— ¿Segura? — pregunta Jack y la mira acongojado mientras recoge las cartas que están sobre la cama de la castaña — Puedo cancelarle, por mí no hay problema, ella entenderá que es por el trabajo. — Millie niega rotundamente.
— ¿Cómo vas a cancelarle a tu madre que ha venido a pasar Noche Buena contigo? — pregunta cruzándose de brazos — Eso te haría un terrible hijo, en especial por trabajo.
— Es que no creo que sea buena idea que pases esta noche sola. — el muchacho guardas las cartas en una vieja caja de cartón y las deja sobre la mesa de noche, así aprovecha para darle a la bailarina las pastilla y el vaso de agua que hay sobre este — Es deprimente.
— ¡Estaré bien! — apunta bebiendo lo que él le ofrece — Ya cené, me lavaré los dientes, voy a leer un poco, y a las 8 estaré dormida. — se encoge de hombros con simpleza, si es honesta prefiere ignorar el hecho de que es 24 de diciembre, para la joven ese momento no existe, es solo un día común que pasará en su habitación, dormirá tranquila y despertará en la mañana esperando que alguna de las enfermeras le traiga galletas navideñas, a decir verdad tiene muchas ganas de comer un par y es toda una sorpresa aquello, así que se dará ese regalo a sí misma, el de comer algo que le guste sin pensar en nada.
— Sí, exacto ¿Ves? — pronuncia el muchacho poniéndose de pie — Eso es a lo que me refería con deprimente. — Millie suelta una carcajada y lo imita levantándose, ya se siente casi en perfectas condiciones, y sabe que sus dos semanas están muy cerca de finalizar, no le emociona pero al mismo tiempo sí lo hace ¿Quién la entiende? — ¿Y si pido permiso y vienes con nosotros? — la mira con cierto deje de esperanza, pero ella vuelve a negar, toma el abrigo que minutos atrás el joven ha dejado sobre una silla y se acerca para ayudarle a cuadrar el saco. Ese día no está usando su uniforme de interno, lleva una camisa y unos pantalones con zapatos finos, la chica realmente se contiende de decirle que se ve muy apuesto, porque sabe que esa línea no deben cruzarla.
— ¿A un restaurante? — alza una ceja — ¿En serio? Jack, no gracias, paso, además, me sentiría como una intrusa entre tu madre y tú, apuesto que quieren hablar de cosas íntimas, no me atrevería a invadir ese espacio. — el chico se cierra los botones y se vuelve hacia la castaña que aprovecha para pasar sus manos por su abrigo alisándolo — Créeme, no quiero hacer nada más, que acostarme y disfrutar de una de mis últimas noches de silencio, así soy yo, aburrida. — Jack le muestra una pequeña sonrisa y luego le da una bolsa de regalo roja que al parecer esta escondida debajo de su abrigo.