentimientos que se acumulan en su pecho, llora, llora porque Jack la ha cuidado mucho y ahora le toca salir al mundo real, dónde Finn y Sadie son algo, dónde Gaten tiene el corazón roto, dónde está enferma y lucha contra esos horribles impulsos, dónde sus padres la odian y nadie la quiere, dónde no está Jack.
