11- Bohine

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Al día siguiente estoy en el patio trasero de la casa. Es domingo, así que no tengo la necesidad de salir al instituto. Desde ayer mi madre ha estado actuando diferente. Parece estar complacida. Hablaba de cosas como: lo mucho que extrañaba la capital o lo hermosas que eran las vistas del puerto. Papá por otro lado hoy parecia estar un poco tenso a la hora del desayuno.

Doy pequeños aleteos mientras me muevo de un lado a otro por el patio. Aunque puedo mover mis alas no es como que pueda mantener el vuelo muy seguido. Se sienten como un musculo que estuvo dormido durante mucho tiempo. Desde ese día no he intentado volver a sentir mi zona de confort como solía llamarle, intentarlo me proboca ligeros mareos, por eso solo me centro en mis alas y no le comento a nadie sobre lo demás.

A lo lejos puedo escuchar una ligera discusión algo intensa. Me sorprende saber que viene desde adentro de la casa. Doy un par de aleteos hasta llegar a la ventana de mi cuarto y entro en el, pongo la oreja cerca de la puerta he intento escuchar.

-Hay que llevarla ahora.- dice una voz parecida a la de mamá.

- No esta lista.- responde papá.- Hay que esperar más tiempo.

- ¿Y qué pasa si la historia se repite? Si después de dos años mueren, entonces todo este tiempo no habría servido de nada.- mamá suena un poco molesta. Y no se porqué me da la sensación de que están hablando de mi.

Parecen estar susurrando algo que no logro entender. Acerco la cabeza más a la puerta para oir mejor.

-Si nos equivocamos morirá.- escucho dice papá.

Casi por instinto doy dos pasos hacia atrás y una de las tablas de madera del suelo rechinan. Esto causa que las conversaciones en la sala se apaguen. Mi corazón empieza a latir aceleradamente, subo a la cama mas próxima a la ventana a modo de reflejo.  Unos segundos después mi padre entra al cuarto sin tocar y me observa desde el umbral de la puerta. Su expresión parece cansada y algo rendida.

-¿Quién va a morir?- digo algo asustada abrazando mis rodillas.

-Tranquila.- dice y da algunos pasos hacia el cuarto. Se sienta al borde de la cama y pasa su mano por mi cabello. Pero segundos después parece haberse arrepentido.- Nadie va a morir Cress.

Se que miente. Puedo notarlo en su forma dudosa de decir las palabras. Pero no le replico nada. En eso mamá aparece en el pasillo. Tiene la cara llena de lágrimas y la expresión de vacío. Mi cara debió de haber reflejado miedo porque papá sigue la dirección de mis ojos.

-¡Hilda no!- dice papá en cuanto mamá extiende una mano en su dirección. Él parece estar dolido. Su cuerpo esta rígido y respira con dificultad.

-Lo siento.-susurra mamá, pero no parece estarse refiriendo a nadie en particular.

Siento un peso enorme sobre mi. Algo me esta sujetando muy fuertemente. Y lo entiendo, es mamá. Ella es una telqui. Usa su habilidad para levantarme de la cama y sacarme del cuarto. Intento liberarme de su agarre, pero mis alas están muy presionadas a mi cuerpo. Entonces hago lo único que puedo.

Empiezo a sentir todo a mi alrededor y lo siento como parte de mi. En este estado puedo sentir su agarre como algo tangible. Intento quitármelo de encima y logro crear una pequeña brecha entre su habilidad y la mía, no es mucho pero es suficiente para poder salir disparada por la ventana. Pude ver su cara de sorpresa al verme hacer algo parecido.

Sintiendo mas miedo que otra cosa abro mis alas para volar lejos del lugar pero mi madre no se deja distraer por mucho tiempo. Saliendo también por la ventana de mi cuarto, usa su habilidad para tomarme del tobillo e intenta estamparme contra el suelo. Vuelvo a usar mi habilidad para soltarme en el momento justo antes del impacto y siento que la cabeza empieza a darme vueltas. Aleteo un poco para estabilizarme y me quedo de pie frente a ella.

CresendiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora