Todo a mi al rededor resurge con una calidad abrumadora. Veo al cuerpo de mi amiga tirado en el suelo y lo único que puedo sentir en un dolor agudo en el pecho. Siento que algo dentro de mi se libera, como un pequeño cierre que rogó durante mucho tiempo ser abierto.
Es como si hubiese tenido mucho tiempo una bestia encerrada, y esta tiene mucha hambre. Siento todo lo que me rodea como una extensión de mi propio cuerpo. Los árboles, los animales y sobre todo los Demonts, que por alguna razón habían dejado de moverse.
Me acerco al cuerpo de Meize y lo tomo entre mis manos. Me agacho para poner mi oido en su pecho, no se escucha ningun latido, solo puedo notar como sus mejillas van perdiendo el color.
-No.- le suplico, mientras siento que una ira me posee.- por favor Meize, no te vayas.
Abrazo el cuerpo sin vida de mi amiga con fuerza mientras dejo que mi nueva habilidad corra sin contenerla. Ahora se porque no se mueven los Demonts, soy yo. Yo los estoy deteniendo. Puedo sentirlos, tengo dominio y control sobre ellos. Centro mi atención en el que estaba junto a Mei y me concentro.
Puedo sentir el corazon del Demont latir bajo mi control, intento acelerarlo. Lo consigo. No es justo que alquel que le haya quitado la vida aun conserve su pulso. El corazón del Demont va cada vez más rápido, ni siquiera debería tener un corazon, lo acelero hasta provocarle un infarto. Libero mi control sobre él y cae al suelo desplomado. Respiro hondo al ver el cuerpo del Demont sin vida en el suelo, yo acabe con él, jugué con su cuerpo como si fuese un muñeco.
Miro a Mei, quizá pueda reanimarla. Me concentro en ella e intento encontrar su corazón, es complicado ahora que no esta latiendo. Si tengo esta habilidad tengo que poder controlarla. Por favor Dioses, ayúdenme.
Luego de unos segundos creo que pude encontrar el corazon de mi amiga, lo obligo a latir a una velocidad que considero estable, pero no reacciona. Lleno sus pulmones de aire de la misma manera y aún nada. Paso la mano por mi cara mojada. En algún momento empece a llorar.
-No puedes dejarme.- rogué - ¿recuerdas? Prometiste llevarme contigo a donde sea que fueras.
Río amargamente ante el recuerdo, Meize suele decir que luego del instituto íbamos a irnos a otro lugar, lejos de aqui donde viviríamos rodeadas de lujos. Una bonita fantasia que yo me permitía creer.
No importa cuanto tiempo lo intente, Mei no despierta, sus ojos amarillos siguen inmoviles mirando hacia la nada. Paso mi mano por su cara para cerrar sus ojos. Esto no es justo, debí descubrir esta habilidad antes, no ahora cuando me es totalmente inútil. Al igual que yo, es inservible.
Siento que una rabia, al igual que el desprecio, surge desde dentro de mí. Si hubiese llegado antes, si no hubiese Demont en esta zona, si Mei no hubiese tenido la mala suerte de encontrarse con ellos. Si los Demonts no existieran mi amiga solo sería una chica perdida en el bosque.
-¡Todo es su culpa!- Grito desconsolada hacia los Demonts.-¡Suya!
El llanto no es algo que pueda controlar, ni menos las emociones. Todo esta nublado en mi cabeza, y tambien en mi juicio. No se que me impulso a hacerlo, pero mire a uno de los Demonts y lo acerque a mi. Una vez teniendolo de frente empeze a descuartizarlo usando mi habilidad. Primero empece por los dedos. Sus gritos de agonía eran molestos así que también le arranque la lengua. No tendré compasión, ellos no la tuvieron con nosotras. No es asesinato si mi presa no se puede considerar persona.
Cuando me aburrí lo maté, obligue a su corazón que se detuviera y así lo hizo, la sensación es embriagadora, nunca antes me sentí así. Fui a por el otro, son embargo nada me hacia sentir mejor. Aún así necesitaba seguir haciendolo, haciendoles daño puedo regresarles lo que Meizi sufrió. Sus alaridos sonaban irreales.
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Cresendia
FantasyTras un experimento fallido los habitantes de Veriom fueron convertidos en criaturas horribles, ahora llamadas Demonts. Creando así tambien pánico en toda la nacion de Valastro. Mientras tanto Cressendia, una joven que no sabe usar sus habilidades...